Hablamos con el psiquiatra Luis Rojas Marcos, «El cerebro necesita recuperarse, vamos a tardar al menos un año en evaluar bien los efectos de la pandemia»

La pandemia dejará huella en la salud mental, pero los psiquiatras necesitarán tiempo para calibrar las consecuencias. Hablamos con uno de los más prestigiosos, sobre el dolor, la incertidumbre y los efectos positivos del crecimiento postraumático.

Pincha para ver lo que ha unido la pandemia, ¿lo separará el toque de queda? Famosos cuyas relaciones de la era COVID podrían pender de un hilo (y algunas ya ni eso)/Juan Carlos de Marcos

Pincha para ver lo que ha unido la pandemia, ¿lo separará el toque de queda? Famosos cuyas relaciones de la era COVID podrían pender de un hilo (y algunas ya ni eso) / Juan Carlos de Marcos

Elena Castelló
ELENA CASTELLÓ

Lo primero que dice el psiquiatra Luis Rojas Marcos (Sevilla, 1943) cuando termina la entrevista es gracias por escucharme, con una mezcla de modestia y practicidad. Hablar ayudaexplica–, al hablarnos nos vamos oyendo, y eso te ayuda a elaborar, te desahoga. Es el hábito del investigador, que no deja de poner en cuestión lo que va diciendo, de buscar la manera de redondear sus reflexiones. Y así es su conversación, un largo río en el que sosegadamente desentraña datos, pensamientos, análisis. Pocos sabios comparten con tanta naturalidad una carrera tan exitosa.

Profesor de la Universidad de Nueva York, lleva 52 años en Estados Unidos, donde fue director del Sistema Psiquiátrico Hospitalario Municipal de Nueva York, desde 1982 a 1992; responsable de los Servicios de Salud Mental, Alcoholismo y Drogodependencias, hasta 1995; y presidente del Sistema de Hospitales Públicos hasta 2002. Hoy escribe, investiga y da clases. La pandemia nos ha permitido aprender mucho, asegura.

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Mujerhoy. Estos días hay dos palabras que se han usado muchísimo. Una es incertidumbre” y la otra “cambio. ¿Cree que verdaderamente la pandemia nos va a cambiar?

Luis Rojas Marcos. Cambio va a haber. En primer lugar, uno positivo, basado en lo que hemos aprendido, en cómo la sociedad se va a preparar para la siguiente pandemia, que llegará un día. Hemos aprendido mucho también sobre la importancia de dar información fiable y clara, algo que no ha habido ni en EE.UU. ni en Europa.

¿El sufrimiento nos hace mejor personas? No, no es el dolor lo que te hace mejorar, el sufrimiento no es útil para nada. Pero va a haber un cambio relacionado con el trauma que ha supuesto, con no poderse despedir a los seres queridos. Esos traumas van a requerir un proceso de duelo y superación, de flexibilidad y resistencia, lo que se llama resiliencia. Y va a suceder un cambio muy importante: un 40% de la población va a tener un crecimiento postraumático.

¿En qué consiste?

Está en la lucha por superar esta pandemia y los efectos físicos, psíquicos, sociales, económicos que ha provocado. En esa lucha mucha gente descubre cualidades, en ellos mismos o en otros, que no conocían. Todavía no hemos llegado ahí, pero tiene que pasar. Está demostrado que, cuando beneficias a otros, te beneficias. Ayudar a otros nos ayuda a resistir el pánico y la parálisis. Una respuesta común de los supervivientes es: Intenté ayudar al que estaba a mi lado y salimos. Es otro aprendizaje. Pero la pandemia tiene que pasar para que nos demos cuenta de qué nos hizo mejores personas, de qué nos ayudó a valorar lo que antes no valorábamos.

¿Qué hay de la incertidumbre?

Los seres humanos la llevamos mal. Hace un siglo, cuando la esperanza de vida era de 40 años, se llevaba mejor, porque no sabíamos cuánto íbamos a durar. Hoy, resquebraja el sentido de futuro. Si escuchamos a la gente hablar, más de la mitad de lo que dicen tiene que ver con lo que van a hacer mañana, cuando los hijos crezcan, cuando llegue el verano. Y no poder hablar así afecta a la estabilidad física, psicológica y social, que es como define la OMS la salud mental. Que la pandemia esté durando tanto lo vuelve más complicado. Es como el dolor crónico, que afecta a la mente mucho más que el agudo.

¿Qué problemas de salud mental han detectado por la pandemia?

Hemos visto un impacto estremecedor. La vulnerabilidad y la incertidumbre van unidas al miedo y la ansiedad. Ha habido un aumento de depresiones profundas, personas que pierden la ilusión por vivir. En EE.UU. y en Europa ha aumentado el suicido en todas las edades, sobre todo, entre los 30 y los 60 años. Y los conflictos familiares y sociales, la violencia o el uso y abuso de sustancias.

Juan Carlos de Marcos

¿El hospital da miedo ahora? Sí. Las unidades de pediatría estaban vacías, los padres tenían miedo, venían cuando era una urgencia. Hemos visto un retraso en la atención, las personas llegaban al hospital en situaciones extremas. En psiquiatría, el retraso en casos de depresión o ansiedad ha sido trágico en muchos de ellos.

¿Cómo cree que se ha gestionado la pandemia?

En EE.UU., y por lo que me cuentan también en Europa, la gestión ha dejado mucho que desear. Ha habido falta de preparación y mensajes confusos. La gestión se llevó mal y se reflejaba en la comunicación, que pasaba de “aquí no pasa nada a esto es terrible”. Cuando hablaban los responsables de salud desarrollaban credibilidad positiva, pero luego venían otros líderes sociales, políticos y religiosos, y decían que era un cuento. Muy mal.

¿Hay cosas que se hicieron mejor en Europa que en Estados Unidos?

Desde allí se ha visto Europa más consistente, con menos extremismos. Allí coincidió con la muerte de George Floyd, que añadió resentimiento, conflicto, desconfianza hacía los líderes. Esa conmoción social en Europa no sucedió, aunque las discusiones también socavaron la confianza en sus líderes.

¿Qué precio pagarán los adolescentes que se han visto encerrados?

Consecuencias va a tener indudablemente, pero la intensidad dependerá de los recursos que tengan.

¿Tienen familia estable, un grupo de amigos y apoyo social que les ayude a superar el duelo, a empezar la vida?

Si no, van a pasarlo muy mal. Pero todos van a tener que superar dos años sin el apoyo educacional habitual.

¿Qué va a pasar con los más vulnerables?

Algunos no lo podrán superar desa- fortunadamente, porque quizá hayan entrado en el mundo del alcohol o la droga. Y otros lo van a superar con el tiempo. Cuando muere un ser querido, hay que pasar por un duelo. En psiquiatría calculamos que es de entre nueve y 12 meses. Quien sigue con el duelo después de un año, probablemente necesita ayuda. El cerebro necesita un periodo para recuperarse, vamos a necesitar por lo menos un año o año y medio para evaluar los efectos.

¿Quiénes más se quedarán por el camino?

Tenemos una capacidad cada vez mayor de superar las cosas, pero eso no quiere decir que no haya víctimas, físicas, psicológicas y sociales, gente que ha perdido la esperanza o ha entrado en el mundo de la adicción, del rechazo, de conflictos con o sin violencia. El precio será alto. Ya lo estamos viendo, los miles de personas que no tienen que comer, que han perdido los ahorros, el trabajo...

¿Le damos la importancia que tiene a la salud mental? Se ha avanzado mucho, pero sigue siendo la hermana pobre. Dentro de la medicina, incluso, al psiquiatra se le mira un poco diferente, aunque vamos mejorando.

¿Al enfermo mental se le sigue demonizando?

Sin duda. Cambiar esta imagen requiere siglos. Y está cambiando, pero la gente aún dice: Al psiquiatra no voy porque no quiero que piensen que tengo debilidad de carácter. En Nueva York la psiquiatría se empieza a ver como una especialidad a la que hay que recurrir. Pero mucha gente no recibe la ayuda que necesita por miedo al qué dirán.

¿Qué es lo que más preocupa a los psiquiatras, la depresión o las adicciones?

Nos preocupa el cerebro, que es el órgano del que menos conocemos. Solo en los últimos 40 años hemos conseguido una forma de entenderlo mediante el TAC. Y todavía estamos descubriendo la relación entre cambios en el cerebro y psicológicos. Nos preocupan enfermedades nuevas, como la anorexia, que hace estragos, o la bulimia, que se convierte en una obsesión tal que interfiere con todo. Está la obesidad y el trastorno por déficit de atención, que aún se discute. Esas enfermedades no las entendemos del todo y cada día son más frecuentes. Y trastornos para los que no hemos conseguido solución, como la esquizofrenia o el trastorno bipolar.

¿Cuál es el mayor reto al que se enfrenta la psiquiatría del futuro?

Crear la conciencia de enfermedad en el enfermo, y la sociedad no ayuda. Hay enfermos, con síntomas, que aún dicen que no les pasa nada. Tener conciencia del dolor mental motiva para recibir tratamiento

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