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Salió de su Corea del Sur natal con ímpetu juvenil para triunfar en la industria de la moda internacional y lo ha conseguido. Fue director creativo en Tommy Hilfiger y Ralph Lauren antes de hacerse cargo, en 2015, de la creatividad de Karl Lagerfeld. Tras la muerte del káiser en 2019 ha seguido haciendo crecer la firma y cada año se plantea nuevos retos y colaboraciones para llevarla por todo el mundo, reforzando los valores de inclusividad y diversidad en los que Lagerfeld también creía firmemente.
MUJERHOY. ¿Recueda cómo conoció a Karl Lagerfeld?
HUN KIM. Llevaba tres años trabajando para Tommy Hilfiger y decidí volver a Nueva York, así que hice una especie de cena de despedida en la que estaban el director de comunicación de Lagerfeld y su mujer; y me dijeron que había un puesto temporal. Empezamos de una manera muy gradual, sin una entrevista ni nada por el estilo. Él, claro, quiso conocerme, tenía curiosidad por saber quién era y quedamos. Yo estaba muy nervioso, pero me hizo sentir muy a gusto a pesar de todo. He conocido a todo tipo de gente y a veces te hacen sentir muy incómodo. Yo estaba al borde del ataque de nervios, sudando, pero se sentó y me preguntó de dónde era, qué hacía... Empezó una conversación muy relajada y no me hizo sentir como si estuviera en una entrevista de trabajo. Su forma de tratarme fue muy amigable. Entonces empezamos a reunirnos y aquí sigo [Risas].
Tengo entendido que les acercó el hecho de que dibuja todas sus ideas en bocetos, igual que hacía él.
Sí, creo que ese fue uno de los vínculos más fuertes con él. Muchos diseñadores no lo hacen. En las reuniones había un grupo de gente involucrada, pero yo siempre me sentaba a su lado y le presentaba mis bocetos. Diseñar es tener un montón de ideas, pero no todo el mundo sabe expresarlas mediante un dibujo. Era muy interesante sentarse junto a él y mostrarle la nueva colección... Él me preguntaba: «¿Has dibujado esto?». Y yo le decía que sí, porque suelo dibujar todo cuando diseño. El no entendía que la gente lo hiciera en ordenador y yo le decía que si me aislara con mi ordenador, no creo que expresara toda mi creatividad. «Yo hago lo mismo», me contaba. Así es como nos hicimos muy cercanos. Cuando él tenía una idea nueva, ponía el boceto sobre el papel inmediatamente. No siempre eran bocetos completos, a veces me daba un detalle y me decía: «¿Qué tal con esta idea?». Era una forma muy interesante de comunicarnos.
¿Cómo preparaban las colecciones? Usted trabaja en Amsterdam y él lo hacía en París.
Sí, teníamos una agenda muy apretada. El trabajaba también para Chanel y Fendi, así que no sé lo que pasaba en la otra parte del estudio. Yo era responsable del equipo de Karl Lagerfeld, un equipo con mucho talento de todo el mundo, italianos, daneses, españoles, rusos... Todos bajo su guía. Iba unos días a París y me daba todo el feedback que necesitaba. Tenía una agenda muy ocupada, así que yo lo preparaba todo para aprovechar lo mejor posible el tiempo con él. Si alguien está verdaderamente ocupado, aprovecha su tiempo y el de su equipo al máximo. Tienes que tener totalmente claro lo que vas a hacer, decidir cuál va a ser el escenario, ya sean 30 minutos o tres horas. Me encantaba cuando lo veía llegar y hablábamos sobre la colección, y podía ver cómo probaba las prendas... Era increíble, era muy preciso y tenía las ideas muy claras, muy seguro de sí mismo. Tengo que decir que aprendí de él a ser más seguro, porque me tocaba tomar decisiones.
¿Ahora que está solo lo tiene en mente al trabajar?
Sí, sin duda. Siempre pienso en cómo lo haría y me encanta practicarlo. La gente puede ver, probar y aprender, pero si no practica, no signifique nada. A mí me gusta practicar con mi equipo para que puedan ser fuertes y confíen más en mí. Las personas, cuando funcionan bien por separado y saben trabajar en equipo, pueden reforzarse los unos a los otros.
Lagerfeld en sí mismo era un icono. ¿Pero cómo es su estética, cuáles diría que son las claves de su estilo?
Lo primero que puedes ver o imaginar de Lagerfeld es el blanco y negro y una expresión muy seria... Pero era calmado, encantador, era muy feliz diseñando y muy feliz con su gato. Para mí, hay gente que solo actúa hacia fuera, para proyectar una imagen, pero él era el hombre completo y unas veces lo veo en blanco y negro y otras, a todo color. Era alguien que no tenía nada que mostrar ni que esconder; y otra cosa muy interesante es que era la única persona cuya cara, como una escultura, era y es un símbolo de la moda. Esto es impresionante, no ocurre con otros, la gente lo reconoce al instante. Cada vez que pienso en él veo su lado suave y siempre pendiente de la gente con la que trabajaba. De hecho, me gustaría que la gente que lo ve en blanco y negro no se quedara solo con eso; cuanto más lo conocías, más profundizabas en la historia interesante que hay detrás de él. No sé si he respondido de manera correcta [Risas].
Lo decía porque él trabajaba para Chanel y Fendi, pero esta es su marca, su nombre, su propio estilo, no el personal, el de su moda.
Con Fendi y Chanel pienso que tenía más libertad que trabajando para él mismo, porque sientes más responsabilidad sobre lo que enseñas con tu propio nombre. Creo que se restringía más a sí mismo y que quería algo que todo el mundo pudiera disfrutar. La gente que compraba un chanel, quería un chanel. Pero cuando la gente compraba sus piezas, para él significaba que tenía que mostrar aún más su personalidad y creatividad.
Karl Lagerfeld era también un visionario. Fue el primero en trabajar con una influencer, cuando no existía ni el término. ¿Le supone mucha responsabilidad?
Era un visionario, de eso no cabe duda. Cada vez que iba a verlo, trataba de impresionarlo con alguna idea nueva, pero fuera lo que fuera, él ya lo había hecho. Lo veía cuando ojeaba el archivo o un libro con sus diseños. Por ejemplo, con el género neutro. La gente piensa que es algo de hoy, pero él ya hizo una colección neutra hace 10 años. Como seres humanos describimos lo que es para chica o para chico, pero ¿desde cuándo?, ¿por qué?, ¿con qué intención? Somos muy rígidos. Él, no; ya había diseñado ropa bellísima sin importar quién eras. Unía lo femenino y lo masculino. Era visionario y vio las cosas casi a través de una bola de cristal. Cuantas más cosas veo de él, más me sorprendo. Ese es mi desafío, hacer algo que él nunca hizo.
¿Cree que la sostenibilidad será una clave del futuro de la moda?
La sostenibilidad era una especie de bombo publicitario al principio. Pero hoy es una obligación, por conciencia. La sostenibilidad tiene muchas direcciones. Es el material, es la forma de trabajar, es la racionalidad... Nosotros en la fábrica, por ejemplo, evitamos el gasto superfluo. Solíamos tirar todo lo que sobraba del corte de las prendas, pero ahora lo juntamos por colores y conseguimos mezclas muy bellas a las que damos una segunda vida. Antes iba a la basura, ahora lo reutilizamos. En el estudio también implementamos la digitalización y hacemos prendas virtuales primero, antes de coserlas. Antes la fábrica enviaba la prenda y el equipo de corte la corregía y se la enviaba de nuevo. ¿Qué pasaba? Que desperdiciabas tela y todo el trasiego de ir y venir, los empaquetados, el transporte... Ahora pensamos en la huella de carbono. Hemos implementado el diseño en 3D. Diseñamos primero con un boceto, después lo hacemos virtualmente y vemos la prenda, si la hacemos más larga o más corta... Ni siquiera tenemos que cortarla, porque la vemos en 3D. Y también podemos presentarla al equipo de merchandising y a los compradores para tener mejor feedback antes de hacer nada. En este punto hemos reducido más del 50% de lo que antes desperdiciábamos. Ahora la sostenibilidad es la médula de la empresa.
¿Necesitamos consumir tanto o podríamos vivir con menos?
Creo que «menos es más» es uno de los mayores desafíos que tenemos hoy. Deberíamos utilizar la prenda y transformarla en otra prenda cuando ya no la usamos. Nosotros lo hacemos y no tienes que comprar tres productos, puedes comprar uno y tener tres looks.
Sí, pero al final del año necesitan unos resultados económicos...
Entiendo de lo que habla. Se refiere a la fast fashion que produce muchas prendas. Creo que se puede producir menos y que la gente se sienta más satisfecha. No deberíamos forzarlos a consumir, no deberíamos producir más que la cantidad justa. Conozco a muchos diseñadores que dicen «compra menos», pero para eso la prenda tiene que ser perfecta. Cuando era joven y tenía el vaquero perfecto, no necesitaba tantos, ya tenía el perfecto, el favorito. Y cuando se le hacía un agujero, le ponía un parche y seguía maravilloso… Si eres capaz de hacer algo que adore el cliente, que lo haga feliz, podremos parar tanta producción innecesaria.
¿Por qué se produce en exceso y los productos acaban en outlets?
Procede del mismo punto de partida, ya sean los outlets o la moda rápida. Se presentan como algo accesible, fácil de comprar, barato, pero, al contrario, pagas más y los costes a nivel sostenible son mayores. Deberíamos educarnos a nosotros mismos, sobre qué necesitamos y si podemos hacer unas prendas con menos y que duren más. Debemos fabricar las prendas perfectas para que el cliente las disfrute como un tesoro. Creo que algunas prendas las quieres conservar porque tienen mucho significado, porque hay algo sentimental en la ropa, algo emocional. Algunas de mis cosas favoritas no son nuevas. Por ejemplo, la chaqueta que me dio mi padre cuando era un niño... No me voy a deshacer de ella nunca porque es única, tiene mucho valor sentimental y recuerdos. Lo mismo me ocurre con algunas de las piezas del archivo que tenemos: son prendas que te pueden hacer llorar, puedes sentir cómo era la persona que las hizo y el amor con el que las cosió. Si miras cómo están hechas, te das cuenta de que no podrás reemplazarlas nunca. La mujer que las había cosido venía con Karl a la fiesta de Navidad que siempre dábamos aquí. Siempre venía con esa dama, con la que había estado trabajando durante muchos años. Mucha de la gente que trabajaba con Karl se quedaba con él mucho tiempo. He trabajado en muchas compañías en las que la gente va y viene, pero este es un lugar que nunca quieres abandonar, porque Karl te cuidaba, igual que cuidaba la ropa. Nosotros no producimos demasiado porque si la prenda tiene de verdad un significado, entonces compras menos y eres más feliz. Te sientes mal, lleno y empachado, cuando comes demasiado, pero la comida correcta te hace sentir mucho más feliz. Pensemos igual con la ropa.
¿Está trabajando con amigas de Karl Lagerfeld como Amber Valletta o Cara Delevingne por esa razón, porque sentía que tenía que continuar con esa familia?
¡Exacto! Todavía siguen siendo familia porque quieren. Me sentí muy feliz cuando conocí a Amber en la pandemia, hablábamos por Zoom, y siempre está hablando de cuánto le gustaba trabajar con Karl. También me encontré con Cara en Praga y nos lo pasamos muy bien.
Creo que está preparando algo grande con Cara...
Pronto lo presentaremos. Si quiere saberlo, ¡tendrá que volver! [Risas].
En septiembre del año que viene...
Solo puedo decir que trabajar con ella es muy divertido, nos lo pasamos muy bien y ella trató de expresar lo que amaba. Me encantará compartir con todo el mundo este trabajo en septiembre de 2022.
Su madre diseña en Corea de Sur. ¿Qué piensa de su trabajo?
Como todas las madres y los padres, se sienten orgullosos. Cada vez que hablo con mi madre, me dice que me ha visto en esto y en lo otro, y que va a compartirlo con sus amigas. Y yo le digo: «Mamá, para». Da igual, quiere que lo vean sus amigas. Tiene un smartphone con el que está todo el rato mandándome mensajes. Me siento muy agradecido porque me apoya y me anima a hacer más cosas. Está muy orgullosa de mí, aunque eso a veces también es una presión [Risas].
¿Estudió diseño porque ella era diseñadora?
Sucedió de forma natural, porque yo veía siempre trabajar a mi madre. Ella jugaba con la tela y cuando veía lo que estaba haciendo y trataba de hacerme una idea de lo que era, yo quería hacer lo mismo. Me acuerdo de cuando tenía cuatro o cinco años y cosía con una muñeca. No me quedaba bien y mi madre me decía cómo tenía que hacerlo. La vocación nació de forma natural y creció cada día. Luego se convirtió en la elección de mi vida.
¿Cómo ocurrió?
En el bachillerato, algunas escuelas te obligan a tomar una decisión después del primer año, especialmente en moda y arte, y tienes que decidir antes de ir a la facultad. Cuando estaba en el bachillerato, dije a mis padres que quería ir a la escuela de moda. Su respuesta fue: «¿Por qué?». Porque mi madre sabía que el aprendizaje y la profesión eran duros. Cuando les dije que de verdad me gustaba, que era lo que quería hacer, me dijeron: »Te daremos todo el apoyo que podamos». Y la verdad es que mi madre me apoyó como mentora, en la parte técnica... Es un poco embarazoso decirlo, pero fui el primero en la escuela, saqué una beca para todos los estudios. Gracias a mi madre pude ser el mejor. Era un poco como hacer trampa, pero no lo era [Risas]. Tuve suerte, porque tenía amigos que sabían lo que querían hacer pero tenían a sus padres en contra. Yo tuve un apoyo total y no pude ser más feliz.
¿Conoce España? ¿Le gusta?
Le daré la vuelta a la pregunta: ¿Cómo no amar España? He estado bastantes veces en Mallorca. Tengo un amigo de Bilbao y fuimos juntos allí, a San Sebastián y Galicia. Conozco también Valencia. Y a todo el mundo le gusta Ibiza. Me gusta la cultura, la comida y la forma de vida. Me encantan también Barcelona y Madrid, que me parece una bellísima ciudad. Veo en España algo diferente, la manera en que la gente se presenta a sí misma es como un ritual. De hecho, la próxima vez iré a Barcelona y a Mallorca, una ciudad marítima con una gran cultura muy bien conservada y con un bello color natural. Será mi próxima inspiración.