Genio y figura
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Su talento para la comedia y sus icónicos papeles, junto a las innumerables leyendas urbanas que le rodean, han convertido a Bill Murray (Evanston, Illinois, 1950) en uno de los actores más peculiares y queridos de Hollywood. Pero el protagonista de la saga Cazafantasmas y fetiche de Wes Anderson no solo se dedica a la actuación. También canta y recita poesía en un espectáculo que estará de gira este mes de junio en España y que presenta en su visita al plató de El Hormiguero.
Quién sabe si en sus visitas a Madrid, Las Palmas de Gran Canaria, Puerto de la Cruz y Bilbao protagonizará alguna anécdota a la altura de aquella vez se presentó sin avisar en un restaurante abarrotado de Austin (Texas), se subió a la barra y empezó a servir tequila a los sorprendidos comensales. O cuando se coló en una fiesta de karaoke en Nueva York y se pasó varias horas cantando a dúo canciones de Frank Sinatra con los turistas. Aunque la más famosa cuenta que entra en restaurantes, coge patatas fritas de platos de desconocidos y dice a su víctima: «Nadie te creerá nunca».
Convertir lo cotidiano en surrealista, con esporádicos arrebatos de irascibilidad y controvertidos episodios que le han acercado a la lista negra de Hollywood, se ha convertido en habitual para un Bill Murray que asegura no tener agente desde hace años y pasar mucho más tiempo jugando al golf que rodando películas. Por qué el actor ha elegido vivir así su vida es un misterio a la altura del final de la que quizá sea su mejor película, Lost in Translation, en la que susurra una inaudible despedida a Scarlett Johansson.
Los rumores en torno a la vida privada de Bill Murray siempre han sido relativamente escasos. Desde su último divorcio, la única relación sentimental que se le ha adjudicado fue en 2023 con la compositora y chef Kelis. Supuestamente, ambos salieron durante dos meses, aunque ninguno de los dos confirmó ni desmintió oficialmente el romance.
El primer matrimonio del actor fue con Margaret Kelly, a la que conoció durante el rodaje de El pelotón chiflado y con la que se fugó para casarse en Las Vegas en 1981. La pareja tuvo dos hijos antes de divorciarse en 1996. En una entrevista de 2014 con Howard Stern aludió al motivo de su separación de forma críptica diciendo que «no puedo asumir otra relación si no estoy cuidando de las cosas que realmente necesito cuidar más».
Murray se casó con su segunda esposa, la diseñadora de vestuario Jennifer Butler, en 1997. Tuvieron cuatro hijos en común y estuvieron casados once años antes de separarse definitivamente en mayo de 2008. En los documentos de divorcio, ella le acusó de abandono, violencia doméstica e infidelidad, así como de adicción al alcohol, al cannabis y al sexo. El abogado del actor no hizo comentarios sobre las acusaciones, pero dijo en su momento: «Bill Murray está profundamente entristecido por la ruptura de su matrimonio con Jennifer. Él y su esposa fueron padres cariñosos y están comprometidos con el interés superior de sus hijos». Butler falleció en 2021 a causa de un cáncer.
En las escasas entrevistas que ha concedido a lo largo de las décadas, el propio actor se muestra un tanto desconcertado por sus excentricidades, lo que nos lleva a preguntarse si Bill Murray no será también un misterio para Bill Murray. «Vivo un poco a mi aire», explicaba en un programa de televisión recientemente. «Intento estar disponible para que la vida me suceda».
El actor tiene una teoría firme sobre por qué está tan bien considerado, tanto por Hollywood como por el público. No es que sea un actor de método o un cómico fantástico. Es que, a diferencia de la mayoría de sus colegas, está convencido de que incluso sus papeles más triviales están impregnados de una autenticidad ganada a pulso.
El segundo acto de la carrera de Murray ha resultado ser uno de los más intrigantes de Hollywood. Convertido en habitual en producciones independientes e imprescindible en las películas corales de Wes Anderson, el actor es el contrapunto perfecto a la frivolidad de Anderson como director. «Si no haces el ridículo al principio, la gente confiará en ti después», aseguró en la entrevista antes mencionada, añadiendo un dato más a la fórmula de su éxito. «Si no haces películas que deberían haber sido quemadas, la gente siente que puede creer en ti, que no has vendido tu alma«.
Conocido tanto por su vis cómica como por su fuerte temperamento, el actor de 74 años ha dejado sobradas muestras de tener también un lado oscuro. Ahí está su famosa pelea con Chevy Chase en el plató de Saturday Night Live o los testimonios de compañeros como Geena Davis o Seth Green sobre sus malos modos en los rodajes, que no le han dejado precisamente en buen lugar.
Sin embargo, el intérprete tuvo un poco habitual momento de reflexión personal y cierto arrepentimiento en el pasado Festival de Sundance, a la hora de reconocer que había «hecho algún daño» en el pasado. «Siempre es interesante interpretar a un tío que ha hecho daño. Yo he hecho daño. Hacer de estos personajes es una penitencia; mostrar que estás aceptando tu responsabilidad por lo que hiciste. Estás haciendo daño de manera inconsciente, pero eres responsable del daño que hagas».
Aunque no aclaró cuál era el daño que había cometido, el actor fue acusado en 2022 de conducta inapropiada en el rodaje de un proyecto titulado Being Mortal, dirigido por Aziz Ansari. Murray se pronunció tras las acusaciones, diciendo que «tuvo una diferencia de opinión» con una mujer que trabajaba en la película y que hizo «algo que me pareció gracioso, y no se tomó así». Finalmente el proyecto fue cancelado y el actor llegó a un acuerdo fuera de los tribunales, pagando 100.000 dólares a la asistente de producción.
Estos comentarios de Bill Murray en Sundance llegaban también poco después de que su antigua coprotagonista en Los ángeles de Charlie, Lucy Liu, se pronunciara sobre su presunto comportamiento durante el rodaje de la película. La actriz ha asegurado que «se defendió» cuando el actor supuestamente comenzó a «lanzarle insultos» mientras rodaba una escena, utilizando «un lenguaje inexcusable e inaceptable».
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.