matrimonio por conveniencia
matrimonio por conveniencia
Que Julian Fellowes se ha inspirado en las dos décadas comprendidas entre 1870 y 1890 para escribir La edad dorada no es nada nuevo, el británico incluso se apropió del nombre con el que se conoce a ese periodo para titular su producción en HBO Max. Lo que es menos evidente, a excepción de personalidades como John Singer Sargent o J. P. Morgan, a los que ya hemos visto esta temporada, es en quién se basa para construir sus personajes. Pero con Gladys, a la vista de los últimos acontecimientos, lo tenemos claro y todo parece indicar que su futuro amoroso está vinculado a la biografía de Consuelo Vanderbilt.
Todavía no nos hemos olvidado de la carita del personaje de Taissa Farmiga al final del segundo episodio, cuando asume que el empeño de Bertha Russell y la llegada del Duque de Buckingham a Nueva York están inevitablemente vinculados a su destino. Ambos hechos nos llevan a recordar la triste historia de la conocida como «princesa del dólar», ejemplo de matrimonio de conveniencia que convirtió a sus integrantes en dos personas infelices, aunque acomodadas.
Si quieres saber quién fue la mujer en la que se ha inspirado Julian Fellowes para una de las tramas más importantes de la tercera temporada de La edad dorada, te lo contamos aquí.
Consuelo Vanderbilt fue la primera hija, la única mujer, de William Kissam Vanderbilt y Alva Erskine Smith. Fue bautizada con nombre español en honor a su madrina, Consuelo Yznaga, de orígenes cubanos y estadounidenses que se casó con George Montagu, vizconde de Manville, una de las primeras uniones de la aristocracia del Viejo Mundo y el dinero del Nuevo Mundo, tan propias de la serie de HBO MAX.
Al igual que Bertha Russell en la ficción, Alva Erskine Smith ejercía una enorme presión en Consuelo, empeñada en que el futuro de su hija fuese tan ampuloso como el de la mujer que había inspirado su nombre. Aunque, a la vista de la biografía de Consuelo, Bertha es menos cruel con Gladys de lo que su madre fue con ella, ya que le obligaba a llevar una varilla de acero en la espalda para mejorar su postura y le azotaba con una fusta cuando creía que no se había comportado como se esperaba de ella.
Cuando tuvo la edad suficiente para casarse, Consuelo se convirtió en el objetivo de numerosos pretendientes con títulos, deseosos de intercambiar su posición social por la herencia de ella. Entre las cinco propuestas de matrimonio que se dice que recibió su madre, ella solo le permitió considerar al príncipe Francisco José de Battenberg, pero Consuelo lo rechazó. Posteriormente Alva organizó un encuentro con Charles Spencer-Churchill, noveno duque de Marlborough, primo de Winston Churchill, y dueño del Palacio de Blenheim, situado en Oxfordshire.
Por aquel entonces, al igual que Gladys en La edad dorada, Consuelo estaba comprometida en secreto con Winthrop Rutherfurd, un hombre perteneciente a la alta sociedad neoyorquina que tenía 15 años más que ella. Pero Alva le suplicó primero, y le ordenó después, que se casara con el duque, lo que llevó a Consuelo a pensar en escaparse de su casa. Para impedirlo, Alva la encerró en su mansión mientras amenazaba con asesinar a Rutherford. A la vista de que esto tampoco funcionaba, fingió una terrible enfermedad de la que se recuperó cuando Consuelo, temerosa de que su madre muriese, accedió a casarse.
Que la joven lloraba tras el velo con el que llegó al altar es algo que ha pasado a la historia, al igual que la cifra que cobró el duque por casarse, unos dos millones y medio de dólares de entonces, (lo que serían unos cien millones en la actualidad), en acciones del ferrocarril como acuerdo matrimonial. Es ahí donde cobra sentido la presencia del abogado del duque de Buckingham en el último episodio de la serie de HBO Max, y la desconfianza que esto despierta en el patriarca de los Russell, George.
Según cuenta la leyenda, Charles Spencer-Churchill le confesó a Consuelo tras casarse en la iglesia de Santo Tomás de Manhattan en noviembre de 1895, que su unión le iba a servir para salvar el Palacio de Blenheim de la familia. En Inglaterra, la nueva duquesa era venerada por los inquilinos menos pudientes de la finca de su esposo a los que ayudaba, una solidaridad que posteriormente trasladó a diversas causas filantrópicas.
Años después de casarse, Consuelo se reencontró con Rutherfurd, pasó dos semanas con él en París, y no tuvo reparos en confesarle a su esposo que le amaba y deseaba fugarse con él. Las malas lenguas incluso dicen que el segundo de los dos hijos que tuvo el desafortunado matrimonio, Lord Ivor Charles Spencer-Churchill, era en realidad de Rutherfurd y que fue este quién declinó la posibilidad de que los dos empezasen una nueva vida lejos de Inglaterra.
En el comienzo del nuevo siglo, el matrimonio estaba completamente acabado y según cuenta la leyenda, Consuelo tuvo varias aventuras, entre ellas con el artista Paul César Helleu o el primo del duque, Reginald Fellowes (no consta que sea familiar del bueno de Julian). Su relación con Charles Vane-Tempest-Stewart provocó que, en 1906, los Malborough se separasen, para divorciarse definitivamente 15 años después. En 1926, el matrimonio fue anulado a petición del duque, con Alva reconociendo previamente que había obligado a su hija a casarse con él.
Para entonces, el segundo matrimonio de Consuelo con el teniente coronel Jacques Balsan, un piloto francés que trabajó con los hermanos Wright, hermano menor del amante de Coco Chanel, Étienne Balsan, llevaba cinco años en marcha. Tras más de tres décadas de unión, Jacques falleció en 1956 y en 1964 lo haría Consuelo. Fue enterrada en la iglesia de St. Martin, cerca del Palacio de Blenheim, junto a su hijo menor, Lord Ivor, que había muerto de un tumor cerebral, también en 1956.