No se puede pasar por alto el gesto de la reina Letizia, que acude hoy al Festival de Cine Ópera Prima de Tudela que, en esta edición, homenajea a la directora de cine Pilar Miró. Se cumplen 25 años de su muerte y, desafortunadamente, se han borrado las huellas de la mujer más importante del audiovisual en los años 80, probablemente la única que fue tomada en serio por el todopoderoso partido socialista de Felipe González del 82.
Pilar Miró fue la primera mujer nominada a un Goya (en el 86, por 'Werther') y la primera que se lo llevó (en realidad, dos, a la dirección y el guión de 'El perro del hortelano' (1996). Hasta fue avanzadilla de un #MeToo que aquí ni se ha producido aún: se atrevió a denunciar en 1981 que había sufrido acoso sexual en Televisión Española.
TAMBIÉN TE INTERESA
Pilar Miró (Madrid, 1940) empezó de meritoria en los años 60, cuando aún estudiaba en la Escuela de Cine, y terminó de directora general, la primera, en 1986. «Lo que les molestaba a los hombres era una directora mujer, con gobierno, con autoridad», ha recordado Emma Cohen, a la que dirigió para 'Estudio 1' en los 60. «Era un ser puro que quería disfrutar con su trabajo y hacerlo a la perfección». Dicen que fue ella la que, ya en los 70, insufló valores democráticos en la popular serie 'Curro Jiménez'.
Ana Belén también la conoció por esas fechas. «Pilar era una caña. No se casaba con nadie», recordó en el programa 'Imprescindibles'. «Y le daba igual que fuera un primer actor que uno que pasaba por allí. Era durísima con todos». La misma Pilar Miró explicó esa actitud: «Tenía que hacerme respetar en un lugar donde todos los días me estaban poniendo a prueba. Eso me hacía tomarme las cosa muy en serio». Seguramente, esta situación le suena a la reina Letizia.
La irresistible ascensión de Pilar Miró la llevó directamente al cine: sus películas fueron las más comentadas en los 80. En 'La petición' (1976), Ana Belén mataba accidentalmente a su amante (Emilio Gutiérrez Caba) de un golpe contra el cabecero de la cama en un lance sexual. Fue un taquillazo. Y estuvo muy cerca de ser prohibida.
Sí lo fue 'El crimen de Cuenca' (1979), aún más polémica por denunciar un caso de tortura. Ha sido la única película prohibida durante la democracia y no se pudo estrenar hasta 1981. En 'Gary Cooper que estás en los cielos' (1980) Pilar Miró se retrató a sí misma. La protagonista, interpretada por Mercedes Sampietro, es una directora de cine que se siente fracasada en su vida personal y que sufre una dolencia cardíaca que la lleva a una operación de urgencia.
Aunque Pilar Miró padecía desde niña del corazón (tenía dos válvulas afectadas) y fue operada dos veces a corazón abierto, era una trabajadora incansable. Cuando se estrenó 'Hablamos esta noche' (1982), un alegato contra las nucleares, ya había montado en el teatro 'Los hijos de un dios menor' y dirigido una ópera: 'Carmen'. En 1986 estrenó en el cine 'Werther' y en 1991, 'Beltenebros', con reparto internacional.
Esta furiosa actividad explica que, en 1982, a los 42 años, se convirtiera en Directora General de Cinematografía. También influyó su especial relación con Felipe González, del que fue asesora de imagen (ya militaba en el PSOE desde 1976) y sobre el que tuvo gran influencia.
Pilar Miró protegió a Felipe Gonzzález hasta lo innombrable. En 1989, ya como directora general de RTVE, presionó a la directora de la 'Bola de cristal', Lolo Rico, para que el programa no le criticara y esta terminó dimitiendo. Fue el fin del mítico espacio de Electroduendes para niños y no tan niños.
La relación de Pilar Miró con Felipe González y el socialismo ha sido más que controvertida. De hecho, cuando en 1980 se supo que Miró estaba embarazada de padre desconocido, se barajaron dos nombres como posibles progenitores: el mismo Felipe González y José Luis Balbín, el popular presentador del programa de debate 'La Clave'.
.Jamás se supo quién fue el padre, pero sí que Pilar Miró encarnó las luces y sombras de la supermujer de los 80: esa que se mataba para «tenerlo todo» y que, al final, solo podía salir a flote a base de enormes renuncias (jamás admitidas en el fuero interno ni reconocidas socialmente).
Pilar Miró no lo tuvo todo, pero lo intentó. De hecho, reunió en su persona un poder formidable en un momento en el que aún se podía dar forma a las cosas. Fue ella la que, desde la Dirección General de Cinematografía, aprobó la llamada Ley Miró que renovó la industria española según el modelo francés, subvenciones incluidas.
También financió la campaña que consiguió el Oscar para 'Volver a empezar' en 1983, promocionó las películas españolas en festivales de todo el mundo (en 1984, Paco Rabal y Alfredo Landa ganaron el premio a la interpretación en Cannes por 'Los santos inocentes') y privilegió estratégicamente al festival de San Sebastián.
Por supuesto, tanto poder en acción (y su carácter insobornable) le granjeó bastantes enemigos. Cuando descubrieron que había utilizado fondos públicos para comprarse unos vestidos de Jesús del Pozo para asistir a actos protocolarios, la oposición se le echó encima. La campaña de desprestigio fue brutal, con ataques furibundos, y provocó su dimisión en 1989 como directora de la radio y la televisión pública.
Miró no encontró el apoyo esperado en el grupo socialista, a pesar de que todo el mundo tenía claro que era inocente. De hecho, el juez sobreseyó el caso en 1993. «No me gusta que se olvide tan fácilmente que he sido yo la que he recibido las más humillantes bofetadas sin que nadie en el partido, ni en el Gobierno, moviera una pestaña siquiera como signo de comprensión, ni mucho menos de afecto», escribió Pilar Miró en 1994.
Si la política la defraudó, el cine le dio gloria. En 1993 estrenó 'El pájaro de la felicidad' y en 1996, 'El perro del hortelano', que obtuvo siete premios Goya, incluidos dos para Miró (dirección y guión). Su última película fue Tu nombre envenena mis sueños, en 1996. Al año siguiente, poco después de realizar para Televisión Española la boda de la infanta Cristina (antes ya había realizado la de Elena), falleció de un infarto.