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Todavía no nos hemos repuesto de la visión de Bertha Russell asomándose llorosa a la venta, del devenir de la trama más entrañable de La edad dorada o de la tristeza de saber que quedan (al menos) dos años para que podemos ver una nueva entrega de la serie de época creada por Julian Fellowes. Pero para matar el gusanillo, y seguir inmersas en este universo decimonónico que tanto nos gusta, vamos a entregarnos a la lectura con cuatro novelas perfectas para leer mientras esperamos la cuarta temporada de la serie de HBO Max.
Porque antes que Fellowes estuvo Henry James, un estadounidense con alma británica, Edith Warthon, millonaria y brillante contadora de historias, o escritoras más cercanas en el tiempo pero igualmente interesadas en adentrarse en los entresijos del siglo XIX. Las posibilidades son muchas, incluso dentro de la bibliografía de un único autor, pero nos hemos quedado con estas cuatro historias porque, de una manera u otra, nos han recordado a la tercera temporada de La edad dorada.
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Cuatro novelas que nos presentan a otras tantas protagonistas que tienen que afrontar su destino, inevitablemente relacionado con su situación económica y la posición social que, en muchos casos, los demás quieren para ellas. Porque nunca es demasiado drama de época, y menos cuando te has quedado sin episodios de La edad dorada.
La novela que consagró a la autora de La edad de la inocencia y Las bucaneras, ganadora del Pulitzer de Ficción por la primera, es una historia que tiene ciertos paralelismos con la de Marian Brook. Su protagonista es Lily Bart, una joven que queda huérfana a los 9 años y es acogida por una tía en el seno de los más antiguos clanes de la sociedad neoyorquina.
Diez años después, aún no se ha casado, y ni su insignificante renta personal ni la generosidad de su protectora han servido para favorecer su independencia. La necesidad de casarse acaba por imponerse a cierta edad y aunque Lily es hermosa, inteligente y tiene clase, se ve empujada al mercado de matrimonio.
Sin embargo la complejidad de su deseo, no quiere casarse por dinero pero no puede vivir sin él, no se ajusta a la realidad de sus oportunidades y Lily terminará absorbida por un mundo de convenciones feroces regido por la manipulación, el desafecto, el engaño y el chantaje.
Como si de un trasunto de la trama de Gladys se tratase, en esta novela publicada originalmente en nuestro país en 2012 la guionistas y productora ejecutiva londinense cuenta la historia de Cora Cash, posiblemente la heredera más rica en los Estados Unidos de la última década del siglo XIX. Educada para creer que el dinero le abrirá todas las puertas, contempla con estupor que su madre la lleve a Inglaterra para asegurarle un marido aristocrático.
La bienvenida que le dispensan al otro lado del océano tampoco es agradable: las mansiones en las que es recibida son muy frías y hostiles, preocupadas por los amoríos de la planta de arriba y los chismorreos de la de abajo. Y cuando Cora se enamore de un hombre que apenas conoce se dará cuenta de que no termina de comprender del todo el juego en el que está inmersa y que su futura felicidad puede ser el premio.
A mediados del siglo XIX, cuando las nuevas clases emergentes ya empezaban a mudarse al norte de Manhattan, un rico y prestigioso médico neoyorquino se construye una bonita y moderna casa en Washington Square. Allí se traslada a vivir en compañía de su hermana, una viuda romántica y sentimental, amiga de los secretos, y de su única hija Catherine, que a los 25 años no ha conseguido ser, según su padre, ni hermosa ni inteligente.
A Catherine le corresponde, sin embargo, una herencia considerable, y cuando en su vida aparece un joven guapo y encantador, aunque sin oficio ni beneficio, el doctor no duda de que no puede sentirse atraído por ninguna cualidad de su hija que no sea el dinero. El autor de Las bostonianas, La copa dorada o Retrato de una dama realiza en esta novela un interesante retrato sobre una mujer que se descubrirá en posesión de algo que, rodeada de tiranía y oscuridad, no había intuido que tenía: voluntad.
En la Inglaterra victoriana, el grupo de cuatro jóvenes unidas por el deseo de conseguir marido ven como le llega el turno a Lillian Bowman, una joven estadounidense independiente cuyos modales no son bien vistos. El más crítico con ellos es el pomposo Marcus, conde de Westcliff, el mejor partido entre la aristocracia londinense.
Un día, contra todo pronóstico, Marcus tomó a Lillian entre sus brazos y ella se sintió desbordada por la pasión que sentía por un hombre que ni siquiera le gustaba. El tiempo se detuvo y fue como si nadie más existiera en el mundo. Porque Marcus era un hombre que sabía controlar sus emociones menos con Lillian, con la que cada roce era una tortura y cada beso encendía el deseo de más besos. Así que, ¿cómo podría Marcus tomar como esposa a una mujer tan inadecuada?
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.