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Japón en femenino, con Rosa María Calaf

Un grupo de mujeres desconocidas entre sí viaja al país nipón con una cicerone de lujo: la corresponsal en Asia Rosa María Calaf

En Kanazawa, el grupo de viajeras, con Calaf en el barrio de las geishas / carma casulá

CARMA CASULÁ

Japón es un auténtico país de contrastes. Y en este caso, más que en ningún otro, esta frase no es un lugar común. El shinkansen, o tren bala, recorre el país a 300 kilómetros por hora, pero al despedir a los viajeros el personal inclina la cabeza y hace una pausada reverencia. Es un lugar en el que ciertas frutas valen tanto o más que cualquier joya. Y donde la desnudez de una estancia en la penumbra convive con el abigarramiento atronador de los espacios urbanos hipertecnologizados.

"En 70 años, han pasado del caballo al microchip", sintetiza Rosa María Calaf, periodista con muchos informativos, curiosidad y kilómetros a sus espaldas, y anfitriona del grupo de viajeras de Focus on Women. Esta agencia organiza viajes culturales para pequeños grupos de mujeres, siempre liderados por una cicerone con un especial vínculo con el país, como la propia Calaf, la periodista del pelo rojo que pasó ocho años como corresponsal de Oriente para TVE.

Iniciamos nuestra inmersión en Koyasan, al sur de Osaka, cuna del budismo japonés. Esta aldea, cobijada en un pequeño valle al abrigo de los ocho picos sagrados del monte Koya, esconde 107 santuarios budistas y sintoístas. En este enclave, cerca de 50 templos ofrecen alojamiento y vida espiritual a cuantos lo deseen, y su penumbra al caer la noche invita a la tertulia.

Sola no, bien acompañada

  • Los movimientos vacacionales indican que las mujeres cada vez se sienten más atraídas por viajar solas o en grupos de mujeres, con tendencia a propuestas culturales y de naturaleza. La agencia líder en España especializada en el viaje femenino es Focus on Women, nacida por y para mujeres (2009). Según Alice Fauveau, su fundadora y directora franco española, la filosofía es viajar con cicerones expertas en cada destino, donde se contacta a su vez con anfitrionas locales (escritoras, artistas, periodistas, etc.) para conocer el mundo desde la óptica femenina.

Siempre guiadas por Calaf, dejamos temporalmente el paisaje para dar paso a la contemplación interior. ¿Qué nos atrae a las mujeres de este tipo de viajes? El salto al futuro del que hablaba la periodista es, precisamente, una de las motivaciones de Rebeca para viajar a Japón. Rebeca es una profesional de las nuevas tecnologías fascinada por "conocer cómo ha conseguido resurgir de sus cenizas y llegar a estar entre las potencias del mundo una nación devastada durante la guerra".

Para Marga, otra de las viajeras, hacer una expedición "en femenino" tiene un plus: "El vínculo que establecemos las mujeres entre nosotras es diferente. A mí me da la sensación de que estoy viajando sola, pero acompañada. Y nos reímos, compartimos confidencias... Es un gran momento para no estar pendiente de nada más que no sea el propio viaje y, además, tomar conciencia de que el mundo sigue girando sin mi presencia. Un alivio".

Rosa María Calaf nos acerca a aspectos significativos del archipiélago nipón, como el sincretismo de su sociedad, que se devanea sin ningún remordimiento entre el sintoísmo y el budismo, las dos corrientes principales y compatibles en su religión. "Los japoneses nacen como sintoístas, se casan como cristianos y mueren como budistas", comenta.

A lo largo de la ruta, visitamos alguno de los antiguos bienes culturales del Tesoro Nacional, sorprendentes para los occidentales, pues cada 20 años son desmontados y reconstruidos exactamente en su forma original, siguiendo la creencia sintoísta de que la naturaleza se renueva en ciclos de 20 años. Ellos no tienen, como nosotros, un culto por lo antiguo.

Sin embargo, en eso Kyoto es una excepción. Capital imperial durante 18 siglos, es el núcleo patrimonial de Japón y se ha mantenido casi intacta; incluso fue respetada durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. El templo budista Kiyomizudera (s. VIII) encaramado en lo alto del barrio Higashiyama, es quizá el más visitado. Ante su edificio principal, que es de madera, se abre una amplia plataforma desde la que se domina el bosque y los jardines de la ciudad. Allí, al turismo nacional se suma el de origen chino y coreano principalmente. Y todos comparten esa pasión irrefrenable por hacerse fotos y selfies.

Una pareja haciéndose un selfie en el templo de Kyoto, escuela de sumo femenina, museo al aire libre de Hakone y escena nocturna de Kyoto, en el castillo de Nijo. / carma casulá

La pervivencia del kimono

Si alguien cree que los días del kimono son del pasado, no tiene más que acercarse hasta aquí cuando llega el fin de curso académico o cualquier día de fiesta. Los lugares más turísticos parecen un gran escenario de película donde los actores, ataviados con coloristas y elegantes indumentarias, pasean y reproducen estampas de época. A ellos se unen muchos turistas, que alquilan kimonos en versión barata para ascender también por el impactante sendero flanqueado por 10.000 toriis "los tradicionales arcos rojos que separan la tierra profana de la sagrada" a lo largo de cuatro kilómetros, hasta el santuario sintoísta Fushimi-Inari (s. VIII), dedicado al dios del arroz y de la prosperidad. Aún así, Rita apunta que "esperaba respirar mayor espiritualidad. Creía que podía más la tradición, quizá por inocencia mía".

Las luchadoras de sumo de la Universidad de Ristumeikan encabeza una revolución en su deporte nacional

Cerca del Kinkakuji Temple, el Templo Dorado, nos encontramos con Miku Yamanaka (22 años), Hiyori Kon (16) y Manaho Nozaki (19). Estas tres chicas tienen algo en común: forman parte del Club de Sumo Femenino de la Universidad Ritsumeikan. Entrenan seis días a la semana y se enfrentan en la tahuara, el ring de lucha circular, a algo más que sus rivales: la tradición, ya que están encabezando una pequeña revolución en este deporte nacional, que hasta hace muy poco solo practicaban los hombres.

El sumo es un tipo de lucha libre de tradición sintoísta originaria de Japón con 2.000 años de antigüedad, considerada el deporte de los dioses. "Ojalá sean posibles los campeonatos en la liga oficial en el futuro. Tailandia, Mongolia y Rusia ya tienen federaciones profesionales, pero en Japón no nos dejan competir de manera oficial". Las mujeres solo pueden aspirar a los campeonatos mundiales amateur y a ejercer como atletas profesionales si están vinculadas a una de las cinco universidades con club de sumo femenino en el país.

Ligada al deporte desde la infancia, Miku asegura que "para poder seguir entrenando como atleta, una vez termine mis estudios de Deporte Científico Profesional, seguiré en la universidad como empleada en las oficinas". Ella no duda de que su deporte es compatible con tener una familia e hijos. En cambio Manaho, campeona mundial de sumo junior y con miles de seguidores en las redes sociales alega: "No estoy muy segura de que vaya a poder seguir". Hiyori ríe mientras se acomoda el mawashi, esa especie de pañal que lucen ("nadie duda de que yo hago sumo"). Ella, por ahora, ni se plantea estas cuestiones y quiere dedicarse a sus estudios en Relaciones Internacionales.

Escena cotidiana en el metro de Tokio, reproducción de la Estatua de la Libertad en una isla artificial de Tokio, café en el museo Miho, compras en el barrio Gynza y una intérprete de subayashi. / carma casulá

Japón es uno de los motores tecnológicos del mundo, pero en lo referente a la mujer sigue siendo un país patriarcal y machista. Nos lo cuenta Rosa María Calaf: "La mujer ocupa un espacio ínfimo en la sociedad. El 51% de los japoneses prefiere que las mujeres se queden en casa en vez de ir a trabajar". En una estructura laboral discriminatoria y con poca presencia femenina, que no facilita la continuación de la carrera laboral tras la maternidad, cerca del 70% de las mujeres abandona su vida profesional tras tener un hijo. Y tropiezan además con otros escollos, como la práctica inexistencia de escuelas infantiles.

"La mujer ocupa un lugar ínfimo en la sociedad japonesa y el 70% deja su vida laboral tras tener un hijo"

El consecuente descenso de la natalidad y el acelerado envejecimiento de la población, unido al hermetismo de una sociedad que es reticente a la entrada de inmigrantes (1´2%), está provocando la falta de trabajadores, lo que complica que Japón se mantenga entre las principales economías del mundo. Por eso la mano de obra femenina se ha convertido en prioritaria para el Gobierno, que quiere convertir el país en "una sociedad en la que resplandezcan las mujeres", como ha dicho el primer ministro Shinzo Abe. "Lo han hecho a la japonesa -subraya Calaf-, de una manera muy poética. Pero la realidad es que se han dado cuenta de que necesitan la participación activa femenina para seguir adelante. No se puede construir una sociedad sin contar con las mujeres".

El territorio de las geishas y las maikos

Otra de las grandes citas con el universo femenino se nos brinda en Kanazawa, cuna de samuráis y ninjas. Como foco musical nacional, un grupo de geishas y maikos "aprendices de geisha"del barrio de Kazue Chaya nos deleita con el subayashi, arte escénico tradicional que combina música, canto y danza. Otro atractivo es el paisaje en "este país que respeta y ama la naturaleza, la cuida", como observa Marisa. A propuesta de Rosa, visitamos el Museo Miho, obra del arquitecto chino-estadounidense Leoh Ming Pei, un proyecto que sintetiza buena parte del pensamiento e imaginario oriental, como un paisaje construido. Para ello, se eligió un valle y una montaña escénica, que fue vaciada para construir el museo.

El ansiado encuentro con el monte Fujiyama es imponente, una de las imágenes más icónicas del planeta, y se convierte en la gran antesala donde reponemos fuerzas para entrar en la trepidante Tokio. Una magna metrópolis globalizada y que, pese a todo, mantiene su esencia.

En el neurálgico barrio de Ginza hay mujeres vistiendo cotidianamente el kimono "es símbolo de distinción y elegancia" mientras van de compras bajo los neones y las pantallas publicitarias, entre ejecutivos, fashionistas, grupos de chicas kawaii con su estudiada estética infantil, turistas y demás tribus urbanas. "Me encanta como viste la gente, hasta los más sencillos van con estilo. Todo es tan japonés y auténtico", observa Goya entusiasmada.

Culto a Occidente

Nuestro destino final es Odaiba, la isla artificial de la bahía de Tokio conectada por la línea de tren automatizada flotante, donde nos acoge una réplica de la Estatua de la Libertad, frente al puente Rainbow, a imagen y semejanza del neoyorkino puente de Brooklyn. Si los occidentales tenemos pasión por Oriente y tendemos a mitificarlo por "espiritual y distinto", los orientales sienten lo mismo por Occidente. Es la atracción de "lo otro".

"Si viajas para mirar desde la ventanilla -dice Calaf-, mejor te quedas en casa viendo un documental". "Ha sido fascinante, pero me voy con más preguntas que respuestas sobre Japón. Necesito volver", dice Rebeca, y su sentir es compartido por el grupo. ¿No es esa la finalidad de cada viaje?

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