UNA HISTORIA CON FAMOSOS

Juanra López publica Los amores improbables: «La crónica social es una novela porque mucho de lo que se cuenta es ciencia ficción»

Massiel, Monica Bellucci y hasta Eugenia Martínez de Irujo asoman en Los amores improbables, la segunda novela del periodista Juanra López. Es la historia de dos mujeres antagónicas. Su autor firmará ejemplares el 3 de junio en la Feria del Libro de Madrid.

Juanra López acaba de presentar su segunda novela, Los amores improbables. LUCA LÓPEZ
«La crónica social es una novela porque mucho de lo que se cuenta es ciencia ficción»
Ángeles Castillo
Ángeles Castillo

El periodista Juanra López, curtido entre bastidores, bambalinas y el off the record, que es la salsa de la profesión, acaba de publicar su segunda novela, Los amores improbables (Ediciones Agoeiro), un título que le ha salido de cine. Aunque no tanto como el anterior, El fantasma de Rock Hudson (MaLuma), que derrocha pasión por el celuloide. Ya se sabe que muchos de nuestros sueños si no son literarios es porque son cinematográficos.

De tener que elegir, Juanra, que nació en Madrid y se crio en Talavera de la Reina, la ciudad española más portuguesa, por la cerámica y por su reina, se queda con Una giornata particolare (1977). Lo ponemos en italiano porque una «jornada particular» con Sophia Loren y Marcelo Mastroianni luce más así.

López se licenció en Periodismo en la Universidad Complutense, como la reina Letizia, y luego ensanchó sus estudios con Sociología por la UNED. Pasó por Semana y otros medios poniéndole aún más color a la crónica rosa, hasta llegar a Mujerhoy. Ahora, desde las páginas de este libro, nos cuenta «la historia de dos mujeres antagónicas que buscan su lugar en el mundo». Atreviéndose a meter en escena, otra vez, a personajes de la crónica social de ayer y hoy, desde Massiel a Eugenia Martínez de Irujo, pasando por Monica Bellucci. Es más, la duquesa es la diseñadora de unos pendientes que resultarán ser la clave a la hora de desenmascarar un engaño.

La acción arranca con el encuentro de Jimena y su amigo Juan en un restaurante del centro de Madrid tras quince años sin verse. Un clásico. Marcial, camarero, 30 años en la hostelería, casi un psicólogo para los parroquianos, les observa. Fernanda, su mujer, que se gana la vida limpiando escaleras y un piso señorial, también se verá envuelta en la trama. La acción está servida. Hora de hablar con su autor, a quien tendremos el martes 3 de junio, de 19 a 21 h, firmando ejemplares en la Feria del Libro de Madrid (caseta de El Corte Inglés), en el Parque de El Retiro.

MUJER HOY. Arrancamos con tu anterior novela. ¿Qué te sugiere Rock Hudson a estas alturas de la película?

JUANRA LÓPEZ. Es un actor con el que soñaba de niño porque adoraba sus comedias románticas con Doris Day. Ocurrían en un mundo donde no existía el mal y todo era armónico. Los desajustes entre los protagonistas los solucionaban los guionistas al final. Era una vida pasteurizada, gloria bendita. Rock Hudson fue un fantasma cuando tuvo la valentía de mostrarse al mundo desahuciado para decir que estaba enfermo de sida. Yo creía en aquel entonces que solo por ser homosexual me podía pasar lo mismo que a él. Esas imágenes se me aparecían en las pesadillas y también a Juan Villar, el protagonista de las dos novelas, que, por cierto, se pueden leer de manera independiente. Esta segunda es muy coral y quise que también apareciera el personaje, pero en un contexto completamente distinto.

Juanra López con Luz Sánchez-Mellado y Paco Tomás en la presentación de libro en Madrid. LUCA LÓPEZ

¿Qué distancia hay entonces entre El fantasma de Rock Hudson y Los amores improbables? ¿Qué las une y qué las separa?

Las une el personaje de Juan Villar, que en esta segunda se reencuentra con una compañera de la Facultad de Periodismo a la que no ve desde hace quince años porque le hizo ghosting. Es un reencuentro de alto voltaje para el que tuve presente la película Johnny Guitar, en la que Joan Crawford se reencuentra con su gran amor en un contexto de grandes amenazas, de muerte y destrucción. También me acordaba mucho mientras escribía de Una jornada particular, de Ettore Scola, una película entrañable en la que Marcelo Mastroianni interpreta a un periodista homosexual en pleno ascenso del fascismo que encuentra consuelo y a una gran interlocutora en una ama de casa infeliz, a quien da vida Sophia Loren.

En cuanto a lo que las separa, destacaría que Los amores improbables es una novela muy coral que se desarrolla en dos planos, el de Juan Villar y Jimena y el de los personajes que les rodean en el pequeño restaurante en el que han quedado para almorzar.

Por qué tienes que leer la novela Los amores improbables

¿Qué has querido contar en este nuevo libro? ¿En qué momento se te aparecieron las musas y te dijeron: «Escríbelo»?

Mis novelas se me ocurren nadando en una piscina cubierta de mi barrio. Es ahí, mientras nado, donde habitualmente pongo en orden mi cabeza y donde aparecen las historias. Primero nació la historia del ghosting y después fueron apareciendo los demás personajes que también querían tener voz. Cuando me di cuenta, eran tantos que en nada se parecía al planteamiento inicial. Acabó siendo un compendio de sagas familiares a las que tuve que domar y poner orden, porque eran muchos los elementos que debían aparecer y lo complicado era hacer que encajaran. Lo logré con un final que hasta a mí mismo me sorprendió porque no pensaba llevar a los personajes a ese punto.

¿Existen los amores improbables? 

Claro que existen, lo que ocurre es que no siempre salen bien. Yo he tenido historias de amor improbables que no duraron nada y otras que han sido muy fructíferas. Lo esencial es no dejarse llevar por los prejuicios o por la razón sino por la intuición, que es la mejor consejera para el amor. Nos lleva a tomar las mejores decisiones porque no está mediatizada por nada. Cuando metemos el cálculo y el beneficio, ya no hablamos de amor sino de otra cosa. Esta última cuestión está muy presente en el personaje de Jimena.

Para saber de la vida de la gente, profundizar o quedarse en la superficie, ¿mejor la peluquería o la barra del bar?

La peluquería, por razones que no hace falta explicar, no la visito desde hace años y no he sido muy de bares, pero ha habido gente a mi alrededor que ha hecho su vida acodada en la barra de un bar. A través de ellos, he experimentado esa sensación de que el tiempo no tiene fin mientras se habla con conocidos o desconocidos con los que se comparten cervezas y, en otros tiempos, cigarrillos. De niño acompañaba a mi padre en algunas ocasiones y eran lugares ahumados, con olor a fritanga y conversaciones cruzadas. Como en el cuadro Noctámbulos de Edward Hopper, son espacios de mucha soledad, de personas que no tienen quien los escuchen en casa o que quieren escapar de una realidad que no les gusta. Después, cuando salen por la puerta, posiblemente embriagados, la vida les cae como un jarro de agua fría.

La portada de Los amores improbables, en Ediciones Agoeiro. CORTESÍA

A propósito de la cita de tus protagonistas, ¿qué opinas de los reencuentros, los volver a empezar?

A priori no suelen funcionar, pero hay excepciones. Todos somos como Penélope, la canción de Serrat. La persona con la que vamos a reencontrarnos no se parece en nada a la que tenemos en la cabeza. No somos la misma persona, menos mal, porque, como los personajes de una novela, necesitamos nuestro arco dramático. Si no, seríamos una imagen congelada en el tiempo. La gente entra y sale de nuestras vidas, y hay que normalizar la pérdida y dar la bienvenida a los recién llegados. No hay que aferrarse a la nostalgia ni tampoco cerrar las puertas al pasado. La virtud está en el término medio. Si una persona fue muy importante para ti, siempre tendrá un pequeño hueco en el corazón, pero pequeño, porque ocuparán mucho más espacio los que conviven contigo en el presente.

Qué famosos desfilan por la novela

Por tus páginas vuelven a desfilar muchos famosos, desde Massiel hasta Eugenia Martínez de Irujo. ¿Por qué?

Algunas de las anécdotas que aparecen en el libro son reales, me han pasado a mí como periodista. Me refiero a Cameron Diaz, Emma Thompson, Susan Sarandon o Jade Jagger, hija de Mick y Bianca Jagger. En el caso de Eugenia Martínez de Irujo, Susana Estrada, La Chunga o Jesús Mariñas, he querido que pasaran por las páginas por lo que representaban o representan. En la novela, la duquesa de Montoro es la diseñadora de unos pendientes que son clave para descubrir un engaño. Nuestras vidas tienen como contexto, lo queramos o no, a muchos personajes populares que son fundamentales en nuestra educación sentimental.

¿La crónica social da para una novela?

La crónica social es una novela, porque mucho de lo que se escribe o se dice es ciencia ficción. Muchos personajes son una mentira muy bien urdida y que se dosifica en capítulos muy bien guionizados para ser rentables. El periodista a veces es un cooperador necesario para que ese engranaje siga funcionando. Si realmente se contaran las vidas como se sabe que son, muchos se llevarían las manos a la cabeza. Todos, al fin y al cabo, tratamos de trasmitir una imagen de nosotros mismos que sea óptima y hacemos lo imposible por ocultar nuestros defectos o nuestras miserias.

La vida de antes en los pueblos y sus usos y costumbres también tienen presencia en el libro. ¿Nostálgico?

Más que nostálgico es una necesidad de contar cómo era la vida en la época de mis antepasados, porque yo nací en los estertores de la dictadura franquista. Vengo de una familia de campo, de obreros, casi todos sin estudios. Lo tuvieron muy difícil para superarse. Muchos de ellos lo hicieron, y yo soy un ejemplo de cuando el ascensor social todavía funcionaba algo. Tal vez partías de la planta 1 y llegabas a la 5. A la 10 no, porque esas plantas tan altas, por lo general, son hereditarias. La pobreza y la riqueza lo son.

Los entresijos de Los amores improbables

¿Hasta qué punto Los amores improbables es autobiográfica?

No es autobiográfica, pero hay mucho de mí y de mi familia, repartido entre distintos personajes. No me siento legitimado para contar la vida de mis familiares, y la mía literariamente sería aburrida. Sí se basa en la observación de lo que me ha rodeado o de lo que he escuchado en las conversaciones en casa, porque me parecía una información muy rica a la que le podía sacar mucho partido. No soy nada rata de biblioteca. Escribo más desde la memoria, lo sentidos y las vísceras.

¿Por qué escribes, más allá de lo periodístico?

Siempre tuve el síndrome del impostor y mi autoestima no es natural, es construida. Por eso me encuentro en cajones olvidados pequeñas historias sin terminar, poemas, esbozos de novelas… Escribí una primera novela, Las olas son mi verdugo, que nunca verá la luz porque no tenía pies ni cabeza, y esperé veinte años hasta que nadando me vino la idea de El fantasma de Rock Hudson. En esa época estaba sin trabajo por primera vez en casi veinticinco años y fue una suerte que así fuera porque ahora ya me siento capacitado para contar historias y cada vez mejor.

¿De dónde te viene la inspiración?

Me inspira lo pequeño, lo cotidiano, las grandes historias que hay detrás de personas aparentemente insignificantes, mis recuerdos embellecidos por el paso del tiempo, la mezquindad y la mediocridad, que son muy literarias; la bondad, que no siempre lo es, o las dobleces del ser humano.

Como referentes literarios, ¿a quiénes citarías?

En otra época te hubiera dicho que García Lorca, Tennessee Williams o Truman Capote. Ahora me encuentro más cerca de Ignacio Aldecoa, autor de dos novelas olvidadas maravillosas, El fulgor y la sangre y Con el viento solano; de Manuel Puig, autor de El beso de la mujer araña, y del brasileño Jorge Amado, cuyas novelas tienen una enorme carga social. Y una de las novelas que más me ha impactado en décadas ha sido Bella del Señor, de Albert Cohen.

¿Habrá próxima novela? 

Habrá próxima novela y tendrá conexión con las dos primeras, porque quiero que sea una trilogía. Aún me estoy debatiendo entre dos personajes que aparecen en Los amores improbables para desarrollar su historia. Desde hace unos meses estoy trabajando en un libro de no ficción sobre folclóricas, que me gustaría que saliera publicado estas navidades. Espero que me dé tiempo. Si no, tendrá que esperar a 2026. Es solo un pequeño receso, porque lo que más deseo es seguir escribiendo novelas.

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Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.