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El drama de las princesas de la Haga, hermanas de Carlos Gustavo de Suecia: celos, aislamiento y discriminación

La Constitución las relegó a un segundo plano por ser mujeres. Margaretha, Birgitta, Dèsirée y Christina, hermanas mayores del rey Carlos Gustavo de Suecia no tuvieron derecho al trono, ni siquiera a conservar sus títulos de Altezas Reales o que sus hijos tuvieran un título.

Las princesas Birgitta and Margaretha, en una imagen de su juventud. gtres

Margaretha, Birgitta, Dèsirée y Christina (1943) fueron las hermanas mayores de Carlos Gustavo de Suecia, nacido el 30 de abril de 1946. El actual rey se convirtió automáticamente en el heredero a la corona, por delante de las cuatro princesas, que nacieron y pasaron su infancia en el pequeño palacio de Haga, situado a las afueras de Estocolmo, una construcción sencilla en la que vive hoy la princesa Victoria con su marido y sus hijos.

A las cuatro hermanas de Carlos Gustavo se las conoció como «las princesas de Haga», por el aislamiento que sufrieron en una época, y representan la discriminación que la Ley Sálica, entonces vigente en Suecia –lo estuvo hasta 1980–, representaba para las mujeres de la realeza.

Princesas sin título y matrimonios por amor

Nunca estuvieron presentes en la línea de sucesión al trono porque así lo prohibía la Constitución y tuvieron que acostumbrarse a estar siempre en un segundo plano. Con el tiempo, muchas de las cosas que no se les permitieron, como casarse con plebeyos sin perder sus títulos, sí se han permitido a los hijos de Carlos Gustavo.

El entonces príncipe heredero, Gustavo Adolfo, y su esposa, la princesa Sibila, solo engendraban mujeres. Era motivo de preocupación y de condolencia en la Corte. El heredero se hizo esperar, pero por fin llegó, desplazando a sus cuatro hermanas. Sin embargo, a pesar de su papel secundario, eran princesas reales y estaban obligadas a casarse con iguales, es decir, con otros miembros de la realeza.

Solo Birgitta se unió con alguien más o menos a su altura, el príncipe alemán Juan Jorge de Hohenzollern- Sigmaringen, en 1961. El resto de sus hermanas optaron por matrimonios morganáticos, es decir, por amor, y perdieron el tratamiento de altezas reales, aunque conservan el título de cortesía de «princesas».

En 1964, Margarita se casó con el empresario John Ambler y, ese mismo año, su hermana Desirée hacía lo mismo con el Barón Niclas Silfverschiöld. La última en pasar por el altar fue la princesa Christina, en 1974, con el empresario Tord Magnuson. A pesar de su estatus, ninguna porta un título nobiliario sueco y tampoco ninguno de sus hijos, ya que, en el momento de su nacimiento, la nobleza y la realeza no se transmitían a través de las mujeres.

Los privilegios que les negaron a las princesas de Haga

En 1980, se suprimió en Suecia la Ley Sálica y esto permitió a Victoria convertirse en la heredera de la Corona, desplazando a su hermano pequeño Carlos Felipe, algo que a Carlos Gustavo no le pareció «justo» según comentó, hace unos meses, en una polémica entrevista que luego tuvo que matizar. Pero, si esto hubiera ocurrido antes, la princesa Margaretha hubiera sido la heredera al trono, y luego reina de Suecia.

La reforma de la Ley también permitió que las mujeres descendientes del monarca o de la monarca o casadas con uno de ellos puedan conservar su tratamiento de altezas reales y portar un título, como ocurre en el caso, por ejemplo, de la esposa de Carlos Felipe, que es Alteza Real y Duquesa de Värmland, como su esposo.

Las princesas Christina, Birgitta y Desiree, junto a Tord Magnuson, en el 40 cumpleaños de Victoria de Suecia. gtres

Esta circunstancia resulta significativa, puesto que Sofía proviene de una familia de clase media y tiene un pasado como bailarina de striptease, mientras que las princesas de Haga son descendientes de la realeza. Además, todos los nietos del Rey Carlos Gustavo tienen títulos y tratamientos reales. Es el caso de los hijos de la princesa Magdalena, que además recibe una asignación de la corona, aunque ella ni siquiera resida en Suecia.

La familia real sueca siempre ha estado muy unida –las hermanas de Carlos Gustavo son madrinas de bautismo de sus sobrinos– y entre los hermanos existe un gran apoyo. Sin embargo, hace unos años, la prensa hablo del «malestar» de las cuatro princesas, que se sentían discriminadas por la corona, a pesar de que las princesas siempre han sido discretas, conscientes de su lugar en segundo plano.

Solo Birgitta, que desde que se separó de su marido, en 1990, pasaba varios meses al año en Mallorca, en Santa Ponça, donde disfrutaba del sol y del golf, hizo declaraciones críticas con su hermano. En una ocasión afirmó que siempre «había estado celoso» de ella y en otra que «nunca le cogía el teléfono». La princesa falleció en la isla balear a la edad de 87 años en diciembre del año pasado.

La princesa Christina, por su parte, fue la primera mujer de la familia real en ir a la Universidad, primero en Estados Unidos y luego en Estocolmo, donde estudió Historia. También trabajó durante un tiempo en el ministerio de asuntos exteriores, antes de casarse. En 2010 sufrió un cáncer de mama, que superó, y se ha dedicado a concienciar de la enfermedad desde entonces. Más tarde se le diagnosticó una leucemia, aunque parece que su salud ha mejorado.