Óscar Mariné, el diseñador que conquistó Nueva York y luego modernizó España: «Tengo la responsabilidad de hacer un mundo mejor, que es de lo que trata el diseño»

Le han llamado el Warhol español, por moderno y pop. Creó con su revista una de las proclamas de la Movida, Madrid Me Mata. Ha diseñado para Almodóvar, Álex de la Iglesia o el Boss. Normal que Óscar Mariné reciba el premio honorífico de la primera edición de los Creative Campus Awards.

Óscar Mariné acaba de recibir el premio honorífico en los Creative Campus Awards. CORTESÍA
Óscar Mariné, el diseñador que conquistó Nueva York y luego modernizó España: «Tengo la responsabilidad de hacer un mundo mejor, que es de lo que trata el diseño»
Ángeles Castillo
Ángeles Castillo

Por si había dudas, Óscar Mariné (Madrid, 1951), genio y figura del diseño, las aclara: «Diseñar es coger papel y lápiz y solucionar problemas. No pintar las cosas de rosa». Él lo ha hecho dibujando las mil y una caras de la modernidad. Poniéndole luces al siglo a golpe de color, arte y tipografía. O sea, alumbrando la imagen de Todo sobre mi madre, de Pedro Almodóvar; El día de la bestia, de Álex de la Iglesia, o Tierra, de Julio Medem. Esto solo en cine, que es tan suyo. Como hijo del director de fotografía y restaurador cinematográfico Juan Mariné, Premio Goya Honorífico 2024, se empapó de celuloide.

Porque se podría hablar igualmente de música, llegando a diseñar para Bruce Springsteen o Brian Eno, y recientemente para Anaut, la banda española con alma negra. O de los infinitos proyectos y marcas para los que ha trabajado, con especial mención a Absolut Vodka, por lo que supuso en su trayectoria; Matadero Madrid, tan en su línea, y el estudio de arquitectura de Norman Foster en Londres, Foster + Partners, por lo cosmopolita. No es de extrañar, con semejante trayectoria, que le empiecen a llover ahora los premios, aunque ya ganó el Nacional de Diseño en 2010. El último ha sido el Premio Honorífico de la primera edición de los Creative Campus Awards, con los que la Universidad Europea quiere apoyar el talento joven.

Mariné alumbró la icónica revista Madrid Me Mata en los míticos años ochenta madrileños, los de la Movida. Antes ya se había codeado con lo más granado de Nueva York de la mano de John Giorno, que fue novio de Andy Warhol, y viajado por medio mundo. Su aplastante modernidad y su amor por la cultura popular le han llevado a ser apodado, precisamente, el Warhol español. Además, este fabricante de imágenes alimenta incansablemente su propia obra pictórica. Óscar Mariné no entiende por qué no hay afición al arte contemporáneo en Madrid, «cuando deberíamos estar todos yendo los domingos, como en Londres, a visitar museos y galerías». Es un maestro y un gran conversador. Le escuchamos.

MUJER HOY. Acaba de recibir el premio honorífico en los Creative Campus Awards de la Universidad Europea por toda su trayectoria, ¿cómo lo ha vivido?

ÓSCAR MARINÉ. Lo agradezco muchísimo. Es una universidad muy seria. Quedé muy impresionado tanto por las instalaciones como por el proyecto y, sobre todo, por el nivel tan alto del profesorado, pues es exactamente lo que necesita España y las nuevas generaciones. Estudiar diseño en profundidad como algo absolutamente fundamental para el desarrollo del país.

¿Qué valoración hace de su carrera?

Mi trayectoria personal es la que es. Yo he sido un diseñador que ha tenido mucha suerte. He tenido muy buenos clientes, he podido viajar por el mundo, he trabajado con las mejores empresas y en los mejores proyectos que se puedan imaginar. Estoy muy contento de todo lo que he hecho y de todo lo que sigo haciendo, porque yo sigo trabajando día a día, desarrollando y aprendiendo. No se acaba nunca.

¿Se siente, en cierta manera, un cronista de la modernidad? 

En realidad, el diseño está muy relacionado con la modernidad y con lo contemporáneo. Es una profesión en la que hay que estudiar mucho, estar muy informado y conocer cómo funciona todo.

¿Cuánto de rebeldía hay en su trabajo? 

Mis orígenes están en unos sectores muy underground. Empecé en la música y el cine. Pertenezco a una generación magnífica que luchó por sus ideales y que emprendió un camino fantástico en unos años muy especiales, en los que el mundo brillaba y había muchas cosas que construir. Y, por supuesto, estoy marcado por ese brillo y con toda esa responsabilidad de hacer un mundo mejor, que es de lo que trata el diseño. De mejorar las cosas y de que todo el mundo pueda vivir mejor. Cuando hago un trabajo, siento esa responsabilidad social que tiene el diseño, que es algo que todo el mundo ve. Unos lo notan más que otros, pero todo eso queda en el alma de la gente.

Óscar Mariné en el momento de recoger su premio en los Creative Campus Awards. CORTESÍA

Ahondando en esa idea, ¿qué puede aportar el diseñador al mundo que vivimos? 

Pues todo, porque todo está diseñado. Todo lo que tenemos alrededor ha habido alguien que lo ha hecho, salvo la naturaleza, que funciona por sí misma. Y, aun así, también está muchas veces intervenida. La naturaleza ya no es como era hace diez siglos. Está todo cambiado y todo eso forma parte del proyecto del ser humano de mejorar el mundo. Y para mejorar el mundo hacen falta técnicos, y muchos de ellos son diseñadores.

Diseñador es aquel que coge un lápiz y un papel en blanco y soluciona problemas. No es alguien que hace las cosas bonitas, como muchos creen. Ni alguien que pinta las cosas de rosa. Para nada. Es alguien que pone su cabeza en los proyectos y que los hace mejores. España tiene que estar en primera división y, de hecho, ya hay mucha gente estudiando, hay excelentes profesores y hay muy buenas escuelas y tenemos que subir a primera división. Y ahora hay un momento magnífico. Porque la gente tiene la posibilidad de estudiar con los mismos medios que muchos de los mejores centros del mundo. Pero tenemos que asumir que esto es muy serio. No es una profesión sencilla. Es un camino de una gran responsabilidad.

Qué opina Óscar Mariné de los jóvenes diseñadores

¿Piensa entonces que no se termina de entender lo que es el diseño?

Sí, pero no estamos para explicar estas cosas tantas veces. El otro día dimos un premio a una galerista magnífica en el Club Matador y se hablaba de por qué el arte contemporáneo en España no se entiende. ¿Por qué la gente no va los domingos, como en Londres, a visitar sus museos y a ver lo que se está haciendo hoy día? Pues es que es muy importante. Claro que mientras haya gente joven con el tironazo que hay ahora en el diseño, desde ahí irá cambiando la sociedad. Y de eso sí que me siento responsable. Porque han entendido y se han acercado en profundidad a lo que hago. A mí no me gusta ser popular ni famoso, pero sí ser solvente y que se fijen realmente en la importancia de las cosas que he hecho.

¿Ve talento entre los jóvenes? 

España es un país donde hay mucho talento y tenemos además facilidad para expresarnos. Pero la gente está más pendiente de otras cosas. Cuando abres un periódico y ves que hay seis páginas de fútbol y que nadie habla de nada del mundo de la cultura es muy llamativo. España tiene una tradición y hay muchos artistas. Y aunque la mayoría no está pendiente de ellos, sí que hay un ambiente estupendo y mucha gente está viniendo aquí por eso. Lo que pasa es que nos gusta quejarnos.

Al final, va a ser verdad que España es diferente.

Es una exageración cómo se vive aquí, lo maravilloso que es todo. Salen los datos y batimos los récords de todo, pero nos seguimos quejando. No se sabe muy bien de qué, porque los que vienen se quedan boquiabiertos de cómo vivimos.

El mundo de Óscar Mariné. INSTAGRAM/@OSCAR MARINE BRANDI

¿Cómo ve el mundo en general?

El mundo de hoy está como está. Y en los medios todo son dramas. Menos mal que me llamas tú porque me han dado un premio. Porque las noticias buenas o el reconocimiento a los trabajos bien hechos son marías, cosas que interesan a pocos. Tenemos un cine para comérselo de lo bueno que es. Hay unos pintores estupendos, unos arquitectos que te caes de espaldas… No sé qué más queremos.

En cuanto a Madrid, ¿qué diagnóstico hace de la capital? ¿Sigue matando?

El Madrid Me Mata es una frase mía que es un canto de amor a la ciudad. Yo he vivido por todo el mundo y la he elegido para vivir, y aquí he criado a mis hijos. Es una ciudad que me ha dado muchísimas alegrías y me las sigue dando. Está llena de gente acogedora. Bien es verdad que cuando vas a Barcelona dices: «Jo, pues también está muy bien». Y luego vas a Valencia, a Bilbao, Sevilla o Coruña…, pero Madrid es Madrid. Y estoy muy contento de ver que los jóvenes pueden desarrollar su carrera aquí. Solo que ahora ya no es cuestión de subir dos escalones, hay que subir diez, porque la competencia en el mundo es brutal y tenemos que estar, como decía, en primera división, y no solo en fútbol, sino en todo lo demás.

En qué se inspira Óscar Mariné

¿Cuáles son sus fuentes de inspiración? 

La vida misma. Y el estudio. Soy una persona estudiosa, que lee mucho. Mi curiosidad es inmensa. También viajo mucho. He recorrido el mundo entero y viajo de verdad, nunca de turista. He ido a los sitios sin saber nunca cuándo iba a volver. Para el diseño gráfico, que es probablemente la parte más intelectual, hay que saber cómo son los demás países y cómo piensan. Para desarrollar proyectos en Suiza, Japón, Estados Unidos, Nueva York o París, tienes que conocer los sitios, los mercados… Todo eso requiere tiempo, vas aprendiendo y en eso mismo te inspiras, en el propio trabajo y en los maestros.

Hay que conocer a los que han hecho esta profesión tan brillante. Por ejemplo, el gran arquitecto Norman Foster pone «arquitecto y diseñador» en su tarjeta de visita. Hay muchos arquitectos, pero muy pocos arquitectos que diseñen. Diseñar es dibujar, pensar, proyectar. Es muy cercano a lo que es un escritor. Tú puedes estudiar Literatura o Filosofía, pero luego cuando escribes es cuando eres escritor. Y diseñar es prácticamente igual. Se hace con las mismas herramientas. Con un lapicero puedes elegir escribir una novela, construir un rascacielos o la imagen corporativa de la empresa más prestigiosa del mundo. Eso es el diseño. El dibujo y la inteligencia del ser humano para convertir un papel en blanco en algo tangible y esencial.

Entiendo que va a todos los sitios con lápiz y papel.

Sí, siempre, porque hay que ir espiando. Esta es una profesión en la que el espionaje es crucial. Todo el rato hay que estar captando, hablando con la gente lista y tomando notas… Y me gusta más el lápiz y el papel que ir con el teléfono o con el micrófono. Cuando tienes un lápiz en la mano y un papel en blanco, estás pensando.

¿Qué representa el arte en su vida?

Hay una parte que se nutre mucho del arte con mayúscula, que lo conozco y lo he utilizado. Al mismo tiempo que hacía un trabajo para Sanitas, que la gente no lo reconoce, estaba diseñando el cartel para un disco de Siniestro Total o el cartel para una película de Álex de la Iglesia, que se volvían muy populares. Y esto está basado en una práctica artística. Cuando estoy entre trabajo y trabajo, pinto, dibujo y tengo mucho material que voy exponiendo cuando tengo tiempo, y ahora tengo mucho más y trabajo mucho más en la parte artística. Con eso nutres la profesión. Y cuando tienes la oportunidad de pintar una mujer para Almodóvar, pintas una mujer, pero eso lleva mucho trabajo detrás. No es que sea un dibujín. Es toda una trayectoria.

Y cuando consigues trabajar para Absolut Vodka, que solamente trabajaban allí los mejores artistas gráficos del mundo, contados con los dedos de las manos, tienes que estar muy cerca de lo que es el corazón del arte contemporáneo. El corazón, no un dedo. En una campaña que además duró siete años. Esa es una parte también que ha sido muy interesante y reconocida en mi carrera, aunque ha tardado más tiempo. Tuve reconocimiento enseguida fuera y empecé a trabajar muy joven en grandes empresas, y luego me dieron el Premio Nacional en España (2010). Pero no había trabajo en Madrid de ese nivel y tenía que viajar mucho y muy lejos para poder hacerlo. Tenemos que construir un nuevo país y hacer trabajo aquí que sea notable en el mundo entero.

El mítico cartel de la película de Almodóvar, diseñado por Mariné. INSTAGRAM/@OSCARMARINEBRANDI

¿Cómo recuerda sus colaboraciones con Pedro Almodóvar, Álex de la Iglesia o Bruce Springsteen? 

Pues estupendísimas. Estupendo poder trabajar con esas personas vivas y poder recoger la energía de esos encargos y resumir proyectos que a veces duran años en una sola imagen. Poder transmitir toda una película de esa manera es un puñetazo que emociona y hace que se recuerde esa pieza. Y lo mismo cuando es un disco. Es una imagen icónica que te nutre y te hace sentirte orgulloso de ser español y de esa generación.

¿Y qué recuerdos tiene de la Movida? 

Primero fue Barcelona, que funcionó muy bien al final de los setenta. Y luego eso mismo pasó en Madrid, que se juntó gente interesante con ganas de hacer cosas. Y éramos muchos. Hay quienes hablan muy mal de la Movida. Yo hablo muy bien porque me fue muy bien y me lo pasé muy bien. Conocí a gente interesantísima, y todas esas cosas de que había tontos y que eran pijos... Es que somos un país donde todo tiene que ser negativo. Después de la generación del 27, es lo más sobresaliente que ha pasado en España intelectualmente. De ahí salieron los mejores artistas de lejos que ha habido en nuestro país. Yo estoy muy contento de haber crecido y haber aprendido ahí. Madre mía, qué nivel había.

Y luego decían que nos metíamos muchas cosas. Yo lo que más me he metido han sido libros, películas y discos. Eso me metí a tope. Es simplemente ganas de frivolizar. Supongo que habría tontos, pero yo me juntaba con los listos, que me gustaba más. Había gente preparadísima y un nivel musical estupendo. Cuando monté Madrid Me Mata, teníamos un aluvión de visitantes de todo el mundo que alucinaban con Madrid. Ahora parece que la cultura es un coñazo, y solo lo es para los ignorantes. La cultura es lo que te hace la vida comprensible y te hace una persona feliz, sensible, constructiva y con ganas de disfrutar de la vida.

Un diseñador español en el NY de Andy Warhol

¿Llegó a conocer a Andy Warhol?

A Andy Warhol no le conocí, pero mi mejor amigo en Nueva York fue su novio durante muchos años, quien le pagaba sus películas. John Giorno, el último poeta beat, que murió hace pocos años. Una maravilla de persona. En su casa conocí a todos mis mitos de esa época. Y me contó cómo era su relación con Warhol y cómo este también llevó una vida de miseria, porque fue una persona que vivió amargada pues su trabajo no era valorado por nadie. Solo cuando murió se convirtió en el artista más famoso. Pero tuvo que morirse para eso, porque no lo disfrutó en vida. Él triunfó muy joven y luego le empezaron a caer las críticas, le crucificaron los críticos y el mundo del arte, y estuvo 20 años amargado. Eso es Andy Warhol.

Me contaba Giorno que, cuando vino a España, la noche anterior estaba allí con un atlas enseñándole dónde estaba nuestro país, porque el hombre venía asustado. Y aquí fue como la llegada del Espíritu Santo. Fue muy nutritivo que viniera alguien así porque toda esa generación teníamos a Warhol como referente.

Le han llamado el Andy Warhol español, ¿qué le parece?

Solo es una frase. Sí que tengo ese espíritu pop en mi vida y beat también. Yo me fui a ver mundo con 22 años, y cuando volví a España tenía 26 o 27 y ya había recorrido las tres cuartas partes. Conocía muchos sitios y hablaba idiomas. Eso me ha ayudado muchísimo en mi trabajo. Así te das cuenta de que estamos más cerca de los suecos o los japoneses de lo que nos pensábamos cuando éramos un país bajito y acomplejado.

¿Nos hemos aburguesado demasiado? 

Afortunadamente, porque antes se vivía en la miseria. Ahora se mitifica el pasado, pero España era muy dura. Sí nos tenemos que cultivar, porque intelectualmente tenemos que estar en la vanguardia. Porque decir que me gusta Giotto, pues está muy bien. Pero mi obligación es conocer lo que se hace ahora, apoyar a la gente que está pintando o que está diseñando, construyendo o haciendo una cerámica o artesanía maravillosas. Es lo que ha pasado con la cocina. Antes había un odio a la nouvelle cuisine. Siempre salía alguien diciendo: «A mí solo me gustan las lentejas de mi abuela». Toma, y a mí también, que cada uno tenemos nuestra abuela. La cocina española de vanguardia por fin ha salido adelante. Pero ha tenido que triunfar fuera de España para que se hablase de ella. Con el arte es lo mismo. ¿Por qué nos negamos a ver el arte actual español?

Óscar Mariné es diseñador, ilustrador, tipógrafo y artista. INSTAGRAM/@OSCARMARINEBRANDI

¿Cómo se lleva con las nuevas tecnologías?

Perfecto, sin problema. Es que yo no tengo problema con las novedades. No me paro como los borricos y digo: «Ya no ando más». Para trabajar en mi profesión, empaparme y ser artista o diseñador, necesito vivir el mundo, disfrutarlo, disfrutar de la gente joven, estar con ellos, entenderlos y ver que todo se mueve. A mí lo que más me horripila es cuando vamos para atrás y veo muchas cosas que están pasando que no me gustan. Eso sí que me da miedo. Pero todo lo que sea avance y conocimiento me interesa.

¿Qué le emociona?

Me emociona la vida cada día.

La receta del éxito, estar enamorado de la vida

¿Se sigue asombrando ante lo que pasa?

El asombro es el que mueve la curiosidad. Me asombro con las cosas que me gustan, pero no le doy ni dos minutos a las cosas que me asombran que no me gustan nada. En la vida hay que elegir dónde miras y dónde pones tus ojos y tus oídos. Porque ahora mismo es tan fácil estar confundido y tan difícil saber elegir el camino que la gente está aturdida. Hay una parte que se ha dejado engañar totalmente por las nuevas tecnologías y que viven víctimas del TikTok. Como antes había emisoras de radio que ponían música atroz y otras que ponían música buenísima, y el 80 o 90% elegía la música atroz. Yo, al igual que intento comer bien, intento leer libros que me alimenten y ver películas que me gusten. Y estar enamorado de la vida. Ese es el eje de todo. Eso para los que tenemos ya una trayectoria es una responsabilidad porque estamos influyendo en los que vienen detrás.

¿En qué anda metido ahora? 

Tengo trabajo en diferentes proyectos como consultor y me llaman para buscar soluciones a cosas complicadas. Y después hay muchos que son simplemente de preparar estrategias para empresas. Hicimos una campaña de VIPS, esos sitios donde hemos comprado tantos libros, para la Feria del Libro. VIPS ha sido como mi madre. Y trabajo mucho en mi obra porque soy muy trabajador. Soy como mi padre. Tengo obra para hacer unas exposiciones inmensas.

¿Y las va a hacer?

Es curioso porque he expuesto en muchos sitios y, sin embargo, en Madrid no he tenido la suerte de hacer una gran exposición. Espero que pueda alguna vez. Falta darle una vuelta en una sartén calentita a todo (risas) porque hay que espabilar. Mis amigos son abogados, médicos… y no se toman en serio que sea diseñador. Veo que les hace gracia. Pero no podemos seguir viviendo de abogados y notarios. Pensaba que estaba todo más maduro, pero me he dado cuenta de que no. Yo pinto y hay muy pocos amigos que tengan un cuadro mío; ya no digo tres ni cinco. No hay afición ni tradición.

¿Cómo ha conciliado la vocación artística con las exigencias de sus clientes?

No tengo ningún problema. Porque cuando trabajo para una marca, trabajo para una marca, no para mí. Los que nos dedicamos a esto somos muy adaptables. Yo trabajo en todas las cocinas que me llaman. He trabajado en cientos de cocinas. Yo voy, soy amable y me adapto a los pedidos.

Antes mencionaba a su padre, Juan Mariné, ¿qué aprendió de él?

La primera vez que fui a un rodaje, me dijo: «Cuando estés en un rodaje, como te llamas Mariné, que no te vea nunca nadie sentado». Si no estás sentado, estás mirando. Y si sabes dónde mirar, estás pendiente. Él me dio un gran ejemplo de que estando pendiente, al final, acabas estando enamorado. Él siempre lo estuvo y se ha muerto, con 104 años, enamorado de su profesión.

Así que, por genética, le espera larga vida a Óscar Mariné.

Yo llego todos los días a mi taller muy temprano y como si estuviera empezando. Con esa misma energía me pongo mi música y me leo un par de libros. Yo vivo como un rey. Como un rey enamoradísimo de su profesión, intentando que cada trabajo sea más serio y más maravilloso. Quienes trabajamos en estas cosas tenemos que estar celebrando la vida a cada momento y transmitirlo.

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Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.