turismo de interior
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España es un país lleno de pueblos con encanto repartido por todas sus provincias. La riqueza cultural y la belleza de los paisajes tan diversos que componen su geografía hace que en cada rincón podamos ser testigos de pueblos preciosos que conservan su esencia del pasado que siguen robando el corazón a todo aquel que se aventura a descubrirlo.
Hoy viajamos hasta la provincia de Salamanca para adentrarnos en uno de estos pueblos quizás no tan conocidos pero que no ha decepcionado a ninguno de sus visitantes. Hablamos de La Alberca, una de las joyas de la Sierra de Francia en el que el trazado de sus calles, los resquicios medievales y una fuerte tradición que se mantiene intacta desde hace siglos lo convierten en uno de los pueblos más especiales de la provincia.
El origen de la Alberca se remonta a la época prerromana, aunque el máximo esplendor de la zona llegó en la Edad Media. El rey Alfonso IX de León impulsó la repoblación de la zona a la que llegaron un número interesante de población francesa gracias al matrimonio entre el noble francés Raimundo de Borgoña y Urraca I de León.
Esta época ha marcado la estética del pueblo hasta tal punto que aún hoy el encanto medieval sigue siendo uno de los principales atractivos de La Alberca. Su encanto fue tal que en 1940 se convirtió en Monumento Histórico-Artístico, siendo la primera localidad española en conseguirlo.
La Alberca es uno de esos pueblos en los que pasear por sus calles es todo un atractivo turístico en sí, y es que sus casas hechas en madera y piedra y la decoración de las fachadas de las mismas es ya toda una belleza que merece la pena pararse a mirar. En la decoración de éstas destacan detalles como los balcones engalanados con flores o las inscripciones con motivos religiosos en los dinteles que se han conservado desde la época medieval.
Pero, más allá de las casas y el curioso trazado de sus calles, La Alberca también cuenta con edificios de gran relevancia histórica que tienes que anotar en tu hoja de ruta. Uno de los más importantes es la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, una construcción del S.XVIII en la que destacan su púlpito de piedra policromada o su retablo mayor.
Si visitas esta iglesia, vas a reparar en un detalle de lo más particular junto a una de sus puertas. Se trata de la estatua de un cerdo hecha en piedra en homenaje a la fiesta del marrano de San Antón. Según la tradición, el 13 de junio, día de San Antonio de Padua, se suelta un cerdo por las calles del pueblo hasta el 17 de enero, San Antón. Son los vecinos del pueblo quienes se encargan de cuidar al cerdo y, precisamente por este arraigo, el cerdo se ha ganado un lugar privilegiado en la comunidad.
La tradición religiosa tiene mucho peso en el valor cultural de La Alberca. Además de la cruz que preside la particular Plaza Mayor del pueblo o la iglesia de La Asunción, en este pueblo casi todas las tradiciones y construcciones principales giran entorno a la importancia que este factor ha tenido en la historia y relevancia del pueblo. Enclaves como la ermita del Cristo del Humilladero o la de Nuestra Señora de Majadas Viejas, con un papel relevante en el Camino de Santiago, son algunas de las más populares.
Para los amantes del deporte al aire libre La Alberca también es un destino que deben tener fichado. Si eres fan de practicar senderismo, ciclismo o escalada, este entorno ubicado en plena Sierra de Francia es perfecto para ti. Una de las rutas que merece la pena hacer - a pie o en bicicleta - es el Camino de las Batuecas, un sendero en el que también podrás disfrutar de visitar monasterios ocultos o pinturas rupestres escondidas.
El camino de las raíces es otra de las rutas más completas que puedes hacer en La Alberca. A lo largo de 9 kilómetros podrás disfrutar tanto de un paisaje natural que deja sin palabras como de algunas de las paradas culturales más famosas. Este camino pasa por puntos importantes como la Ermita de Majadas Viejas o los restos de la fuente del Castaño y termina en el centro histórico del pueblo. Una opción de lo más completa para disfrutar de esta joya del interior peninsular.