Giorgio Armani posa al final de su desfile Privé para este otoño 2025. D.R.

GIORGIO ARMANI

Adiós a Giorgio Armani: el diseñador italiano que celebró éxitos en todos los pilares de su negocio

Giorgio Armani ha muerto a los 91 años, tras celebrar el 50º aniversario de su firma homónima, el 25º de su línea de hogar y el 20º de la exclusiva alta costura. Repasamos la figura de un hombre icónico.

El diseñador italiano Giorgio Armani ha fallecido este jueves, 4 de septiembre, según ha comunicado el propio grupo que fundó. Este mismo mes, Mujerhoy publicaba un extenso reportaje sobre la figura de uno de los nombres que más ha aportado al mundo de la moda y que trataba de homenajear al hombre que poco antes de dejarnos celebraba el 50º aniversario de su firma homónima, el 25º de su línea de hogar y el 20º de la exclusiva alta costura. Recuperamos aquí el encuentro que Mujerhoy tuvo con Giorgio Armani recientemente.

Homenaje a Giorgio Armani

No se conquista la industria de la moda sin hacer lo propio con la del cine. Giorgio Armani (Piacenza, 1934) puede presumir de haberlo logrado en ambas y de dominar, asimismo, todas las que se han puesto en su camino: la decoración, la gastronomía, la hostelería… además de reinventarse unas cuantas veces.

El primer largometraje para el que Armani diseñó el vestuario fue American Gigoló (1980), y con él moldeó el imaginario moderno del hombre elegante, tan solo cinco años después de crear su célebre casa de modas. Sus looks convirtieron a Richard Gere en un símbolo del buen gusto.

Giorgio Armani junto a sus modelos. GERMAN LARKIN

Otro de los más sonados fue Paranoia (2013), en el que además de vestir a Harrison Ford creó el set del apartamento principal con su división Armani/Casa. Hoy puede presumir de haber participado en más de 200 largometrajes en toda su carrera. Por no hablar de las alfombras rojas y las celebridades a las que ha vestido. ¿Un ejemplo inolvidable?

Enfundada en un Armani de chaqueta y falda, Diane Keaton recogió su primer Oscar a Mejor Actriz por Annie Hall, de Woody Allen, en 1978. Un estilismo que es historia de la moda por todo lo que implica. Le di a la mujer la chaqueta, los pantalones, la camisa… la idea era utilizar piezas del imaginario masculino, de manera femenina», le contaba al diario italiano Domenica del Corriere, en 1983.

Elegancia, pero no extravagancia. Esas son las máximas que ha defendido desde sus inicios en esta fascinante industria y que, a sus 91 años, aún profesa. La primera prueba histórica es el mencionado conjunto de Keaton, pero el estilo trajeado de otras mujeres icónicas como Marlene Dietrich también coincide singularmente con la visión de la moda del diseñador. El power suit femenino fue solo una prolongación de lo que ya había hecho en la moda masculina: deconstruir el traje con una chaqueta más ligera y pantalones sin pinzas, para otorgar libertad y ligereza al cuerpo.

Giorgio Armani en el Aeropuerto de Linate, junto al cartel de su firma. D.R.

Sus colores fetiche también contribuyeron a idear el nuevo concepto de la mujer moderna y elegante, con ese toque de practicidad que caracteriza a sus diseños: el greige, esa mezcla entre el gris y el beis que es cálido, sin dejar de ser elegante, atemporal y neutro; y el azul Armani, inspirado en el río Trebbia, que pasa por su ciudad natal. «Siempre me ha gustado el paisaje que rodea sus aguas azules, su sensación de evasión. Nunca dejaré de estar ligado a ese mundo», asegura.

No fue hasta enero de 2005 cuando descubrimos la primera colección Armani Privé, es decir, la de alta costura. Su nombre evoca lo privado, lo exclusivo. «Veinte años de Privé han sido un viaje liberador, que sigue llenándome de satisfacción tanto desde el punto de vista creativo, como desde la perspectiva empresarial, que nunca es un aspecto secundario», sintetiza el modisto.

Confeccionadas en su atelier parisino bajo los estándares de la Federación de la Alta Costura y Moda francesa, los sueños suelen ser un tema recurrente de sus creaciones; así como la artesanía, los tejidos exquisitos y los bordados-joya, constantes innegociables. Por el camino, ha conquistado a actrices como Demi Moore, Nicole Kidman, Penélope Cruz, Zendaya, Cate Blanchett… y las ha vestido en premios como los Oscar. En España, en 2021, Ángela Molina recibió su Goya de Honor con un Armani Privé confeccionado a medida.

El suyo es un caso de éxito como pocos. En 1982, la revista Time lo consagró como hombre del año, a la vez que lanzaba su primer perfume. Este 2025, Forbes le otorga el cuarto puesto de hombre más rico de Italia. Entre diseñadores, es el primero del mundo. Detrás de esas cifras hay una trayectoria para nada ordinaria: dejó su ciudad natal para mudarse a Milán y estudiar Medicina.

Imagen vintage de la primera tienda de Giorgio Armani en Milán. D.R.

Tras ser escaparatista en La Rinascente, descubrió que la moda era su verdadera pasión y dejó la carrera. «Empecé diseñando de forma independiente, pero Nino Cerruti fue mi verdadera escuela. El encuentro con Sergio Galeotti, que vio todo el potencial de mi visión, desembocó en el lanzamiento de la empresa Giorgio Armani en 1975. El resto, como suele decirse, es historia», resume emocionado. En Italia lo llaman el rey de la moda y, con más de 300 tiendas en todo el mundo, no es para menos. Pero es un referente en muchas otras cosas más.

Armani/Casa, por ejemplo, es otro aplaudido proyecto, que además le toca muy de cerca: «Empecé a aplicar mi estética al diseño de interiores muchos años antes del lanzamiento oficial. Era la evolución lógica de mi mundo creativo», simplifica. Su primera creación, en los años 80, fue la lámpara Logo, que hoy es un icono.

Pero no fue hasta dos décadas después cuando fundó la línea con la que aterrizó otro de sus grandes logros: el primer Hotel Armani, en el emblemático Burj Khalifa de Dubái, inaugurado en 2010, y decorado, naturalmente, por su estudio. El segundo lo abrió en Milán solo un año después. Tras ellos, ha diseñado incontables residencias de lujo e incluso un yate de varias decenas de millones de euros. Pero la restauración y los servicios ya eran parte de su universo: abrió el Armani Spa en 1976 y el primer Emporio Armani Café llegó a París en 1998.

Imagen de backstage del desfile FW19 Privé. D.R.

«Era un concepto pionero. Un lugar donde la gente pudiera hacer una pausa. Pero también reflejaba mi deseo de trasladar el estilo Armani a todos los ámbitos imaginables», reflexiona sobre el último. Poco a poco lo ha conseguido. En el año 2000 realizó el interiorismo del restaurante Nobu Milán, para después abrir 24 cafés y restaurantes con su sello, en todo el mundo. Otra de las divisiones, Dolci, presume de bombones y vuelve virales sus panettone cada Navidad.

Si el cine es el séptimo arte y no se le resiste, el teatro no podía ser menos: para el reestreno de Macbeth en el majestuoso teatro La Scala de Milán, la división floral de la compañía, Armani/Fiori, irrumpió con una espectacular puesta en escena con más de 10.000 rosas y 3.000 orquídeas decorando los palcos.

«De parte de Giorgio Armani y de todo Milán, ¡bienvenidos de nuevo!», rezaba el cartel que el fundador mandó instalar en via Broletto, a cinco minutos andando del escenario. «Trabajar con flores es apasionante, porque la creatividad y la vitalidad de la naturaleza brillan en todo su esplendor. Siempre es enriquecedor y está lleno de sorpresas», confiesa. A esta pasión, la editorial Rizzoli le dedica el libro homónimo y repasa sus creaciones inolvidables.

El año 2000 fue prolífico para Giorgio Armani, pues también lanzó Armani Cosmetics. Tan bello como las flores es para él ese mundo del maquillaje, que le resulta fundamental «para completar los looks y el mensaje de cada colección», de la misma forma que la perfumería le parece «una de las tareas de expresión más interesantes».

Lo prueba el incontable número de fragancias que ha lanzado en su carrera. Una de las más especiales, Acqua di Giò, se inspira en la isla de Pantelaria, donde tiene una villa con más de 50 habitaciones y en la que capturó la esencia del Mediterráneo, con la misma precisión con la que le enseñaron a formular química en los años que cursó Medicina. Todo cala y todo queda en la mente del diseñador más exitoso del mundo.

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