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Hablar con la francesa Gavina Ligas y la japonesa Ayako Yokota, madres nutricias de Aletheia, que en el fondo es lo que significa «alma mater» en latín, es como visitar el jardín de Monet en Giverny, por ejemplo. Y sin exagerar. Todo lo que crean tiene la belleza del bodegón, la naturaleza viva de la cebolla, la sófora y la granada, algunas de las plantas de las que extraen los tintes que dan color a sus prendas. Muy japonesas ambas, Ayako por motivos obvios, practican el arte del kintsugi hasta en la ropa porque saben de la belleza de la cicatriz, a la que añaden la gloria olímpica del oro. Tal vez porque, al hilo de lo que escribió el viejo Píndaro, «como de noche el fuego ardiente, resplandece sobre cualquier otra riqueza altiva».
«La ropa que hacemos es un bosque de colores», dirán a lo largo de la conversación, abundando en su compromiso con el medioambiente y con la vida. Prendas justas, bellas y buenas que salen de su taller artesano en el muy madrileño paseo de la Florida, junto al Manzanares, desde donde han llegado hasta palacio. Recordemos que la reina Letizia vistió su falda Venus, surgida de la «espuma» de un mar de índigo, en la recepción al Cuerpo Diplomático nada más empezar el año.
Huyen de la producción en masa, de las rigideces de la industria y, por supuesto, de los productos tóxicos. Cada prenda es única. Hecha con un tejido al que las tijeras apenas hieren y teñida con las pociones mágicas que se cuecen lentamente en sus ollas de hechiceras encantadas y también, hay que subrayarlo, encantadoras. Definitivamente, la artesanía era esto. Aunque tal vez habría que llamarlo alta costura orgánica, aunque ellas se resisten al uso de etiquetas, incluida esta.
«Hacemos lo que nos gusta, lo que podemos, e intentamos hacerlo en paz sobre todo», apunta Gavina, siempre inspirada. Ayako, también animada por las musas, no puede estar más de acuerdo. Y este es, precisamente, el espíritu que las ha guiado en Las Rozas Village, invitadas a redecorar artísticamente el centro comercial en el marco del segundo capítulo de su Mano a Mano, que hasta el 7 de septiembre se vuelca con el textil tras hacer lo propio con la cerámica, cuando descubrimos las lámparas y jarrones de Adriana Cabello. Además de Aletheia, el Village ha acogido a la diseñadora e investigadora Regina Dejiménez, la artista residente que muestra su obra en la Glass House con el nombre de The Nest Salon. Y a Sara Moreno, también conocida como Fruto Samore, con su macramé y su #nudoterapia.
Aletheia, por su parte, ha creado ocho arcos textiles que atraviesan el Village, capturando su juego de luces y sombras gracias al algodón teñido naturalmente con la gardenia, que suena irremediablemente a bolero y aporta un amarillo vibrante y solar; los taninos vegetales combinados con sales de hierro, que alumbran negros intensos y grises envolventes; el índigo, que hace brotar el azul profundo y sereno; y la rubia tintórea, con sus rojos y naranjas que transmiten la energía y la alegría de la fiesta.
Y no son los únicos tintes de los que han manado el Beso, el Abrazo, la Mirada o el Vuelo. Pero Gavina y Ayako no dan puntada sin hilo, por lo que estas piezas son, al mismo tiempo, un manifiesto contra la producción acelerada y efímera, y a favor de los procesos conscientes. El kintsugi puesto en primer plano y la mancha convertida en constelación de un universo entregado a la belleza. No olvidemos que se llaman Aletheia, que es «verdad» en griego, la lengua de los dioses. La verdad que hay tras el nombre de Alicia y todas sus maravillas. Ellas mismas nos lo cuentan.
MUJER HOY. Háblennos de esta sinfonía de telas teñidas con tintes botánicos que han compuesto para Las Rozas Village.
GAVINA LIGAS. Nos plantearon hacer unas telas teñidas con tintes naturales y se nos ocurrió darles más color para que hubiera más interacción y pasara algo más. Pensamos en llamar a este proyecto Le Village des Gribouillis, que quiere decir «el pueblo de los garabatos» en francés. Entonces hicimos estos garabatos de color con el fin de que fuera una acción más libre que solo teñir uniformemente unas telas. Los garabatos son suspiros. Y este trabajo es un suspiro libre, algo que no es controlado. Cuando haces un garabato, no sabes lo que va a salir. No se hacen de una vez. Obedecen a nuestros impulsos de colorear las telas.
AYAKO YOKOTA. No tuvimos ningún momento de bocetar. Nos guiamos por nuestro sentir e intuición a partir del tejido en blanco, que en este caso fue algodón. Lo lavamos e iniciamos el proceso de tinción. Teníamos varias ollas preparadas con diferentes colores de tintes naturales. Como dice Gavina, son como garabatos. Nos dejamos llevar. Y, como pasa con todos los cuadros grandes, tienes que alejarte y decidir si quieres seguir o parar. Nuestro proceso es muy orgánico.
¿Cómo fue exactamente ese proceso?
GAVINA. Lo mejor ha sido la libertad de dejarnos hacer, porque así no estábamos encasilladas. El dorado lo pusimos al final, pensando que iba a resaltar aún más el algodón y los colores, a la vez que ser hilo conductor de todas las piezas. Es algo que tiene mucho que ver con nosotras. Una técnica que usamos mucho, el kintsugi, tanto en la cerámica que tenemos aquí, que es del ceramista Fernando Alcalde, como en nuestras prendas. Porque los tintes naturales, al estar hechos de manera artesanal, a veces tienen imperfecciones, aunque no me gusta la palabra, porque es algo natural. Son como los seres humanos. Todos tenemos un lunar, una cicatriz, cosas que nos hacen únicos.
AYAKO. Nosotras utilizamos seda y porcelana en el día a día para estar con materiales buenos de verdad. Y ocurre que se nos rompen o se manchan. ¿Y qué hacemos? No vamos a dejar de disfrutarlos en nuestra vida cotidiana por eso, así que si se nos rompen, los arreglamos. Arreglando les estás dando una nueva oportunidad. Además, se rompen o se manchan de una manera orgánica y única. Y esto es como una guía para nosotras.
GAVINA. Siempre estamos intentando mentalizar a nuestros clientes de que no tengan miedo a buscar lo bello y lo bueno. Les decimos que no tengan miedo a ponerse sedas a diario. Que la seda no es para una cena especial o una boda simplemente. El día para llevarlo es hoy. Pongámonos cosas bellas. Y esta es la idea. No tengáis miedo. Si se rompe, se arregla y se pondrá más bello aún, con más historia. Esto es lo que hemos querido contar en el Village con esas imperfecciones que salieron en estas telas y con el oro que pusimos después, que les dio mucha más identidad.
AYAKO. Eso nos hace únicos. Cada tela que salió habló. Y todas esas imperfecciones nos dieron la oportunidad de embellecerlas más.
¿Qué materiales han usado?
GAVINA. Hemos usado algodón. En cuanto a los tintes, los que teníamos: cáscara de cebolla, cáscara de granada, cáscara de nuez, que es un tanino. Hemos utilizado mucho la gardenia, pero el fruto, no la flor. La rubia tintórea, que es la raíz de una planta silvestre muy común, que es como velcro que se pega al pantalón cuando caminamos en el campo. También la Kerria lacca, la secreción de un bichito de la madera, que es como una resina; el índigo, la Indigofera tinctoria, que da ese color azul. Y el hierro para oscurecer, que es un mineral no tóxico. Podríamos usar cobre, que resalta mucho más los colores, haciendo que sean más fuertes y más vivos, pero es muy tóxico. Y nosotras no usamos nada tóxico.
Al final, esto es una filosofía de vida, una manera de estar en el mundo.
GAVINA. Ah, totalmente. Es ir más despacio. Nosotras, con nuestra ropa, no nos metemos en producciones grandes. Son piezas únicas, pero sí que hacemos unas cuantas porque las vendemos. Las cortamos una a una, las cosemos una a una y teñimos una a una la tela. No queremos entrar en las producciones, en la competencia. No nos divierte. Nuestro modo de hacer es este.
AYAKO. Las dos hemos trabajado en la industria de la moda y sabemos cómo funciona. Y nos hemos juntado para huir de una manera tradicional de hacer las cosas que, muchas veces, es sin pensar. Queremos cuidarnos, cuidar nuestra salud, nuestra relación, nuestro entorno, a nuestra clientela y a nuestros amigos. En la industria, tienes que hacer de tiburón y comerte el mundo, y tú igual no eres así. Ahí es donde entra tu estrés y te enfermas. Queríamos ser nosotras mismas. Pensamos que son granitos de arena necesarios para el mundo. Y no somos blandas. Quiero decir que somos muy trabajadoras, de algún modo muy aceleradas en nuestro ser natural, muy activas. Pero desde fuera se nos ve lentas porque somos dos, aunque tenemos ayudantes que nos apoyan mucho.
¿Qué es, en verdad, Aletheia?
GAVINA. Llevamos con Aletheia quince años ya. Queríamos hacer una empresa, sentirla, que fuera orgánica. No llegar con dinero y montar algo para luego caer en la producción y tener que recuperar más dinero y ganar más. No queríamos que el dinero fuera lo que nos controlara.
AYAKO. No hay ninguna necesidad de más ropa. Lo que pasa es que es nuestro camino, a lo que siempre nos hemos dedicado. Ya tenemos una clientela que aprecia esta manera de vestir y producir. Estamos en consonancia con lo que somos. También somos rebeldes en el sentido de que cada día nuestro es un reto contra la masa, Instagram… Nos tenemos que decir: «Por ahí no pasamos, por ahí no». Somos las dos rebeldes y cabezotas.
GAVINA. Es una rebeldía que intentamos que no sea agresiva. Es una rebeldía suave. Nos decimos: «Vamos a hacer las cosas bien». Y, bueno, lo conseguimos y ya seguimos haciéndolo. Pero nosotras somos muy duras. No somos blanditas.
El Rozas Village ha planteado su 25º aniversario como una oda a la artesanía con este Mano a Mano. ¿Qué dirían a favor de lo artesano?
GAVINA. Que es lo humano. O sea, que la artesanía solo la podemos hacer los humanos. Con las manos, con el corazón, con la cabeza también. Pero mucho con el corazón, y con mucha experiencia. El arte es experiencia. Es prueba y error constantemente. El artesano es amor a lo que hace, amor a su entorno, amor a hoy, al tiempo, al hecho de estar vivo.
Y a la tradición, ¿no?
GAVINA. Y a la tradición, claro.
AYAKO. Sí, pero queremos ser contemporáneas siempre, aunque la tinción es algo ancestral. Antes de que hubiese químicos, todo era tinción natural. Lo contemporáneo es quitar los tóxicos porque antes se usaban por desconocimiento. Ahora, con todo lo que se sabe y el cuidado al medioambiente, hemos llegado a conseguir recetas libres de tóxicos.
¿De dónde les viene esta pasión por los tejidos y los tintes naturales?
GAVINA. A mí me vino por viajar mucho a Japón cuando trabajaba en moda. Ahí es donde descubrí el índigo hace ya treinta años o más. Y luego descubrí esos colores que llevaban ellos en sus kimonos, que se parecían mucho a los colores que utilizaba Sybilla, con quien trabajaba. Eran colores que podían parecerte de la naturaleza y muy parecidos a los japoneses. Ahí intenté meter yo los tintes naturales en las colecciones de Sybilla, pero fue imposible. Al final, lo dejé y me lancé yo misma. Justo coincidí allí con Ayako y dijimos: «Pues vamos a intentarlo». Y lo hicimos.
AYAKO. En mi cultura, la tinción natural ha estado siempre. Aunque hoy en día no es tan conocida. Pero, justamente, mi mejor amiga es tintorera y ha sido investigadora de tinte. Es decir, que siempre he estado en contacto con plantas y colores. Así que cuando Gavina estaba ya metida sacando colores, como soy un poco la mano técnica, me dijo: «¿Por qué no me haces camisetas?». Los colores fueron siempre tema de Gavina, y ahí me sumé yo, que con el japonés pude sacar más información.
GAVINA. Queríamos investigar más y traernos tintes de allí. Han sido muchos años de investigación y todavía no hemos acabado. Llevamos quince años o más tiñendo con plantas. Sabemos mucho, pero tenemos todavía mucho por descubrir.
Muchos conocimientos se habrán transmitido oralmente y tal vez estén en peligro de extinción.
GAVINA. Pero había muchas técnicas con metales tóxicos. Ellos no sabían que lo eran. Yo tengo esclerosis múltiple y tuve la suerte de conocer a un doctor que me empezó a hablar de tóxicos y de la importancia de no usarlos. Claro, para mí era muy importante saber muy bien qué es lo que estaba tocando. Así acabamos aprendiendo más técnicas. En vez de estos metales, pues utilizar otro tipo de mordientes como pueden ser los taninos.
Hay mucha poesía en todo esto. ¿Son conscientes?
GAVINA. Supongo que sí. No sé si somos conscientes porque estamos aquí todos los días, pero sí sabemos que nuestro trabajo es bello y tranquilo. La compañía que tenemos, quienes están con nosotros, nuestros colaboradores, que son una maravilla. Eso sí que es poesía.
AYAKO. Viendo aquí el río Manzanares, donde crece la sófora, que es también nuestra materia tintórea, estamos moviéndonos orgánicamente, como deberíamos ser los humanos. Siempre con las manos, manchándonos y mojándonos. Usando, quizá, muy mal las redes sociales, pero lo intentamos.
¿Cuántas personas están en el taller?
GAVINA. Ahora mismo somos cuatro, pero continuamente viene gente de prácticas, gente que quiere apoyarnos. Para el trabajo del Village, hemos estado nueve personas. Y luego tenemos modistos externos que contratamos. Aquí entra y sale gente, vienen amigos... Todo es muy orgánico y están muy felices de venir.
AYAKO. La gente viene cuando quiere. Estamos abiertas a que nos ayuden y nunca estamos solas realmente. La verdad es que es ejemplar.
¿En qué se inspiran?
AYAKO. Yo en Gavina. Es que no para de inspirarme cosas.
GAVINA. En la naturaleza mucho, en sus cambios, en sus sonidos y, por supuesto, en su luz. Es tan bonito el día a día. Para mí, eso es la gran inspiración. Y poder estar en mi cuerpo, poder caminar y sentir eso.
¿Realmente el amor al arte y a la naturaleza cabe en un vestido?
GAVINA. Sí, claro, está lleno de amor al arte y a la naturaleza. La ropa que hacemos es un bosque de colores.
¿Cómo definiríamos los diseños de Aletheia?
GAVINA. Es alta costura. Alta costura natural. Sí lo es, porque está muy mimado, muy bien acabado, muy bien hecho, con muy buenas materias.
AYAKO. Me cuesta ponerle título. Encasillarnos nos cuesta siempre y yo no quiero ponerme un nombre. Quiero estar libre de etiquetas. Pero se podría entender como alta costura, aunque muy llevadera.
GAVINA. Nuestras prendas son muy ligeras y sencillas.
AYAKO. También porque los tejidos en sí son tan bonitos que no queremos meter tanta tijera. Los patrones son sencillos y el cuerpo, que tiene forma, da forma. Esta es nuestra manera de hacer formas arquitectónicas. Siempre vemos dónde colocar los patrones en el ancho del tejido para utilizar este al máximo. Sería alta costura orgánica.
GAVINA. Y luego guardamos todo, cualquier retal de nuestros vestidos, para hacer acabados de nuestras prendas, accesorios, cuadros... Para reutilizar, para hacer incluso jerséis con tiras que cortamos y unimos. Las tiras de tejido las metemos en el telar manual y luego hacemos una chaqueta, un vestido o un top único e impecable. Para nosotras, eso sí que es alta costura, un lujo.
La reina Letizia se puso una falda de Aletheia, ¿cómo vivieron ese momento?
GAVINA. Era la falda Venus, enteramente teñida con índigo. Pusimos también palo campeche, con su tonalidad morada, que fue el tinte traído por Felipe II a la Corona española. Parecía que tenía que tenerlo. Esos azules del índigo tienen un matiz morado en la falda de la reina a propósito. Fue un honor que la llevara.
AYAKO. Era un encargo. Entonces sabíamos que en algún momento la iba a llevar y nos avisaron unos días antes, aunque tardó un año en ponérsela.
GAVINA. Nos gustó mucho y fue un bonito momento. Además, su primera aparición del año, para dar la bienvenida al Cuerpo Diplomático. Y es una falda importante. Quiero decir que tienes que saber llevarla, porque es larga y tiene mucho vuelo. Y me parece muy elegante cómo la llevó.
Volviendo a Las Rozas Village, ¿contentas por cómo ha encajado su propuesta artística en el recinto?
GAVINA. Creo que ha encajado fenomenal con las casas, con los colores, los árboles, las flores. Se ha unido con el cielo de fondo y con el viento que sopla. Ver el cielo a través de nuestras velas y el verde de los árboles… Va muy acorde con todo. Es como cuando caminas por la naturaleza. Todo en conjunto está en armonía y nada te molesta. Según la hora, cambia el color, se aclara, se oscurece. Es muy zen. Ahí está la energía que dan las velas.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.