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El ictus, cada vez más frecuente

Repasamos los signos de alerta que puden salvarte la vida.

María Teresa Campos se recuperó de un ictus. / GTRES

David Saldaña
DAVID SALDAÑA

Esta semana, se celebró el Día Mundial del Ictus (29 de octubre). Este año, tristemente, está más en el candelero debido al episodio sufrido por la presentadora María Teresa Campos (76). Otros personajes famosos, como Silvia Abascal (38) o el desaparecido Miguel Boyer, ya sufrieron episodios similares.

Un ictus –también conocido como accidente cerebrovascular o apoplejía– es un conjunto de enfermedades que afectan a la circulación de los vasos sanguíneos del cerebro. Existen, fundamentalmente, dos tipos: el llamado ictus isquémico, que sucede cuando una arteria se obstruye por un coágulo de sangre, generalmente proveniente del corazón y que deja una zona del cerebro sin riego sanguíneo –sería lo equivalente a un infarto de corazón pero en el cerebro–, y el ictus hemorrágico, también conocido como hemorragia cerebral, que acontece cuando un vaso sanguíneo cerebral se rompe. En ambas situaciones se producirá un daño del tejido cerebral con secuelas que, dependiendo de su extensión, pueden ser muy graves o irreparables.

Constituye uno de los problemas de salud pública más importantes que existen, siendo la principal causa de invalidez permanente en las personas adultas y la tercera causa de muerte en occidente. Según las estadísticas, uno de cada seis españoles sufrirá un ictus a lo largo de su vida y, aun así, existe un gran desconocimiento acerca de esta enfermedad.

Silvia Abascal también se recuperó de un ictus. / GTRES

Factores de riesgo

Los más frecuentes son el tabaquismo, la hipertensión arterial, la diabetes, los niveles elevados de colesterol y el sedentarismo. Por lo tanto, el no llevar una vida sana y activa aumenta las posibilidades de sufrirlo de manera importante. Otras causas posibles son la ruptura en la pared de alguna de las arterias con el consiguiente sangrado o los coágulos procedentes del corazón o grandes arterias que viajan por el torrente sanguíneo hasta llegar al cerebro, obstruyendo algún vaso sanguíneo y dañando la zona irrigada por él. Esto último ocurre más frecuentemente en pacientes que padecen arritmias, como la fibrilación auricular.

Los síntomas dependen de la zona del cerebro afectada y de la extensión de esta. Los más comunes incluyen pérdida de fuerza de una zona del cuerpo o, incluso, de la mitad de este; alteración del habla; dificultad para tragar; alteraciones de la visión, como pérdida de la vista; disminución de la sensibilidad o sensación de hormigueo en cara, cuero cabelludo o extremidades; vértigo y caídas repentinas; alteraciones de la memoria; dificultad para caminar; pérdida de audición; falta de coordinación; somnolencia o pérdida de conciencia.

Actuación

Manterner la calma y permanecer inmóvil puede ser vital

¿Qué debemos hacer si se sospecha que se ha producido un ictus? Lo primero es saber que las cuatro primeras horas son cruciales y debemos solicitar ayuda médica lo antes posible. Mientras esperamos su llegada, se debe mantener la máxima calma y el enfermo debe permanecer inmóvil. Hemos de sospecharlo con alguno de estos síntomas: asimetría facial, si se pide al afectado que sonría, la sonrisa será más prominente de un lado que de otro, imposibilidad para mover voluntariamente uno o los dos brazos y la dificultad para el habla, entre otros.

Una vez en el hospital, se evaluará la extensión del daño y la causa del ictus y el paciente será atendido, en general, en una unidad de ictus que está altamente especializada.

Recuperación

El tratamiento consiste en tratar de volver a hacer permeable la arteria cerrada o corregir el sangrado –si se ha producido y si es posible hacerlo–, todo ello manteniendo al paciente en condiciones de estabilidad y, muchas veces, dentro de una UCI. Será fundamental la rehabilitación precoz realizada por personal especializado y el logopeda, cuando sea necesario, con la intención de minimizar las secuelas que puedan producirse. Como es lógico, cuanto antes se traten este tipo de enfermedades, mejor será el pronóstico y menores las secuelas.

Pero como nos podemos imaginar, lo mejor que podemos hacer es la prevención. Es deseable mejorar el estilo de vida, adoptando hábitos saludables como adelgazar y mejorar la alimentación, dejar de fumar, práctica de ejercicio moderado, como caminar media hora diaria y disminuir el colesterol.

Esté alerta

El pronóstico dependerá de la extensión del cerebro afectado y de la rapidez tanto en la atención médica como en la recuperación de las funciones corporales que se han visto afectadas.

Cada persona es diferente y, dependiendo del estado general previo o de factores, como la edad , se recuperará mayor o menor celeridad. Las secuelas pueden recuperarse, más o menos rápido, o ser permanentes.

Esté muy atento si detecta algún síntoma sospechoso en algún familiar, amigo o en usted mismo, y pida ayuda si lo ve necesario. Trate de llevar un estilo de vida saludable y recuerde, como un mantra, que "la felicidad radica, ante todo, en la salud".

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