Todo lo que tienes que saber a la hora de apuntar a extraescolares a tus hijos y qué actividad es más recomendable dependiendo de su edad

Llega el mes de septiembre y con él, la hora de ajustar las agendas familiares y afrontar el comienzo de un nuevo curso escolar. Cuando tenemos niños en casa, además de asegurarnos de que no nos falta de nada en la mochila, hay que tomar decisiones a la hora de apuntar a extraescolares a tus hijos, sincronizando los horarios familiares pero también escogiendo la actividad más recomendable dependiendo de su edad.

Para Carmen Hernández, psicopedagoga al frente de Pedagogía con alma, su gabinete en Madrid, a la hora de planificar las actividades extraescolares que van a llevar a cabo los niños durante el curso es importante tener en cuenta la opinión de los más pequeños. «Es fundamental que los niños participen, porque las familias tienen unas expectativas para con ellos respecto a su vida académica o su crecimiento personal y estos intereses nos son los mismos que los de los niños y se les suele dejar al margen de estas decisiones», explica.

Si la decisión se toma sin tenerlos en cuenta, la especialista señala que entonces es importante «explicarles por qué se establece esa actividad para ellos y que así tengan una motivación». Y «a no ser que ellos lo pidan, o que sean niños que se encuentren en una situación de soledad no deseada, que sucede mucho con adolescentes que pasan mucho tiempo solos, no es recomendable elegir más de dos actividades extraescolares por semana».

Hernández también apunta que es importante que a los niños «se les eduque y aprendan que esas actividades van con ellos durante todo el curso académico, que están asumiendo un compromiso con la actividad, con el profesor o profesora que la realiza y con sus compañeros».

Porque el que elijan una extraescolar que un buen día deciden que no les gusta y la dejan para apuntarse a otra, no está «fomentando que esas cosas son posibles en la vida diaria, que ejerzas una actividad que te gusta al principio y luego no te motive tanto, pero con la que hay que tener un compromiso».

«La familia», prosigue la especialista, «tiene que hacer saber al niño que está adquiriendo una responsabilidad, y que esa elección va a ser llevada a cabo durante todo el curso académico. Esto les ayuda muchísimo a afrontar las decisiones y los desafíos a los que se van a ir enfrentando a lo largo del curso. Y más adelante es algo que influye muchísimo en la persona que será como adulto».

A la hora de escoger la actividad más recomendable a partir de su edad, Hernández señala que de 3 a 6 años es aconsejable aprovechar la plasticidad cerebral de los niños, gracias a la que «es más fácil adquirir aprendizajes de forma indirecta». «Yo empezaría en esta etapa con poquitas cosas y por los idiomas», reconoce antes de añadir que es el momento ideal para «aprender otra lengua, porque relacionan conceptos, el aprendizaje se lleva a cabo de forma más fácil» que a otras edades y «se va a desarrollar como una lengua más en su día a día». Pero es importante «que sea a través de lo lúdico, porque es como se aprende en esta etapa».

Como la adolescencia está llegando antes, y Hernández la sitúa en los doce años, el inicio de la preadolescencia lo fija en la primera década. Y desde el final de la etapa infantil, los seis años, hasta los diez, las actividades extraescolares recomendadas irían ligadas a la evolución de su personalidad y su vida. «A partir de los seis años», explica, «ya empatizan con los compañeros, hay un cambio social en la vida de los niños».

«Por ello, dentro de que puedan seguir haciendo actividades relacionadas con la lengua extranjera, incluiría otras que tengan que ver con reforzar lo que sería el grupo, las habilidades sociales y el esfuerzo personal». Con todo esto, la psicopedagoga Carmen Hernández recomienda «las artes marciales, deportes como la natación e incluso el teatro infantil». Respecto a esta última señala que «tiene muchísimos beneficios porque empiezan a empatizar, a relacionarse con sus iguales, comprendiendo que el otro también tiene emociones».

A la hora de seleccionar las mejores actividades para después de clase en niños y niñas de diez a doce años, Hernández subraya que al ser una etapa en la que «el niño da señales de que no es tan niño, una etapa con bastantes cambios, es un buen momento para ayudarles a que se identifiquen con un grupo». E incide en la importancia de encontrar una extraescolar en la que aprendan «valores y disciplina, algo en lo que entra mucho en juego el tema del grupo». Especialmente «a la hora de evitar situaciones de bullying, de proteger a sus compañeros y cooperar con el otro, también de aprender a comunicarse».

Por todo ello, la especialista se decanta por extraescolares «que tengan que ver con el fútbol, el baloncesto o el voleibol y que el fin sea ganar, porque en el hecho de conseguirlo está el trabajo en equipo». Pero también «incluiría actividades que les ayuden a expresarse artísticamente, como puede ser el dibujo, la guitarra, la fotografía, porque les permite explorar, autoconocerse y comprender las diferentes emociones que experimentan en esta etapa».

En cuanto a la etapa previa a la mayoría de edad, la adolescencia, la psicopedagoga señala que este es el momento en el que «empiezan a tener más autonomía, se nota especialmente en su relación con los padres y los profesores porque se distancian emocionalmente del núcleo familiar, empiezan a identificarse con su grupo de iguales. Por naturaleza, buscan constantemente construir su propia individualidad». Una situación vital en el que «la corteza prefrontal está en modo obras, buscando sentirse parte de su grupo de iguales».

Para ayudar al adolescente en esto, la especialista recalca que los deportes siguen siendo muy importantes en esta etapa porque, además de la pertenencia al grupo mencionada anteriormente, «les ayuda a respetar y cumplir las normas, a pensar en el bien de los demás, pero también a acatar las consecuencias de sus actos y canalizar la energía desbordante que tienen».

Y destaca que aunque ellos suelen «elegir extraescolares relacionadas con el fútbol y el baloncesto, se les puede guiar hacia deportes como el rugby y el hockey», porque según ella, «es más fácil que se identifiquen dentro del grupo». «En los adolescentes que he podido ver que practican rugby y hockey», puntualiza «tienen un sentimiento de grupo, de respetarlo, que no he visto en aquellos que practican fútbol o baloncesto, en el fútbol hay muchísima más rivalidad».

«También elegiría», prosigue, «actividades que tengan un componente de reto intelectual, algo que tiene un impacto muy positivo en su desarrollo cognitivo y emocional». Para ello selecciona extraescolares que les «van a ayudar a estimular habilidades mentales que son un poco más complejas, como la planificación y la lógica» como «el ajedrez, que les ayuda a trabajar la atención sostenida, la programación o los talleres de escritura, con los que trabajan la creatividad y el pensamiento crítico».

Y, aunque ella misma reconoce que algunas familias no están de acuerdo, también recomienda que en la adolescencia los jóvenes practiquen un «voluntariado, porque les ayuda muchísimo a trabajar la empatía y les hace sentirse valiosos, porque están desarrollando una labor». «No es una opción muy usual», admite, «pero les ayuda a comprender las necesidades de personas que son vulnerables y el hecho de que puedan expresarse a través de un trabajo les ayuda muchísimo a implicarse en la vida académica».