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Los procesos creativos son escurridizos y misteriosos. Estos tres documentales siguen el retorcido viaje de la mente de un creador hacia su obra. “En el escenario me entra otra persona, me habita y luego se va”, dice la actriz Blanca Portillo en María conversa. Lo ratifican Jim Carrey, que se quedó enganchado con un personaje en los 90 y casi acaba en el psiquiátrico, y también la artista Louise Bourgeois. La genialidad tiene un precio muy alto.
Durante el rodaje de Man on the Moon, Jim Carrey desapareció y se convirtió en su personaje, Andy Kaufman, delante y detrás de las cámaras. Este documental descubre su descenso a la locura y la mimetización extrema, que hoy recuerda con emoción y perplejidad. El making of muestra al actor incontrolable, siendo –que no haciendo de– Andy ante la bendita paciencia de Milos Forman, la incomodidad de Danny De Vito y la confusión del padre de Kaufman. El papel le granjeó un Globo de Oro.
Mead Hunt y Ken Kobland siguieron a la escultora Louise Bourgeois en su taller de Brooklyn más de una década. ¿El resultado? Un viaje a las arenas movedizas de su niñez, que vibra en su obra de forma inquietante a través de torsos retorcidos, habitaciones rojas y arácnidos gigantes. Como ella misma explica a los 97 años, sus emociones son demasiado grandes para su cuerpo: sin arte, la destruirían a ella y a los que la rodean.
Blanca Portillo narra su proceso creativo para construir el personaje de María de Nazareth en la obra teatral El testamento de María. Ante la cámara, nada de lo que dice y hace tiene desperdicio. Vemos sus dudas, su iluminación, su entrega, las transformaciones de un rostro poseído por la verdad, que no entiende a ese hijo suyo, tan raro, al que llaman mesías, y al que ella no quiere perder. La actriz fuma sin cesar y nos habla también de sí misma, de su abuela (en la que se inspira para hacer de María), de su niñez. “Creo en el teatro como una religión”, concluye.
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HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.