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Famosos en los Juegos Olímpicos

Corren, saltan, nadan, navegan... Luchan, como cualquier otro deportista, para lograr la victoria. Pero ellos tienen algo muy especial, ya que son, además, ‘celebrities’ y antes o después de participar en las olimpiadas se dieron a conocer por su trabajo en el cine o por pertenecer a la realeza.

El Rey Felipe como abanderado en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.

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El Rey Felipe como abanderado en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Getty
BEATRiz González

La fama llamó a sus puertas en forma de películas o series de televisión, pero antes de que acapararan todos los focos por sus dotes interpretativas, su sueño fue subirse al podio para colgarse una medalla en los Juegos Olímpicos. No fueron los únicos. Aquellos que dedicaron su juventud al deporte profesional compartieron ambición con príncipes, reyes, infantas y otros miembros de casas reales que se olvidaron de sus coronas para enfundarse trajes deportivos con los que lucharon por una medalla para su país.

Allí, en el pabellón olímpico, buscaron la gloria con todas las letras, y algunos llegaron a conseguirla. Fue el caso de Johnny Weissmüller, el popular Tarzán, que colgó en sus vitrinas seis medallas olímpicas antes de hacerse actor. O de Bruce Jenner, ahora conocido como Caitlyn Jenner, quien se convirtió en un auténtico icono deportivo al ganar el oro en Montreal compitiendo en decatlón.

También el de nuestro actual Rey, Felipe VI, o el de sus padres, Juan Carlos I y la Reina Sofía, su tío Constantino II de Grecia, Zara Phillips, el lanzador e intérprete Manolo Martínez, la luchadora y actriz Ronda Rousey... Aunque también hubo quien lo intentó y entrenó muy duro, pero al final no consiguió que la seleccionaran, como la actriz Geena Davis.

HORÓSCOPO

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Sagitario

Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.