Diane Kruger se enfrenta a su papel más duro en Profanación: «Ser madre te conecta con tu propia muerte»

Diane Kruger (Hildesheim, Alemania, 1976) duda. No sabe si su buena racha es una cuestión de suerte o si la situación de las actrices ha cambiado en la industria del cine y, al fin, se escriben más papeles para mujeres que han rebasado los 40. Lo cierto es que en el último lustro ha participado en tres series y 13 películas, tanto en Hollywood como en Europa, con la ventaja de hablar tanto inglés como su alemán nativo y el francés de su vida en común entre 2001 y 2006 con el actor y director Guillaume Canet. La guinda a este momento pletórico de su carrera la ha puesto la oportunidad de trabajar bajo las órdenes de un director cuya trayectoria idolatra, David Cronenberg.

Una de las primeras películas que vio de niña fue La mosca (1986). Aquel ensayo fílmico sobre la ambición científica y el amor truncado la dejó impactada de por vida. Así que cuando el canadiense le ofreció participar en su nuevo proyecto con el doble papel de dos hermanas gemelas, su respuesta fue un sí sin necesidad de reflexión. Lo que la intérprete desconocía era el fuerte componente personal de la trama. Profanación, cuyo estreno está previsto en la plataforma Filmin el 19 de septiembre, surge del proceso de duelo del cineasta tras el fallecimiento de Carolyn Zeifman, la que fuera su esposa durante cuatro décadas. Este thriller con pinceladas de ciencia ficción plantea una reflexión sobre el cuerpo, la memoria y el deseo de trascender la muerte.

MUJERHOY. ¿Qué opinión tenía de David Cronenberg antes de ponerse bajo sus órdenes en este nuevo proyecto?

DIANE KRUGER. Siempre he pensado que estaba un poco loco, porque es un director único. ¿Cómo se le ocurren historias así? Es muy raro tener la oportunidad de trabajar con un realizador que, prácticamente, inventó su propio género. Lo admiro por su visión y por toda su obra, que es coherente. Nunca entras a una película suya sin saber lo que te espera.

Su debut con él ha sido con dos papeles. El de la mujer del protagonista, Becca, un personaje que representa la vulnerabilidad y la dignidad, y el de su cuñada, Terry, cuya visión de la vida es más divertida y despreocupada. ¿Cómo trabajó esa dicotomía?

Son dos personajes basados en sendas personas reales en la vida de David. Las escenas donde interpreto a Becca son flashbacks con conversaciones muy concretas, donde habla con su marido de aspectos específicos de su relación y su dolencia. No hay mucho que construir, solo estar presente emocionalmente. En cambio, el personaje de Terry fue muy divertido de erigir. Ella es directa, absurda, excéntrica... y muy diferente a mí. Fue un alivio salir de la enfermedad y de la tristeza.

A esos dos roles le sumó el de un avatar suyo en la película. ¿Le da miedo que la Inteligencia Artificial reemplace a los actores?

No. Tengo fe en que la gente quiera ver a personas reales envejecer en la pantalla, en que les atraiga sentir la esencia humana. No obstante, no sé cómo va a evolucionar la IA. El mundo cambia tan rápido que prefiero apagarlo.

¿Nada de redes sociales entonces?

Me encanta Instagram, pero yo controlo lo que comparto. Y si es demasiado, me aparto. No me afecta tanto.

El hecho de que la producción fuera tan personal para Cronenberg, ¿influyó en la responsabilidad que sintió al abordar el proyecto?

Totalmente. Cuando leí el guion no sabía que estaba basado en su propio duelo. Me lo dijo cuando nos conocimos y me sorprendió. La pesadez se sentía en el ambiente durante el rodaje. Era todo un poco extraño. Su hija, Caitlin, que es una fotógrafa y cineasta muy talentosa, fue quien tomó las fotos que se ven de mi personaje en su juventud en el iPad. Fue muy confuso. Caitlin estaba tomando fotos de una mujer que representaba a su madre, mientras su padre revivía su trauma... Se me invitó a un mundo íntimo y quise tratarlo con ternura. Acepté con humildad que me eligiera para esta película.

Su cuerpo ha sido una herramienta fundamental de trabajo. ¿Qué supuso interpretar a un personaje mutilado por los efectos de la enfermedad?

Me hizo sentir mucho más vulnerable, en todos los sentidos. Además, todas las escenas de Becca tuve que interpretarlas desnuda. Esos días no fueron los más fáciles en el set, desde luego. No obstante, también me sentí increíblemente humana y mortal. Sentí mi propia mortalidad.

En su carrera ha evitado las escenas de sexo y de desnudo a menos que hubiera una justificación artística. ¿Por qué las aceptó en Profanación?

La desnudez en esta película no es sexual, sino humana. Era esencial para la historia, porque trata sobre el cuerpo, la atracción física, el amor y la memoria que tienes de alguien. Después de haber pasado 40 años junto a su mujer, David reflexiona sobre tener que dejarla ir físicamente… Fue algo que me afectó mucho. Nunca antes había reflexionado sobre el duelo o sobre ese tipo de muerte, pero a medida que envejezco, esa parte corporal se vuelve más evidente.

Uno de los temas de la película es la posibilidad o la ilusión de vencer la muerte. El cine confiere eternidad a los actores. ¿Está de acuerdo?

La película me hizo reflexionar más bien sobre qué pasa con tu cuerpo cuando mueres. David me dijo que lo que más le dolía era pensar que su esposa estaba sola en su ataúd. Eso me impactó mucho.

Esta película trata sobre el duelo. ¿Puede mantener la distancia?

Desde que tengo una hija ya no me permito llevarme estos personajes a casa. No puedo cargar con ese peso emocional y transferírselo a ella. Ser madre también te conecta con tu propio fin, mucho más que antes. Antes de tener hijos, proyectas tu vida hacia el futuro, hacia qué harás luego. Pero ahora cuento los años que me quedan, cuántos veranos más voy a vivir con ella, cuántas Navidades más querrá pasar conmigo.

En cuántos rodajes le acompañará…

Siempre lo hace. Va a escuelas Montessori en todo el mundo. Ha estado en ocho distintas. Viajamos juntas. Ya veremos cómo va. Si más adelante no quiere viajar más, me quedaré quieta. No proyecto mucho hacia el futuro.

Daniel Brühl declaró en una entrevista que cuando tienes hijos, el ego queda en segundo plano. ¿Lo ha sentido?

Tener una hija no cambió lo que siento por mi trabajo, solo que lo hago con menos frecuencia. Pero ahora ir a trabajar lo vivo como irme de vacaciones. Antes era trabajo, ahora es como un descanso. Ser madre o padre es el trabajo más duro que existe.

¿Valora los premios? ¿Le dan seguridad?

Depende. Es diferente ganar en un festival que un Oscar. En los Oscar hay campañas, cenas, dinero... En un festival no puedes convencer así al jurado, de modo que cuando te premian es un regalo.

Tengo entendido que Cronenberg no se prodiga en ensayos. ¿Cómo afectó esa carencia a la seguridad en sí misma?

David no hace lecturas de mesa ni ensayos, simplemente dice: «Nos vemos en el set». Es aterrador. Literalmente lees tu parte el día del rodaje y ya está. No sé si lo hubiera aceptado hace 10 años, pero ahora estoy preparada. No nos permitía improvisar; sino que quería que dijeras exactamente sus palabras. Primero te observa y luego te dirige si lo cree necesario.

¿Se siente mejor actriz que en la veintena?

No es una cuestión de edad, sino de experiencia. Si tienes 20 y llevas actuando desde los cinco, quizá tengas la misma experiencia. Pero sí, los papeles mejoran con el tiempo porque tú traes más a la mesa. Quizás, las cosas están cambiando, o tal vez solo he tenido suerte, pero en los últimos cinco años he estado más ocupada que nunca.

¿Qué diferencia el cine europeo del estadounidense?

En Francia el cine se financia como arte, con apoyo del Estado y de la televisión. En Estados Unidos, en cambio, es negocio puro. En Francia, por ley, el director tiene el corte final, y eso lo cambia todo. Los productores están para ayudar al director a realizar su visión. En Hollywood, por contraste, el productor se encarga de contratar a todo el equipo para hacer el mejor producto. Es una diferencia enorme. He tenido la suerte de estar en ambos mundos, pero esas oportunidades se están volviendo más raras.

Ha trascendido que, en Profanación, la actriz ligada inicialmente a sus papeles era Léa Seydoux. ¿Le molesta que sea público?

No, pasa todo el tiempo. Es raro que un director consiga su primera opción. Yo también me he apeado de proyectos.

¿Por qué motivos suele hacerlo?

Depende. Por mi hija, porque el guion cambia y ya no conecta contigo, porque aparece otra producción que me interesa más... Hay mil razones.