La fascinante vida de Thierry Russel, padre de Athina Onassis: niño bien, infiel y con una familia paralela

Juanra López Publicado · 19 de octubre de 2025, 13:35 h

Cuando se encontró el cuerpo sin vida de Christina Onassis, el 19 de noviembre de 1988, en el country Tortugas, cercano a Buenos Aires, se comenzó a forjar la leyenda no solo de la causa de su muerte sino también sobre qué papel había jugado su historia de desamor con Thierry Russel, su cuarto marido, y padre de su única hija, Athina Onassis.

Thierry Russell, que cumplió 72 años el pasado 16 de febrero, es muy notorio por su relación con la infortunada hija del naviero griego Aristóteles Onassis, pero su background personal es mucho menos conocido. Precisamente por su imagen de play-boy quedó diluido su pasado familiar que le llega a emparentar incluso con la aristocracia.

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En efecto, Thierry Patrick François Roussel vino al mundo el 16 de febrero de 1953 en Neuilly-sur-Seine, Hauts-de-Seine, muy cerca de París. Su padre, Henri Julien Gaston Roussel, fue presidente y director general de los Laboratorios Farmacéuticos Roussel Uclaf. Su mujer era Francine Grinda, hija de Jean-Paul Grinda y nieta del político francés Édouard Grinda.

Thierry Russell acabó la secundaria en 1972 y posteriormente estudió Económicas en la prestigiosa Universidad Panthéon-Assas, situada en el Barrio Latino de París. Tiene dos hermanas, Patricia y Christine Roussel, duquesa viuda de Luynes (su marido fue Jean d'Albert, duodécimo duque de Luynes). Su tío materno Jean-Noël Grinda, un notable tenista francés que representó a su país en diversas ocasiones en la Copa Davis.

Respecto a la fortuna familiar hay que destacar que proviene de la corporación farmacéutica Roussel Uclaf, que en los años veinte fue la segunda compañía del sector más importante de Francia. En 1997 se vendió a la empresa alemana Hoechst AG y en 2004 fue absorbida por el grupo Sanofi Aventis.

Thierry Russell saltó a los medios de comunicación por su historia de amor con Christina Onassis, con quien se casó en 1984. Son muchos los rumores y las leyendas urbanas que rodean a esta pareja, que ya estaba rota cuando nació su hija Athina, el 29 de enero de 1985. De hecho, ya habían comenzado los trámites de divorcio unos meses antes, después de al menos una infidelidad acreditada por parte del empresario francés. Onassis, por cierto, había tenido anteriormente una breve amistad con Carlos Falcó, marqués de Griñón.

De hecho, mantuvo una relación paralela con la ex modelo sueca Marianne «Gaby» Landhage, con quien tuvo a sus dos hijos mayores antes de que naciera Athina Onassis. Erik nació en julio de 1985 y Sandrine en mayo de 1987. Finalmente Thierry se casó con la modelo en 1990 y Athina, cuyo padre tenía su custodia, fue una de las damas de honor. Ampliaron la familia con Johanna, en julio de 1991.

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Russel habló con la revista argentina Gente un mes después de la muerte de su ex mujer y sus palabras no requieren mayor comentario: «Fui el único que la amó. Tenía los caprichos lógicos de cualquier mujer. Su ansiedad, en cambio, era más fuerte que nuestro amor. Le ofrecí lo máximo que pude: el amor de un hombre, una familia y una vida sin sobresaltos, pero no la pude estabilizar».

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La herencia de Christina Onassis fue gestionada durante la infancia de Athina por una Junta de Administradores, de la que formaban parte los fideicomisos Stelio Papadimitriou, Paul Ioannidis, Apostolos Zabelas, Theodore Gabrielides y el propio Roussel. Era la Junta la que tenía que aprobar todos los gastos que se hicieran a cargo de la herencia, por lo que el empresario amenazó con volver a París, donde tendrían que pagar más impuestos.

En 1999, en plena guerra con los cuatro griegos, como se les denominaba, un tribunal de Vaduz determinó que la herencia fuera transferida a la consultora KPMG Fides en la localidad suiza de Lucerna. Cuando Athina, que hace unos meses reapareció en París, alcanzó la mayoría de edad pasó a controlar la mitad de su fortuna. All llegar a los 21 no logró presidir la Fundación Onassis, creada por su abuelo en honor a su tío, Alexander Onassis. La junta de la organización se enfrentó a ella, al considerar que no estaba preparada para continuar con el legado familiar porque no tenía ningún vínculo con Grecia.

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