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Miuccia Prada, así se enfrenta una diseñadora a una pandemia

Con su particular enfoque, siempre iconoclasta e inconformista, ha forjado una visión de la moda intelectualizada y sofisticada. La diseñadora italiana nos cuenta cómo afronta esta nueva e incierta etapa.

La diseñadora Miuccia Prada. getty
Miuccia Prada, así se enfrenta una diseñadora a una pandemia
CATHY HORYN

Miuccia Prada (Milán, 1949) es demasiado inteligente para hacer predicciones post-pandemia. “Los diseñadores no pueden cambiar el sistema económico”, asegura. La escritora Ingrid Sischy, ya fallecida, describió en una ocasión el concepto del diseño que tenía Miuccia Prada, o de la mayoría de las cosas que le interesaban, como “dar puñetazos y dialogar”. Tuve conversaciones con Prada –antes de sus desfiles en Milán, en una larga entrevista mientras comíamos en 2014– y me di cuenta de lo abierta que estaba su mente. Pero, al mismo tiempo, cómo podía rechazar, con un suave empujón, una idea. Sus seguidores conocen todo lo que ha hecho en las últimas tres décadas –desfiló con su primera colección en 1988, a los 39 años–, pero enfrentarse a su brillantez, incluso a través de Zoom, es recordar de nuevo que la moda se define menos por la elaboración y los materiales que por las ideas bien trazadas.

Innegablemente, la compañía que dirige Miuccia Prada está en un momento decisivo. La región de Lombardía ha sido fuertemente golpeada por la pandemia, y tanto la diseñadora como su esposo, Patrizio Bertelli, director ejecutivo de la firma, se centraron inicialmente, como muchos otros propietarios de empresas italianas, en proteger las vidas de sus empleados y los medios de subsistencia. En una conferencia a distancia, celebrada el mes pasado con varios analistas financieros, Bertelli, con su característico candor, reconoció los severos efectos de la recesión económica. Y luego está la nueva alianza de Prada con Raf Simons, que oficialmente empezaba después del verano y promete, a la vez, diversión y un guiño a lo desconocido.

No me gusta la retórica sobre lo que va a pasar después del coronavirus, que todos vamos a ser buenos, que todos vamos a ser mejores... Veremos si la gente aprende algo”.

Cuando hablamos en julio, Miuccia Prada está en el cuarto de estar de su apartamento de Milán, un amplio espacio estilo loft, lleno de libros, de arte (un enorme Baldessari cuelga a su derecha) y con un par de sofás tapizados en verde oscuro. Lleva puesto un vestido de seda color amarillo oro. No está de humor para reflexionar sobre la forma en que la pandemia puede cambiar la sociedad. “Quizá lo que no me gusta de este momento es la retórica sobre lo que va a pasar después del coronavirus: que todos vamos a ser buenos, que todos vamos a ser mejores –asegura con un punto entre malhumorado y pensativo–. Los que son inteligentes seguirán siendo inteligentes y entenderán todavía mejor las cosas. Y a los que no les importa nada o son superficiales seguirán igual. Veamos si la gente aprende algo”, sentencia.

Pero no ha terminado. “El otro discurso que no me gusta es el de que estamos en un momento como el de después de la guerra. Es difícil definirlo, pero tengo la impresión de que la I y la II Guerra Mundial fueron momentos en los que la gente era, de alguna manera, más inocente. Entonces había una alegría verdadera y un placer en la reconstrucción. La gente bailaba en las calles cuando terminó la guerra. No veo felicidad ahora. Primero, porque estamos todavía bajo la amenaza y también porque el mundo es tan complicado...Siguen sucediendo tantas cosas negativas. Y, por supuesto, está Internet, que amplifica mucho más las cosas malas que las buenas, con lo que estás constantemente sumergido en la negatividad”.

Le digo que la gente habla a menudo del New Look de Dior, surgido en 1947, como un ejemplo de renacimiento y creatividad. No está de acuerdo. “No niego que se puedan tener momentos de vestirse y tratar de pasarlo bien. Por supuesto que van a ocurrir, pero no como ese momento. Aquello fue tan diferente, no veo ninguna similitud con ese momento”. Además Dior no sabía nada de las noticias durante las 24 horas ni de las redes sociales.

Prada continúa: “Por las mañanas, tratas de leer sobre esto, sobre aquello. Pero, ¿cuánto puedes leer sobre todo? Esa es mi mayor frustración y también uno de los puntos más difíciles. Esa es la razón por la que la gente cae en la pequeñez. Porque captar el conjunto es difícil, prácticamente imposible. Y la gente tiende a cerrar el objetivo”, afirma. “Tienes que pensar. Y no puedes tener una respuesta rápida para todo. En realidad, no tienes respuestas rápidas sobre nada”.

Menciono el comentario de Simons sobre que “la pandemia nos ha llevado a todos fuera del sistema” y que también Marc Jacobs dijo algo similar. Prada es más práctica y reconoce que actualmente parece estar produciéndose una especie de carrera de armamento en los desfiles de moda. “Básicamente, como diseñadores, estamos al servicio de una empresa. Así que, si la compañía decide que quiere 20 desfiles y acelerar –y siempre habrá alguien mayor que acelerará–, tienes que acelerar. Si decides ser más pequeño, corres el riesgo de quedarte fuera del sistema”, reconoce.

Y continúa diciendo: “Incluso antes de la pandemia, siempre hemos dicho que era demasiado. Pero no es porque nos guste hacer 10 desfiles, que no nos gusta. De nuevo, es por la globalización. Tienes que estar en todas partes, porque tus clientes te quieren. Tienes que mostrarte. Si solo estas interesado en Europa, significa que tu mente es estrecha. Tampoco podemos olvidar que vivimos en el sistema económico en el que vivimos, llamado capitalismo. Eso es lo que marca los acontecimientos”.

Por eso, la diseñadora no ve que sea tan fácil cambiar el sistema de la moda. “Existe esa esperanza, por supuesto –asegura–. Todos hemos sentido que la presión era demasiada, y también que había demasiadas cosas, demasiada producción, demasiado de todo. Pero tenemos que estar listos para debatir sobre el sistema económico. No es que los diseñadores puedan cambiarlo. Podemos tratar de hacer menos, ser más conscientes sobre el medioambiente, pero eso es tan poco comparado con la reducción de todo lo que se malgasta en el mundo... Todas las críticas deberían ser profundamente políticas, no solo sobre el sistema de la moda. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dicen mis colegas. Totalmente. Pero soy más cínica tratando de entender las dificultades de algo así”.

Entonces, ¿cuándo vendrá el cambio? “Primero, la gente debería volver a votar. Sé que mucha gente joven dice: “No me gusta la política, no voto”. Y yo digo: “Escuchad, hay una manera en la que podéis influir en la política”. La única solución si quieres cambiar de verdad las cosas es ser más político y dedicar más tiempo a pensar en ello. La respuesta debe ser colectiva”, explica la diseñadora.

Prada ha estado sumida en “lo colectivo” desde que se unió al Partido Comunista cuando estudiaba en la Universidad de Milán, en los años 60, aunque para los jóvenes europeos de la época era algo típico. La política todavía le interesa, aunque sabe que, como diseñadora de moda, es una cuestión comprometida. “La política es una de las cosas que más me importan –dice riendo–. Pero soy una rica diseñadora de moda y siempre rehúso hablar sobre ella. No quiero hacer política, porque soy una diseñadora de moda que hace ropa para gente rica, y entonces, ¿cómo puedo ser una política? En el momento en el que pare de hacer ropa y cambie de trabajo, podré hacerlo. Hago política de otras maneras: a través de la acción, pero nunca haciendo declaraciones”.

Le digo que una de las cosas que más me gusta es escuchar lo apasionados que son los diseñadores. Es decir, lo sabía, pero... “Siempre trato de pensar sobre por qué la idea de la moda puede, de alguna manera, ser embarazosa –me interrumpe–. Aunque haya tanta gente que adore la moda, para algunos es algo embarazoso. Probablemente, porque habla sobre el cuerpo, sobre tu parte física, sobre tu sexualidad. Por definición, es algo tan personal que probablemente la gente prefiera no hablar de ella. No es como hacer una silla. Es mucho más difícil ser un diseñador de moda; para hacerlo bien necesitas pensar mucho”.

Sabiendo que probablemente no hablaría sobre su colección con Raf Simons, le pregunto sobre el proceso de trabajo de él. Mueve la cabeza: “Acabamos de empezar a trabajar juntos, así que sinceramente no tengo nada que decir por el momento y especialmente si él no esta aquí”.

Si pienso en lo relevante que fue la literatura para mí... Aprendí a hacer moda a través de la literatura y de las películas.

La primera colección de Prada se puede ver en YouTube. Vale la pena, sobre todo porque es tan diferente a todo lo que después la ha hecho famosa. Muchas de las modelos eran mayores. [Cuando le pregunté en 2014 por qué no ponía modelos mayores en sus desfiles –una tendencia del momento–, me contestó que era un cliché. Aunque ella ya lo había hecho]. Dice que, después de ese primer desfile, la gente en la empresa y en su entorno “decidió que no era una diseñadora de moda y que tenía que ser más propiamente una diseñadora”. Trató de hacerlo durante un tiempo y luego lo dejó. “Decía: “Escuchad, hago lo que quiero. No soy una diseñadora, soy quien soy”. Al principio, a nadie le gustaba lo que hacía excepto a un puñado de gente sofisticada que me apoyó. Para los que preferían el clasicismo, había algo muy perturbador en mis diseños. Y para los que optaban por la vanguardia, no eran lo suficientemente vanguardistas. Y, en realidad, me gusta estar en ese sitio en el que no gusto a la gente pero intrigo probablemente a todo el mundo. Hacer algo normal que parece profundamente extraño”.

Hace una pausa y mira al horizonte. “De cualquier manera, estamos listos para una nueva aventura”, anuncia. Miuccia Prada y Patrizio Bertelli tienen dos hijos y en 2018, el mayor, Lorenzo, piloto de carreras retirado, se unió a la firma de la familia como director de marketing y comunicación. Le pregunto hasta qué punto la forma de pensar de su hijo es diferente de la de ellos: “Tiene una mentalidad diferente. La globalización es algo normal para su generación. De todas formas, no quiero hablar de él”.

Miuccia Prada casi nunca habla de sus hijos. “No, ellos no quieren que lo haga”, reconoce riendo. Pero, añade, “sin duda tienen una manera de aprender distinta. La literatura es algo que, como mucha gente joven, no conocen. Yo les digo: “¿Cómo podéis vivir sin ella”.? Si pienso en lo relevante que fue la literatura para mí... Aprendí a hacer moda a través de la literatura y de las películas. Pero, obviamente, hay muchas formas distintas de cultivarse”.

Saco el tema de las protestas antirracistas del movimiento Black Lives Matter y la cuestión de que la industria sea más inclusiva. “Mis opiniones son más o menos las que le he contado antes –afirma–. No es suficiente decir: “Somos democráticos y, por supuesto, estamos en contra del racismo”. Tienes que ser proactivo. Mi hijo está muy implicado en ello. Todos nosotros estamos muy implicados en tratar de encontrar vías para hacer cambios desde dentro. Si la gente habla y discute y protesta, las cosas cambian. Pero eso es un trabajo diario. No es hacer declaraciones, es encontrar una manera de hacer que las cosas sean más inclusivas. Querer hacerlo es lo importante”.

A su juicio, “se necesitan más voces, voces diferentes, que alimenten nuestros cerebros. Es fundamental. Para enriquecer el trabajo” De pronto ríe. “Suena un poco retórico”. Y entonces ríe otra vez.

HORÓSCOPO

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Sagitario

Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.