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Viajar para hacerte un 'selfie' y colgarlo en Instagram

Cada vez más personas eligen su hoja de ruta por y para las redes. ¿Consecuencia? La masificación de los lugares más fotogénicos. ¿Es el selfie nuestro último destino?

Descubre los destinos de las vacaciones de las influencers haciendo clic en la imagen./Instagram

Descubre los destinos de las vacaciones de las influencers haciendo clic en la imagen. / Instagram

SILVIA LÓPEZ

Contaba un amigo de Luis Miguel Dominguín que, tras pasar su primera noche de amor con Ava Gardner, el diestro se vistió a toda prisa. Cuando ella le preguntó adónde iba, él respondió: "A contarlo". Hoy, en Instagram, todos somos, en mayor o menor medida, como el torero. De una experiencia excepcional, lo que más nos importa es "contarlo" y, en ocasiones, lo único. Sobre todo, los millennials. Según un estudio realizado por Expedia, para el 65% de los viajeros de entre 18 y 34 años, la mayor prioridad para elegir un destino es que sea fotogénico. En Instagram, cada día se comparten 95 millones de fotos y se reparten 4.000 millones de likes. El hashtag #travel es uno de los más empleados y acumula casi 300.000.000 menciones mientras se escriben estas líneas. La propia red social está implementando un sistema de reservas de vuelos, hoteles y restaurantes. Cada vez más operadores turísticos ofrecen (y lo que es más importante, cada vez más viajeros demandan) rutas basadas en los encuadres más reproducidos de Instagram.

@lorena.wanderlust / Instagram

La gran paradoja es que el selfie no es para uno mismo, sino para los demás. Es un anuncio de nuestra felicidad. Al compartir las fotos, los viajeros buscan más provocar la envidia que conservar un recuerdo. De hecho, el 40% de los hombres y el 20% de las mujeres encuestados confesaban no tener problema en falsear sus fotos para conseguir más seguidores.

Con estos datos, es comprensible que hoteles y compañías aéreas elijan, cada vez más, a influencers para transmitir sus mensajes.

El like como negocio

En 2015, la autoridad a cargo del turismo de Wanaka, un pequeño pueblo en las montañas de Nueva Zelanda, empezó a invitar a varios de estos gurús con miles de seguidores con la condición de que postearan sus aventuras. Como resultado, ha vivido el mayor crecimiento turístico del país: un incremento del 14% en el número de visitantes. En España, B The Travel Brand es una de las agencias de viajes que más ha apostado por los instratravelers como embajadores. Según Ana García, directora de marketing de la agencia: " Las redes han perfilado un nuevo tipo de viajero que antes de partir ya tiene en la cabeza las fotos que quiere hacer. Muchos acaban convirtiendo su hobby en una profesión y cada vez más bloggers e influencers se convierten en verdaderos guías".

@IREHS93 / Instagram

Elena Ortega (@misswinter) es un ejemplo de esos guías 3.0: con más de 519.000 seguidores, es una de las instatravelers con más poder prescriptor de nuestro país. "Si sigues a las personas adecuadas, funciona como una guía útil sobre hoteles, restaurantes, museos, tiendas, etc. Como usuario, te ofrece la posibilidad de trasladarte por unos segundos a rincones lejanos".

David Moralejo (@dmoralejo), director de Condé Nast Traveler, analiza el fenómeno con más distancia: "Las redes sociales han cambiado nuestra percepción del mundo; ahora sentimos que todo está cerca... y a la vez genera el sentimiento contrario, de admiración o, peor, de envidia, al ver los exóticos viajes de otros. Aunque muchas veces el exotismo solo sea producto de un filtro determinado o un detalle concreto. Instagram ni es el demonio ni es la repanocha: es solo el instrumento que nos toca ahora (y veremos hasta cuándo) para seguir siendo humanos y comportándonos como humanos. Idiotas perdidos a veces, inteligentes otras".

@EM_23469 / Instagram

Sobre las nuevas prácticas del viajero en la era de las redes sociales nos habla Rodolphe Christin, sociólogo, antropólogo y autor de Manuel de l’antitourisme (Manual del antiturismo, Editions Yago). " Las redes sociales te permiten irte sin marcharte realmente, es decir, sin romper con tu entorno. El que se marcha de viaje sigue disponible y conectado, algo que contribuye, por una parte, a la trivialización de la experiencia de la lejanía y, por otra, a una forma de banalización de los propios lugares, debido a la cantidad de imágenes que vemos de ellos", explica a Mujerhoy. Pero para Christin nada resulta más banal que el propio viajero: " Los selfies están teñidos de un fuerte narcisismo, se trata de decir "¡mira, estoy aquí!", en una forma de presentismo extremo, pero ¿dónde y con quién estamos realmente presentes en estos momentos? ¿En el lugar visitado o con los "amigos" con quienes permanecemos virtualmente conectados? Esta especie de ubicuidad del mundo globalizado tiene bastante de ausencia".

@anjamaslan / Instagram

Maldita belleza

¿Es compatible la hiperconexión con el placer de perderse en el viaje? ¿Puede un viajero del siglo XXI sentir la aventura de los exploradores del siglo XIX? Nuria Val (@frecklesnur, 220 k seguidores) es fotógrafa, directora creativa, modelo y viajera. Recorre con su pareja, el fotógrafo Coke Bartrina, los rincones menos explorados del planeta y de sus expediciones han hecho su medio de vida. " Hay mucho trabajo de cada destino y de cada foto. Intentamos encontrar sitios nuevos, con recomendaciones de gente local y mucha investigación previa. Para nosotros compartirlo es como el premio a todo el esfuerzo. Nos tomamos tiempo para llegar y tratamos de actuar de manera responsable con el entorno. Es la manera de poder captar la esencia de cada sitio".

Este ejercicio de responsabilidad no suele ser compatible con la masificación de los destinos favoritos de Instagram. En Wanaka, el pueblo neozelandés del que hablábamos antes, un icónico sauce de 80 años que brota en mitad de un lago está a punto de sucumbir por el superávit de viajeros que lo trepan en busca del hashtag #thatwanakatree. Según World Animal Protection, los selfies con animales silvestres en la red social han aumentado en un 292% entre 2014 y 2017; y calculan que más del 40% de estas instantáneas muestran algún grado de crueldad con los animales. Los paisajes helados de Islandia atraían en 2009 (un año antes del nacimiento de Instagram) a 500.000 visitantes al año. Hoy, son casi dos millones y medio, una cifra difícilmente manejable para sus 335.000 habitantes. Las paredes encaladas y las cúpulas azules de Santorini acogen a una población de tan solo 25.000 habitantes, pero la isla recibía ¡cada día! más de 18.000 visitantes (y eso contando solo a los que llegaban desde los cruceros), por lo que el pasado año las autoridades griegas tuvieron que limitar a 8.000 el número de turistas diarios que podían visitar la isla.

@LUANASOOARES / Instagram

No son los únicos destinos cuya belleza ha jugado en su contra. La Muralla Roja que Ricardo Bofill erigió en los 70 en Calpe (Valencia) es un edificio de viviendas privado. Privado y vallado. Y aún así, cada día decenas de instagrammers tratan de colarse sin permiso en su laberíntica arquitectura rosada en busca del selfie perfecto. Los vecinos se han movilizado y el Ayuntamiento ha iniciado la declaración de BIC (Bien de Interés Cultural) del edificio para blindarlo. David Moralejo vuelve a ver el vaso medio lleno: "Gracias a su evidente fotogenia, descubierta por alguna influencer más preocupada por encontrar una pared a juego con su camiseta que por el arte, se ha puesto en valor un emblema de la arquitectura contemporánea. Y eso no está nada mal".

@worldofwondergoddess / Instagram

En este punto, los expertos consultados coinciden: no podemos demonizar a Instagram. "La masificación de un destino es un fenómeno complejo, en el que intervienen muchos factores, no solo la promoción y la imagen", reflexiona María Sánchez-Grela, directora de Interface Tourism Spain, la mayor agencia de comunicación turística de nuestro país. " La llegada de las redes sociales han sumado un canal más de promoción, y hay que usarlo de forma responsable. Todos los que trabajamos en turismo debemos aprovechar las redes para mostrar otros rincones y lugares que equilibren el número de visitante".

El camino inverso

De hecho, algunas agencias de viajes, como Nuba, buscan exactamente eso: escapar de los destinos instagrameables. " Creemos en el poder transformador de los viajes y buscamos vivir experiencias que nos cambien la vida", nos cuenta Inés García López, Directora de Marketing y Comunicación de Nuba. La desconexión es algo que hasta las instatravelers avezadas recomiendan. Como nos recuerda Nuria Val, "es necesario tener momentos en los que te guardes la experiencia para ti, son los que se recuerdan como más especiales".

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