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Debut en París

La primera visita de Estado de la reina Sofía con 17 años: cena de gala, visita a Versalles y la tiara que llevó el día de su boda

La reina Sofía fue consciente de sus deberes desde muy temprano. Siendo todavía adolescente acompañó a sus padres en varios viajes de Estado. El primero de ellos fue a Francia, donde asistió a dos cenas de gala con su tiara prusiana.

Doña Sofía junto a su hermana Irene y acompañada por su madre, Federica de Grecia. GTRES

A mediados de los años cincuenta, la princesa Sofía de Grecia y Dinamarca, la mayor de los hijos del rey Pablo I y la reina Federica de Grecia, y futura reina de España, se convirtió en una aliada imprescindible para sus padres y para la Corona del país Heleno. Sofía, una muchacha estudiosa, deportista y con un gran sentido de la responsabilidad, empezó a acompañar a Pablo y Federica en sus viajes, primero dentro del país y, más tarde, fuera.

Era todavía una adolescente, pero hizo incluso algunos viajes sola. Grecia salía a duras penas de la guerra y la inestabilidad y, a veces, había que ir caminando para llegar al destino y otras hacerlo a lomo de mulas por caminos pedregosos. Cuando había suerte, se viajaba en jeep descubierto. La princesa, bastante tímida, se convirtió en una figura muy popular entre los griegos.

El primero de los viajes de Estado que hizo la princesa Sofía fue a Francia. El rey Pablo, la reina Federica y la princesa fueron recibidos por el presidente francés, René Coty, en París, al inicio de su visita, que tuvo lugar en junio de 1956, cuando Sofía tenía 17 años. Esa misma noche, el presidente francés ofreció una cena de gala en honor del rey Pablo, la reina Federica y la princesa Sofía. Entre los asistentes estaban la princesa María de Grecia, tía de Sofía, su prima, la princesa Eugenia de Grecia, duquesa de Castel Duino, y su hija, la princesa Tatiana Radziwiłł. Estaban afincadas en París en aquellos años.

La tiara prusiana de la reina Sofía

La reina Federica lució la «parure» de rubíes de la realeza griega, mientras la princesa Sofía llevó la tiara prusiana, la misma que lució el día de su boda y que hoy está en Madrid, en su joyero personal. Llevó prendida del vestido la banda de la Orden griega de las Santas Olga y Sofía). La princesa María lució su tiara de olivo de Cartier, mientras la princesa Eugenia escogió su tiara de diamantes y el collar de zafiros del ducado de Castel Duino y la princesa Tatiana, también una adolescente, llevó la tiara de perlas de Cartier de su familia. Sofía y Tatiana eran grandes amigas ya en aquella época y hoy, la princesa, Radziwill por matrimonio, es una de sus confidentes.

Los visitantes recorrieron, al día siguiente, el Palacio de Versalles, y, por la noche, el rey, la reina, que lucía el aderezo de esmeraldas de la Corona griega, y la princesa, de nuevo con la tiara prusiana, fueron los invitados de honor de un banquete en el Ministerio de Asuntos Exteriores francés, en el Quai d'Orsay de París.

Doña Sofía de Grecia, en una imagen de archivo. GTRES

En algunas fotos de aquella visita, se puede ver a la princesa Sofía con gesto serio, siguiendo a su madre, con un vestido abrigo de color claro y un sombrero de estilo «pill box». En una de las cenas de gala, Sofía lleva un vestido de corte princesa con un gran escote barco que deja sus hombros al descubierto.

Tataranieta de la reina Victoria

La hoy reina Sofía nació en el Palacio de Tatoi, cerca de Atenas. Su padre era el rey Pablo I de Grecia y su madre, la princesa Federica de Hannover, que llegaron al trono tras años de exilio durante la II Guerra Mundial. Sofía pertenece a la rama griega de la dinastía Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg.

Una de sus tatarabuelas es la reina Victoria de Inglaterra. Es Alteza Real desde que nació, por ser nieta del rey Constantino I de Grecia, y vino al mundo como princesa de Grecia y Dinamarca. Desde su infancia, supo lo que significa llevar una corona y, sobre todo, los sacrificios que conlleva.

Doña Sofía y el rey Juan Carlos I, en una imagen de 1962. GTRES

La princesa y su familia pasaron varios años exiliados en Egipto y Sudáfrica, durante la Segunda Guerra Mundial. Se mudaron a Egipto en febrero de 1944. En unas cartas personales, la reina Federica escribió sobre su hija: «Sophie tiene una voluntad muy fuerte, pero también un carácter muy maternal, y protege a sus hermanos pequeños». La familia regreso a Grecia en 1946, cuando un referéndum restauró al tío de Sofía, Jorge, en el trono. Sofía, que tenía ocho años, pasó unos años felices y relativamente libres en el Palacio de Tatoi.

En 1947 sus padres se convirtieron en reyes. Sofía terminó su educación en el prestigioso internado Schloss Salem, en el sur de Alemania, y luego estudió puericultura, música y arqueología en Atenas. También pasó por el Fitzwilliam College, una universidad miembro de la Universidad de Cambridge. Antes había realizado unas prácticas en una maternidad de Atenas, Mitéra, fundada por su madre.

Sofía de Grecia, marcada por el exilio

Su infancia temprana marcada por el exilio y por la constante ausencia de sus padres, siempre de viaje, la hicieron muy consciente de sus deberes. De su madre, Federica de Hannover, heredó el sentido de la solidaridad y la empatía con los que sufren y de su padre, Pablo I de Grecia, la religiosidad y la espiritualidad. También aprendió el sentido del sacrificio, dado que el exilio duró ocho años y la Familia Real griega no era una familia rica, lo que les obligó a vivir, con frecuencia, de la generosidad de familiares y amigos.

Dos años antes de esta visita de Estado a Francia, la reina Federica había organizado el crucero del Agamenón, para que los jóvenes de la realeza que salían de una guerra pudieran conocerse. Sofía conoció a su futuro marido, el príncipe Juan Carlos, en aquella travesía, pero apenas repararon el uno en el otro.