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Tiene hechuras de galán venezolano, aunque su único contacto con el país hayan sido los labios de la empresaria Raquel Bernal, con la que contrajo matrimonio en diciembre de 2016 y con la que, ironías de un destino tan irónico como macabro, han terminado separándose con la misma sorpresa con la que anunciaron su compromiso.
Siguen haciéndose cruces los invitados de aquel ceremonial inenarrable –en el que se repartían, incluso, bastoncillos para los oídos– ante el desembolso económico que tuvieron que hacer para festejar un bodón que no ha sido más que la confirmación del descalabro sentimental del jinete.
"Podríamos habernos ahorrado el sobrecito y los regalos", mascullan algunos de los convidados célebres que prefieren, con entendible lógica, permanecer protegidos bajo el amparo de un silencio al que se abrazan los protagonistas, aunque Raquel haya compartido en Instagram que seguirá queriéndole.
Álvaro, por su parte, está desaparecido. Sus viejos amigos le han perdido la pista. Ha empezado una nueva vida. Y, cómo no, rodeado de mujeres por uno y otro lado. No pierde el tiempo, aunque sean ellas el motivo de sus penas y también de sus alegrías.
Sus amantes le describen como un auténtico torbellino. Un hombre que sabe, entiende, complace y acierta. Apunta maneras de seductor fuera y dentro de la alcoba. Y eso se nota en sus conquistas: damas esbeltas, de cuerpos esculturales y con incuestionable proyección profesional.
En el cortejo, Escassi es directo. No se anda con rodeos. Ni siquiera cuando, después de una primera cita, busca otro encuentro, quizá más furtivo y salvaje. Se recrea en los encantos de la mujer con la que vivir una noche de pasión. Tras intercambiarse los teléfonos se muestra inmenso, mayestático.
Si quieres leer la información completa, la encontrarás en la revista Corazón, que ya está a la venta en los quioscos.
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HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.