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1. La esponja de maqullaje hay que humedecerla siempre:
Debería estar escrito en letras gigantes en las cajas de estos aplicadores. Porque si pones la base de maquillaje directamente sobre ella, se encarga de absoberlo todo. ¡Que por algo es una esponja! Sin embargo, si la humedeces antes, consigues dos cosas importantes: primero, que el aplicador se suavice; y segundo, que se hinche con el líquido, lo que hace que el maquillaje se quede solo en la parte exterior para que se deposite mejor en la piel y, por el efecto del empuje que aumentan agua y aire, se funda más fácilmente. Por cierto, si eliges un fondo con activos antiedad, como Future Solution LX Radiance Foundation, la jugada te sale redonda.
2. Nunca mezcles perfume y crema corporal
Los lípidos y los humectantes de las cremas para el cuerpo hacen que la fragancia se desvanezca antes. Básicamente porque la mezcla de sus fórmulas hace que los alcoholes de los aromas se disuelvan. Y si aplicas primero la crema y luego el perfume, lo que consigues es que este no se fije. La solución es tan sencilla como hacer que uno y otro no coincidan sobre la misma zona (las fragancias en roll-on te lo ponen fácil porque definen mejor el área donde las aplicas). Y usa una crema perfumada si quieres una sensación más ligera de tu perfume habitual.
3. El corrector de ojeras, mejor en forma de uve:
Lo habitual es tratar de neutralizar la ojera de lado a lado. Pero si en su lugar aplicas cinco puntitos de corrector en forma de uve, evitarás el efecto faro de coche (esa sensación de que hay dos círculos blancos alrededor de tus ojos). Cada esquina de la base tiene que coincidir con los extremos de tus ojos y la punta, con el centro del iris. Luego difumina con los dedos con presiones hacia dentro, para que se funda con la piel.
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