La historia de la princesa Marta de Noruega y su trágica vida: luchó por su país en la II Guerra Mundial y tuvo un tórrido romance con el presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt

Una serie de la televisión noruega, ha rescatado la historia de la princesa Marta y del Presidente de Estados Unidos.

Pincha para ver la historia detrás de las 15 tiaras más impactantes de la realeza: de Doña Letizia a la reina Isabel II./getty images

Pincha para ver la historia detrás de las 15 tiaras más impactantes de la realeza: de Doña Letizia a la reina Isabel II. / getty images

Elena Castelló
ELENA CASTELLÓ

Noruega, 1940. La Segunda Guerra Mundial acaba de estallar y la Familia Real Noruega deja su país huyendo de las tropas nazis, a punto de entrar en su territorio. El príncipe heredero, Olav, se dirige a Londres con su padre, el rey Haakon, donde estableceran un gobierno en el exilio, mientras su esposa, la princesa Martha de Noruega, pone rumbo a Estados Unidos con sus tres hijos, entre ellos el príncipe Harald el heredero al trono y actual rey de Noruega. Marta y sus hijos son invitados por el presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt a instalarse en la Casa Blanca. Las familias se habían conocido durante una extensa gira de los Príncipes de Noruega, un año antes, y mantienen una entrañable amistad. Allí, durante su exilio, el presidente Roosevelt desarrollará una incontenible pasión por la princesa.

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Una serie de la televisión noruega, «Atlantic Crossing», producida por la cadena NRK y estrenada a finales de 2020, ha rescatado la historia de la princesa Marta y del Presidente de Estados Unidos, y de su apasionado enamoramiento de la noble Europea, una mujer activa y luchadora que peleó incansable por su país desde el exilio. Los críticos, sin embargo, aseguran que esta especie de versión noruega de «The Crown» exagera en su dramatización de los hechos y que nunca existieron pruebas de la relación entre la princesa Martha y el presidente de Estados Unidos. Los guiones caen en la exageración, según los historiadores, al presentar a Martha como la persona que pudo convencerlo por sí sola de que participara en la Segunda Guerra Mundial, enviando tropas que se unieran al esfuerzo de los Aliados o que declarara la guerra a Japón después del bombardeo de Pearl Harbor. La serie llega a asegurar que la princesa cambió el curso de la guerra, pero, según los historiadores, es pura invención, a pesar de su compromiso.

Sin embargo, algunos indicios prueban que, si bien la princesa no estaba enamorada, él sintió una verdadera pasión por ella. El hijo de Roosevelt, James, declaró en su día que no había duda de que Martha fue una figura importante en la vida de su padre durante la guerra ... «y que existe una posibilidad real de que se desarrollara una verdadera relación amorosa entre el presidente y la princesa«. El escritor Roald Dahl, piloto de las Fuerzas Aéreas Británicas en Washington, en ese momento, escribió: »El presidente tiene en mente que le gustaría acostarse con ella«.

El príncipe Olav de Noruega y la princesa Marta, en su visita a la Casa Blanca en 1939. / Getty images

Martha nació en Estocolmo el 28 de marzo de 1901. Fue bautizada como Martha Sofia Lovisa Dagmar Thyra. Era hija del príncipe Carl de Suecia y la princesa Ingeborg de Dinamarca. La princesa se comprometió con su primo, el entonces príncipe heredero de Noruega, Olav, durante los Juegos Olímpicos de 1928, en Ámsterdam. La noticia del compromiso fue muy bien recibida. Se tomó como una señal de que ya no había tensión tras la disolución de la unión entre Noruega y Suecia, pero también fue claramente una unión basada en el amor. La boda tuvo lugar en la iglesia de Vår Frelsers (hoy la catedral de Oslo) el 21 de marzo de 1929.

La pareja se instaló en el palacio de Skaugum, un regalo de bodas. Cuando el edificio principal de Skaugum se destruyó en un incendio en 1930, la Princesa Martha participó activamente en la planificación del nuevo edificio. Encantadora, abierta y de rasgos muy armónicos, Martha pronto se convirtió en un miembro muy popular y respetado de la Familia Real. Desarrolló una vida pública muy activa e instauró la costumbre de dar discursos públicos, en un momento en el que era inusual para las mujeres de la realeza. Después de la Segunda Guerra Mundial, fue recibida como una heroína en Noruega y elogiada por todo lo que había hecho por el esfuerzo de guerra noruego. El rey Harald, su hijo y actual monarca de Noruega, llamó a su propia hija Martha en honor a su madre.

Martha y Olav tuvieron tres hijos: la princesa Ragnhild, nacida en 1930, la princesa Astrid, nacida en 1932, y el príncipe Harald (el futuro rey Harald V), nacido en 1937. El príncipe fue el primer heredero nacido en suelo noruego en 567 años.

Cuando las tropas alemanas invadieron Noruega el 9 de abril de 1940, la Familia Real, el Gobierno y la mayoría de los miembros del Parlamento huyeron antes de que los alemanes llegaran a Oslo. La princesa heredera Martha y sus tres hijos cruzaron la frontera hacia Suecia esa misma noche. Pero los suecos no la recibieron bien, temiendo que su presencia pusiera en peligro su neutralidad. El 12 de agosto viajaron a Estados Unidos por invitación del presidente Franklin D. Roosevelt.

Los príncipes habían trabado una cercana amistad con el presidente de los Estados Unidos y su esposa durante una extensa gira que habían realizado en el verano de 1939. Los Roosevelt invitaban a menudo a la pareja a la Casa Blanca, tanto para actos públicos como privados. Su amistad abrió las puertas a la princesa heredera, que trabajó asiduamente para promover los intereses noruegos, una vez en suelo norteamericano. Participó en una amplia gama de actividades, desde realizar visitas oficiales y dar conferencias y discursos, hasta participar en operaciones de socorro para los refugiados.

Martha recibió una cálida bienvenida cuando regresó a Noruega con los niños y el rey Haakon el 7 de junio de 1945. Sus incesantes esfuerzos durante la guerra la hicieron aún más popular entre el pueblo noruego. Fue ella quien pronuncio los discursos oficiales de Nochevieja en 1946 y 1950. Su muerte, el 5 de abril de 1954, de cáncer, fue una gran pérdida para el príncipe heredero Olav y para Noruega. Nunca se convirtió oficialmente en reina de Noruega. Sin embargo, como dijo el obispo de Oslo, en su funeral: «En nuestros corazones, ella ha sido durante mucho tiempo nuestra Reina, y lo será para siempre». Fue enterrada en el Mausoleo Real del Castillo de Akershus, el 21 de abril de 1954.En 2005, se reigió una estatua de la princesa en la embajada noruega en Washington.

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