No podía ser ni un despiste ni un descuido. No con el rígido control y la milimétrica preparación con la que Letizia dispone cada una de sus apariciones públicas. El proverbial perfeccionismo de la Reina jamás pasaría por alto unas canas, a no ser que efectivamente quisiera hacerlo. Ahora confirmamos que las puntuales canas que Letizia dejó ver hace unas semanas se han multiplicado hasta conformar un incipiente mechón que ya no puede ser, de ninguna manera, una casualidad.

Vestida con un impecable look de top negro y falda que apuesta por el estampado de serpiente, Letizia apareció en uno de los actos que se acumulan en su agenda oficial con la melena capeada suelta y partida con una raya al medio que parecía pensada, precisamente, para mostrar las canas. Cualquier otro recogido o, sencillamente, un peinado con raya lateral habría podido disimular perfectamente la acumulación de canas que, de otra manera, quedan totalmente expuestas. No cabe más que pensar que la intención de la Reina no es disimular nada, sino todo lo contrario.

Parece que las canas de Letizia han llegado para quedarse y que seremos testigo de cómo su melena va, lentamente, mutando a gris. De la misma forma que hemos visto aparecer las sienes plateadas y la barba blanca de Felipe VI, un signo de experiencia, sabiduría y autoridad en los hombres, tendremos que acostumbrarnos a reconocer en las mujeres con poder estos mismos atributos, expresados también en sus canas. ¿Se atreverán más ejecutivas, directoras y CEO a reivindicar la naturalidad luciendo canas como Letizia? Ojalá.
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