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Si hay un estilo en decoración capaz de perdurar en el tiempo inalterable y siempre inspirador es el Mid-Century Modern (MCM), la corriente que revolucionó los códigos del interiorismo a mediados del siglo XX de la mano de grandes diseñadores como los hermanos Charles y Ray Eames (los de la silla Ottoman, sí), los daneses Arne Jacobsen y Hans J. Wegner y sus famosas butacas, Florence Knoll y Eero Saarinen con su racionalización del mobiliario o el español Miquel Milá y su icónica lámpara cesta.
Además de estas piezas icónicas, la madera, las líneas geométricas, los materiales naturales, los toques en bronce y la calidez son las señas de identidad de un estilo que sigue estando de plena tendencia y que podemos encontrar original en los mejores anticuarios... o copiar en el low cost de Zara Home.
El Mid-Century Modern surgió a mediados del siglo pasado en Estados Unidos como un movimiento cultural y artístico que buscaba recuperar los paradigmas estéticos del modernismo, y poco a poco fue triunfando en Europa (como precursor del minimalismo nórdico) gracias a su apuesta por lo natural, las líneas sencillas, la funcionalidad de las piezas y estancias, sus geometrías puras y la calidez de los ambientes que se creaban.
La madera es la gran protagonista de la decoración MCM, pero también todos aquellos materiales que surgen de la naturaleza y nos devuelven a la tierra: bambú, yute, fibras orgánicas, textiles naturales, plantas de interior... Lo sostenible se puso de moda casi sin saberlo y hoy marca el pulso de las tendencias.
La pureza de las líneas, las geometrías sencillas y el minimalismo se adueñaron de un mobiliario que creó piezas icónicas que han llegado intactas a nuestros salones de hoy: la lounge-chair Ottoman, la butaca Egg, las sillas CH24 Wishbone, la lámpara Cesta. Todo, con el objetivo de crear espacios multifuncionales y versátiles (hace 70 años, cuando lo del teletrabajo pandémico era ciencia ficción) en los que reinara la calidez.
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