El barrio de Sevilla con más encanto que no es Triana: callejuelas estrechas, plazuelas escondidas y leyendas de fantasmas

La ciudad de Sevilla es mundialmente conocida y admirada por su belleza, su cultura y sus fiestas. Cada rincón ha sabido preservar la esencia de las distintas civilizaciones que han pasado por ella, creando un entorno único que no deja de enamorar a turistas internacionales y que hace que sus habitantes lleven por bandera la ciudad.

Buena parte de la esencia de Sevilla se encuentra en sus barrios. Desde el histórico barrio de Triana hasta los Remedios o La Macarena, donde se encuentra la basílica con una de las imágenes de la Virgen más queridas de la Semana Santa sevillana, son en estos espacios de la ciudad donde mejor se puede paladear ese color especial del que presume la capital hispalense.

Uno de los barrios más famosos, parada obligatoria para todo aquel que visite Sevilla, es el barrio de Santa Cruz. Caracterizado por callejuelas estrechas y llenas de color, por sus plazuelas con un aura casi místico y por todas las historias que, según cuentan las leyendas, han ocurrido en este peculiar laberinto, este barrio próximo al centro de la ciudad es, sin duda, uno de sus tesoros más codiciados.

Santa Cruz fue el primer barrio judío de Sevilla. Nació en el S.XII con el fin de albergar a la comunidad sefardí, que hizo crecer la zona según sus costumbres. Con la expulsión de los judíos en 1492, el barrio quedó despoblado y muchas de las sinagogas de entonces fueron reconvertidas en iglesias católicas, como es el caso de Santa María la Blanca. No obstante, aún pueden apreciarse restos de la herencia judía en algunas construcciones que siguen en pie y, sobre todo, en las leyendas que esta época dejó.

A lo largo de los años el barrio de Santa Cruz ha sido lugar de paso y residencia de multitud de civilizaciones y escenario de anécdotas que perduran a lo largo de los siglos. Por él pasearon personajes de la talla de Bartolomé Esteban Murillo, quien fue enterrado en la iglesia de la Santa Cruz, destruida durante la invasión de las tropas de Napoleón, haciendo desaparecer el cuerpo del pintor y dejando en su lugar una placa conmemorativa en la plaza que hoy ocupa el espacio que antaño fue de esta iglesia. Luis Cernuda, Washington Irving o José Zorrilla, quién ubicó buena parte de su obra Don Juan Tenorio en estas calles, también se dejaron encandilar por la esencia de Santa Cruz.

El barrio de Santa Cruz tiene tantas cosas imprescindibles que el mejor consejo que te podemos dar es que te pierdas por sus calles y descubras por ti mismo todas las maravillas que se esconden en él. Sin embargo, con el fin de organizar mejor esta visita, existen ciertos enclaves emblemáticos que sí o sí merece la pena que organices la ruta entorno a ellos.

Empecemos por las plazas. Si algo caracteriza esta zona es la cantidad de plazuelas que existen. Son un lugar ideal para sentarte a descansar después de una jornada de turismo, pero también lugares cuya historia y detalles son tan atractivos que querrás pasar un buen rato empapándote de ellas. Una de las más populares es la Plaza de Doña Elvira. Esta plaza, rodeada de naranjos y azulejos, fue en el siglo XVII un famoso corral de comedias. Según cuenta la leyenda, aquí vivía Don Gonzalo de Ulloa, padre de la inmortal Doña Inés del Don Juan Tenorio de Zorrilla.

Otra de las plazas icónicas de este barrio sevillano es la Plaza de la Alianza. Uno de sus accesos se realiza a través de la Plaza del Triunfo, blindada por edificios imponentes como el Archivo de Indias, el Alcázar o la Catedral, lo que hace que la experiencia de visita de este enclave se mágica desde el primer momento. Destaca por la preciosa fuente que decora el centro de la plaza y los muros del propio Alcázar que hacen las veces de límite del espacio.

Otras plazas y plazuelas emblemáticas del barrio son la plaza de Santa Cruz, donde una vez estuvo la iglesia con los restos de Murillo, la plaza de los Refinadores, famosa por su estatua de Don Juan Tenorio o la plaza de Alfaro. Uno de los miles de tesoros escondidos que tiene este barrio es la plaza de la Escuela de Cristo, desconocida incluso para muchos sevillanos. Se trata de un espacio de dimensiones muy pequeñas al que solo se puede acceder a través de un pequeño callejón o a través de la sacristía de la nueva iglesia de Santa Cruz. Destaca por el exquisito perfume a azahan que desprenden los naranjos, por los retablos de cerámica que la decoran o por la fachada manierista del oratorio homónimo.

Como hemos avanzado antes, las calles del barrio de Santa Cruz son, en sí, un reclamo turístico. Y no solo por su belleza - o lo fresquitas que resultan incluso en los meses de verano - sino porque son lugares cuyo encanto no podía no despertar las leyendas más espectaculares de la ciudad.

Una de esas calles cuyo nombre ya evoca una de las historias más famosas de Sevilla es la calle Susona. Cuenta la leyenda que en esta calle vivía un judío rico con su hija, Susana. El hombre planeó una revuelta contra los cristianos en un momento de máxima tensión entre ambas religiones, pero su hija le arruinó los planes cuando se enamoró de un joven cristiano al que le contó las intenciones de su padre. Cuando la descubrió, su padre encerró a Susana hasta su muerte. La chica dejó dicho que cuando falleciera colgaran su calavera en la puerta de su casa. Aún hoy se puede ver un azulejo con esta imagen que recuerda su tragedia.

Otra de esas calles que reciben su nombre de una leyenda es el callejón del Beso. Se dice que aquí vivían dos jóvenes enamorados que aprovechaban la proximidad de sus casas para besarse desde el balcón. Sin embargo, sus familias estaban enfrentadas y prohibieron su amor. Un día, los descubrieron en uno de sus besos y el padre de ella mató al chaval. Este amor frustrado quedó para siempre vivo en el nombre de esta calle.

No solo por sus leyendas son famosas las calles de este barrio - aunque existen muchas más - también la estética de las mismas y sus vistas son un gran atractivo. Uno de los mejores ejemplos de ello es la calle Mateos Gago, que establece el límite entre el barrio de Santa Cruz y el centro de la ciudad y ofrece unas vistas únicas saliendo del barrio de la Giralda.

Las vías con nombres tan bonitos como Vida, Aire, Gloria o Agua son también características de este lugar. Esta última, además, es una de las más encantadoras y también encantadas, pues cuenta con una de las leyendas de fantasmas más tétricas del barrio: se comenta que algunos viandantes han visto pasear a una figura encapuchada que recuerda a una monja de un convento cercano que se enamoró de un joven musulman y fue encerrada hasta morir de pena por tal acto.

En estas calles no vas a dejar de encontrar edificios históricos, patios llenos de flores y vegetación y detalles sorprendentes en cada esquina que potencian esta esencia mágica del barrio de Santa Cruz. Como te advertíamos al principio, la mejor forma de conocer este barrio es pasear por estos y tantos otros enclaves y dejar que su magia y su historia te cautiven.