boda cayetano y bárbara mirjan
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El enlace entre Cayetano Martínez de Irujo y Bárbara Mirjan ha sido, sin duda, una de las bodas más esperadas del año. Una ceremonia elegante y cargada de simbolismo, en la que la novia brilló con un estilismo que conjugaba modernidad, romanticismo y una sutil conexión con la historia de la familia a la que ahora pertenece.
Bárbara quiso acompañar su impresionante vestido de Alta Costura con dos joyas muy especiales. En primer lugar, unos pendientes de estilo art déco,un regalo del propio Cayetano para este día tan significativo. Pero la joya más llamativa fue una tiara de Grassi, una elección de última hora que cambió por completo el resultado final del look nupcial.
La tiara que casi no luce Bárbara Mirjan el día de su boda
Inicialmente, la novia no tenía pensado lucir ninguna pieza a modo de diadema. Sin embargo, durante la última prueba del vestido, decidió probarse la tiara junto al velo y al peinado, y en cuanto se vio reflejada en el espejo, lo tuvo claro: no habría boda sin esa joya. Así, la tiara de Grassi se convirtió en el complemento protagonista, acompañada de un velo de tul de seda natural y una melena ondulada recogida en una coleta alta, que aportaba frescura y ligereza al conjunto.
A la entrada de la iglesia, Bárbara aparece radiante con la tiara ceñida sobre el recogido, una pieza ligera y refinada que enmarca su rostro con delicadeza. La elección resultó especialmente acertada al combinarse con el velo de tul y con los pendientes art decó, creando un efecto de armonía y sofisticación. Su estilismo transmite la serenidad de una novia clásica, pero con un aire moderno y personal que la distingue.
El resultado fue un equilibrio perfecto entre clasicismo y modernidad, entre la sobriedad de las líneas del vestido y el brillo atemporal de las joyas. Una estética que encaja a la perfección con la elegancia natural de Bárbara, que en su gran día optó por una belleza discreta pero llena de intención.
Sin embargo, hubo una tiara que no pudo elegir y que guarda una historia fascinante. Se trata de La Rusa, una de las joyas más icónicas del joyero de la Casa de Alba, y la favorita de la duquesa Cayetana. Bárbara Mirjan habría sido la primera en poder lucirla desde los años noventa, pero la pieza ya no pertenece a la familia.
La duquesa decidió venderla hace más de tres décadas para comprarle un caballo a su hijo Cayetano, su preferido según se rumoreaba, tal como ella misma relató en sus memorias. El animal, llamado Gigoló, fue clave en la carrera profesional del conde de Salvatierra como jinete y le permitió competir en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.
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Los compradores de la joya fueron la joyería neoyorquina Joseph Saidian & Sons, que pagó por ella alrededor de 200.000 euros. Años más tarde, en 2021, La Rusa reapareció en el mercado: la firma M.S. Rau Jewels, con sede en Nueva Orleans, la sacó a la venta por 2,5 millones de euros. Desde entonces, nada más se ha sabido de su paradero.
Hoy, las tiaras finas y ligeras como la de Bárbara Mirjan se han convertido en una opción cada vez más deseada por las novias. Piezas que no buscan imponerse, sino acompañar con sutileza el conjunto, aportando un toque de luz y sofisticación sin restar protagonismo al vestido. Ideales para quienes sueñan con un guiño clásico, pero adaptado a la estética actual, estas tiaras se consolidan como el nuevo símbolo de la elegancia discreta.
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