Agosto es el mes más cruel para Cari Lapique, parafraseando al poeta T. S. Eliot, porque se le van a mezclar memoria y deseo justo cuando se cumple un año de dos tremendas pérdidas, la de su marido, Carlos Goyanes, fallecido el 7 de agosto, y la de su hija Caritina, tan solo 19 días después. Solo la tragedia griega y la shakespeariana han sido capaces de describirnos un dolor así. Va a ser, sin duda, su verano más triste, tras el shock del pasado, porque será el primero sin ellos. También el de Carla Goyanes, en paralelo, que perdió a su padre y a su queridísima hermana a la vez.
Un verano triste que encierra una paradoja, porque tendemos a relacionarlo, inconscientemente, con la alegría, que la «abuelona», como se autodenomina, está consiguiendo recuperar gracias a su numerosa prole. Carlos, Santi y Beltrán, por parte de Carla, casada con Jorge Benguría. Y Pedro y la apodada Mini Cari, por la de Caritina y su marido, Antonio Matos. Estar con ellos es, para la abuela, su «mejor plan», como recalca siempre que puede en redes. Y la verdad es que da gusto verla contenta rodeada de sus nietos, todos juntos muy juntos. Y también de vacaciones en Grecia tan estilosa como siempre luciendo caftán y, pese a todo, sonrisa.
En julio, la empresaria hizo escala en San Sebastián y alrededores para celebrar los 13 años de su nieto Carlos. Un adorable viaje familiar que incluyó sitios maravillosos, como no podía ser menos, tipo Fuenterrabía, con el mejor casco histórico de Guipúzcoa, Hendaya o San Juan de Luz, en los que pasaron «48 intensas horas». Así lo contó, toda orgullosa, en su Instagram, donde ha alcanzado la para ella increíble cifra de 100.000 seguidores. Días más tarde, el 17 de este mismo mes, le tocó a la propia Cari soplar 73 velas para después poner rumbo a las Baleares, según ha desvelado Semana.
Porque las penas en el Mediterráneo, tal vez por el azul, y con navegación, chapuzones y jornadas al sol por medio, son menos penas. Siempre tirando del mismo hashtag, @familytime. Y siempre con su inseparable hermana Myriam, quien también perdió a su marido, Alfonso Cortina, víctima del coronavirus, en lo peor de la pandemia, hace ya más de cinco años.
Esta pesadumbre se agravó aún más este enero cuando falleció su hermano Manuel, otro de los Lapique, a los 70 años y tras una larga enfermedad. Su hija Almudena, que tuvo con la anticuaria y profesora de yoga Sofía Tassara Hoffmeyer, nutre igualmente la crónica social, como sus primas y tías. Como influencer y estilista, para más señas. Ya que estamos con las parentelas, hagamos un poco de genealogía para recordar que fueron cinco los hijos que tuvieron Manuel Lapique Quiñones, importante promotor inmobiliario en Madrid y la Costa del Sol, y Caritina Fernández de Liencres, una de las mujeres más elegantes de España que llegó a ser fotografiada por el mismísimo Richard Avedon, como Naty Abascal, en Nueva York.
Por sus casas, una en Madrid, otra en Marbella, pasaron, según contó la propia Cari a Vanity Fair, los duques de Windsor y Lola Flores, que era una habitual. Ella heredó el nombre de su madre, que después le puso a su hija, como primogénitas. Además de la más conocida Myriam y del citado Manuel, estarían Almudena, la menor, fallecida tempranamente, y Pedro, el que nos falta, que se refugió del ruido mediático en el Amazonas, tras haber vivido todos los excesos de la Movida.
Y, volviendo a nuestra Cari, aún habría que anotar una pérdida más, la de su cuñado Tito Goyanes, quien dejaba este mundo solo un día antes que su sobrina Caritina, y con apenas tres semanas de diferencia respecto a su hermano mayor, Carlos Goyanes. También de un infarto y también en agosto. Tres muertes en un mismo círculo familiar en menos de un mes y cuatro en menos de un año. Lo que decíamos, también el mes vacacional por excelencia puede ser insoportablemente cruel.