vivir

William Helburn, el hombre anuncio

Fue el Don Draper de la fotografía publicitaria: brillante, huraño y coleccionista de romances, vivía en un tranquilo retiro hasta que un libro y una exposición le han vuelto a poner bajo los focos.

Portada de William Helburn, Seventh and Madison D.R.
William Helburn, el hombre anuncio
Rosa Gil

Uno de los primeros trabajos del joven William Helburn fue revelar las fotos del hongo nuclear de Hiroshima. No es de extrañar que, después de tan traumático inicio, eligiera la publicidad como lugar feliz en el que desarrollar su carrera. Habitual de las portadas de Harpers Bazaar y Life, Helburn se codeó durante toda su vida profesional con los más grandes.

Fotografió a unas novatas Grace Kelly y Tippi Hedren, compartió estudio con Richard Avedon y su vida romántica era la envidia del todo Nueva York. Sin embargo, Helburn no se consideraba un artista ni torcía el gesto ante trabajos publicitarios. Es más: a menudo pedía que no se los firmaran porque eso le permitía trabajar para empresas rivales y aumentar sus ingresos.

Avedon era el rey de las poses; Penn, de la iluminación. ¿Y yo? Creo que lo mío eran las ideas.

William Helburn

Pero eso fue borrando su nombre del top ten de artistas de la cámara, en favor de otros grandes como David Bailey o Irving Penn. Solo hace unos años que sus imágenes, ingeniosas y coloristas, han recibido el aplauso que siempre merecieron. Hay que agradecérselo a sus hijos, que recopilaron los negativos de su padre (ahora jubilado) en el libro Seventh and Madison (Thames & Hudson) y le devolvieron el glamour del pasado.

Sus mejores trabajos publicitarios pueden verse, hasta el 26 de agosto, en la galería Stanley-Wise de Nueva York, dentro de la exposición William Helburn, Ad man.

HORÓSCOPO

HORÓSCOPO

Sagitario

Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.