Las vacaciones entre gallinas de Ana Botín: por qué la mujer que mira cara a cara a Amancio Ortega no hace vida de millonaria

A nadie le va a extrañar que las vacaciones de Ana Botín, presidenta ejecutiva del Banco Santander, no se parezcan a las de ninguna otra millonaria de su nivel. Sabemos de la originalidad absoluta de esta ejecutiva, matrimonio a distancia con un marqués incluido, y de su amor por la naturaleza, sobre todo la de su Cantabria natal. Es de sobra conocido que la familia Botín opera, en muchos aspectos, como un gran clan. Reunirse cada año, cada vez que sea posible, es prioridad.

Este amor y fidelidad a la familia y a sus raíces es algo que Ana Botín y Amancio Ortega tienen en común: podríamos concluir que cuanto más lejos nos puede llevar el dinero, más necesitamos sentir el arraigo en una tierra y un clan. Ambos, por cierto, tiene ingresos suficientes como para viajar hasta los confines del mundo, aunque los rendimientos que el fundador de Inditex recibe cada año son astronómicos comparados con los de cualquier millonario español.

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Donde sí podemos comparar las figuras de Ana Botín y Amancio Ortega es en su relevancia internacional: pueden ser las dos figuras más conocidas del tejido empresarial español en el mundo. Pero donde a nadie extraña que el fundador de Inditex pase su tiempo libre entre su nuevo megayate (Project 1012) o el hipódromo que posee (Casas Novas), sí causa sorpresa que Botín decida descansar en el rural y entre gallinas. Con un 'cayao' en las manos y las zapatillas de senderismo a los pies.

Esas son las vacaciones que Ana Patricia Botín ha querido compartir con sus seguidores en Instagram, con un carrusel de fotos en el que la vemos como recién aterrizada de una ruta por la Vega de Pas, acompañada por su sobrino y alojada en un complejo rural idílico, mientras las gallinas, corderos y mastines merodean por sus dominios. ¿Posee Ana Botín una granja? Sí, pero en Ciudad Real. Este lugar pertenece a su sobrino, Pepe.

En realidad, Ana Botín quiso darle un empujón al negocio que el hijo de su hermana Paloma y su cuñado, Ricardo Gómez-Acebo, impulsa en el corazón de Cantabria: las Cabañas de Pax. Se trata de un alojamiento sostenible que consiste en tres típicas casas de montaña tradicionales, rehabilitadas por Pepe Gómez-Acebo Botín, a la sazón arquitecto. Las cabañas son rústicas, pero cuentan con todos los lujos.

«Ricardo prepara unas chuletas de cordero de la casa increíbles y Pepe ha conseguido que las cabañas mantengan toda su magia», escribió Ana Botín en su perfil de Instgram, junto a unas fotos que mostraban el entorno rural, unas pizpiretas gallinas y unos preciosos perros mastín. «Los mastines protegen a los corderos de los lobos. Y también tienen gallinas pedresas», añadió.

Según narra Ana Botín, y tal y como reza en el website de Cabañas de Pax, la familia apuesta por las razas autóctonas e incluso conserva especies locales en peligro de extinción, como las citadas gallinas Pedresas. Las ovejas que terminaron en la parrilla, deliciosas al decir de la presidenta del Banco Santader, son Carranzanas de Cara Negra, procedentes de las comarcas de Carranza y las Encartaciones, localizada en zonas de Vizcaya, Cantabria y Asturias.

Aunque nos encante este baño rural, digamos que pernoctar en las cabañas cuesta de 200 a 500 euros la noche: un lujo. Además, digamos que estos días de inmersión en el Valle del Pas puede no ser representativo de la totalidad de las vacaciones de Ana Botín, a la que imaginamos no solo senderista, sino buceadora en Maldivas, por poner un ejemplo. Sabemos, de hecho, que comparte con su marido, Guillermo Morenés y Mariátegui, hijo del noveno marqués de Borghetto, algunas propiedades verdaderamente lujosas.

Además de la ya mencionada finca en Ciudad Real, Ana Botín y su marido poseen una mansión en Londres, en el distrito más caro de la ciudad: Belgravia. Además, frecuentan una casa de vacaciones en la localidad suiza de Gstaad, donde las olas de calor aún no alcanzan. Parece que el matrimonio mantiene una relación a distancia: él vive en Londres y ella, en Madrid. Sin embargo, puede ser que orbiten a placer entre todas sus propiedades. ¿Para qué sufrir la domesticidad pudiendo vivir en un eterno fin de semana?

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