¿Cómo puede un paciente diferenciar un buen centro de medicina y cirugía estética de uno que no lo es? ¿Qué le debe exigir un paciente al doctor/a que le va a tratar? ¿Qué impacto está teniendo la Inteligencia Artificial en lo que demanda un paciente? ¿Puede un doctor puede negarse a realizar un retoque estético excesivo o innecesario?
En una era en la que el acceso a la información debería instruirnos como expertos en la búsqueda de lo mejor, la realidad se torna contraria ante un panorama actual «complejo y peligroso» respecto a las operaciones estéticas y todo lo que mueve a una persona a decidirse por un aumento de labios o una reducción de pecho.
Estos son los dos primeros adjetivos que nos encontramos en conversación con uno de los cirujanos plásticos más prestigiosos de nuestro país, el Dr. Iván Mañero, Fundador de IM Clinic y miembro de Gournay, una institución que nace de la necesidad de salvaguardar la profesión con rigor y excelencia, pero también la salud y seguridad del paciente.
«La convergencia de factores como las redes sociales, la inteligencia artificial, la desregulación «de facto» y la commoditización de la cirugía plástica y la medicina estética (el ciudadano de a pie ha dejado de verlas como actos médicos para identificarlos como commodities) ha creado un ecosistema donde diferenciar la ciencia de la charlatanería se ha vuelto una tarea muy difícil», nos explica el doctor.
De renombre internacional, más de 25 años de trayectoria y miles de pacientes en sus manos, las respuestas del Dr. Mañero son sólidas y contundentes. ¿Cuáles son los problemas surgidos alrededor de su propia profesión? El primero no es otro que el de las redes sociales y el auge de la IA, lo que el experto denomina, irrealidad digital y falta de referentes.
«Vivimos inmersos en la era de la Inteligencia Artificial (IA), una herramienta poderosa pero que, en este contexto, se utiliza principalmente para simular realidades ficticias. La IA es capaz de generar «antes y después» perfectos, irreales, y distribuirlos masivamente a través de medios, redes sociales y publicidad. Esto crea una expectativa visual inalcanzable y desvincula por completo el resultado de un procedimiento médico de sus bases anatómicas y fisiológicas reales», explica el cirujano.
En este sentido, también se ha producido una devaluación de los procedimientos estéticos a través de la «comoditización» según el experto. «Han sido despojadas de su esencia médica y presentadas al gran público como un servicio más, comparable a ir a la peluquería o al gimnasio. Este error es, en parte, responsabilidad de la propia clase médica y de las empresas del sector, que han transmitido un mensaje peligroso: «todo vale» y «a cualquier precio vale». Se ha trivializado el riesgo y se ha eliminado la percepción del procedimiento como lo que es: una intervención con potenciales complicaciones graves si no se lleva a cabo con garantías, profesionalidad y experiencia».
Otra problemática muy interesante bajo el punto de vista del doctor, es el paralelismo entre la sanidad pública y el acceso a cualquier tipo de centro para realizarnos una operación estética.
«El ciudadano español está acostumbrado a un sistema sanitario público de alta calidad y con estrictos controles. Esto ha generado una confianza genérica en que »el Estado vela por mí«. Por extensión, el paciente da por sentado que cualquier centro que abra sus puertas cumple con todos los requisitos legales, de seguridad y de cualificación profesional. No se plantea la necesidad de investigar, de la misma manera que no investigamos si un restaurante utiliza alimentos prohibidos; confiamos en que los sistemas de control funcionan».
«Esta delegación absoluta de la responsabilidad es un error grave. En cirugía y medicina estética, los controles son a menudo insuficientes o fácilmente eludibles, y el paciente debe recuperar un papel activo y crítico en la elección de su profesional. El paciente tiene que volver a responsabilizarse de sus elecciones, debe saber qué exigir (titulación, especialidad, autorizaciones sanitarias, experiencia, etc.) porque se juega su salud», concluye el Dr. Mañero.
Pero no todo queda ahí. Otra de las problemáticas más antiguas y más comunes es el del intrusismo laboral y la impunidad del fraude. Para el Dr. Iván Mañero, «vivimos una época donde la veracidad de los currículums se ha devaluado a nivel social. Si figuras públicas, incluyendo políticos, pueden inventar másters, cátedras o titulaciones con aparente impunidad como llevamos años viendo, se normaliza la mentira».
«Esto se traslada al ámbito médico: es relativamente fácil colgar un título falso, inventar una formación en el extranjero o atribuirse logros que no son reales. La gran mayoría de los pacientes no tiene la capacidad o los recursos para verificar estas afirmaciones, confiando en la buena fe del profesional que tiene delante. Este panorama crea un caldo de cultivo ideal para que el intrusismo prospere, mientras que los cirujanos plásticos con formación reglada (MIR), décadas de experiencia y una carrera intachable ven cómo su especialidad es devaluada por quienes no tienen la cualificación necesaria».
Ante este panorama, el Dr. Iván Mañero es sólo uno de los 24 cirujanos plásticos sénior con décadas de experiencia, formación reglada y un compromiso inquebrantable con la ética médica, que se ha unido a Institución Gournay con un objetivo ético y deontológico de salvaguarda de la especialidad y protección de la salud del paciente como adelantábamos al comienzo de este artículo.
Los pilares de la Institución descritas por el doctor son la de garantía y seguridad, «Gournay actúa como un sello de calidad. Agrupa exclusivamente a cirujanos cuyos currículums son auditados y verificados. Se asegura de que sus miembros pertenezcan a sociedades científicas nacionales e internacionales de prestigio (como la SECPRE o la ISAPS), donde entrar con un currículum falso es imposible».
El legado del conocimiento. «La cirugía es, en gran medida, un arte y una ciencia que se transmite. Antes de la imprenta, y durante siglos después, el conocimiento profundo y tácito (el «saber cómo») se transmitía de maestro a aprendiz de forma oral y mediante la observación directa. La imprenta democratizó el acceso al conocimiento teórico, pero hay aspectos de la destreza quirúrgica, la toma de decisiones en el quirófano y el ojo clínico estético que solo se pueden aprender viendo hacer a los mejores.
Y por último, defienden la belleza natural y la salud. «Gournay toma una postura clara frente a las distorsiones promovidas por las redes sociales. La belleza no es una moda arbitraria. A lo largo de la historia, desde el busto de Nefertiti hasta las esculturas griegas o las mujeres de Rafael, los cánones de belleza han variado, pero siempre han estado vinculados a conceptos de armonía, proporción y, sobre todo, salud. Una persona bella es percibida inconscientemente como una persona sana y fértil. Las tendencias actuales que promueven labios desmesurados, pómulos hiperprojectados o rasgos artificiales son antinaturales y rompen con esta armonía milenaria», explica el doctor
¿Existe entonces algún protocolo de todos los que formáis parte de la Institución para negarse a realizar retoques o cirugías excesivas, peligrosas, artificiales o innecesarias por edad? «Gournay tiene protocolos éticos estrictos para negarse a realizar cirugías o retoques que busquen un resultado artificial, excesivo o peligroso. Se prioriza el bienestar y la salud del paciente sobre su capricho, se evalúa su salud emocional y se rechazan aquellas demandas fruto de una dismorfia corporal o de la presión social irracional. El objetivo es potenciar la belleza natural del individuo, no crear un avatar artificial», afirma el doctor.