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El patio del Hotel Auditorio en pie. En el centro de su escenario, el Goya de Honor 2017: Ana Belén. Tras una larga ovación, que seguía a un vídeo con sus mejores momentos como actriz, por fin la actriz conseguí
"Absorta. Acabo de ganar una apuesta... Quiero contaros una historia. La versión corta sería: "Érase una niña que nació en un barrio popular de Madrid. Le gustaba cantar y, gracias a ello, consiguió hacer una película, actuar en teatros, cantar.. Y así, hasta hoy. Fin", comenzaban sus palabras.
"En la versión larga", Ana Belén se acordó desde doña Paquita, la maestar de su colegio que la animó a "inscribirme en un programa radiofónico", hasta todos y cada uno de los profesionales que le han ayudado a ser lo que es hoy.
"Ser actriz significa prepararse, esforzarse mucho y, sobre todo, leer", reconocía una Ana Belén que también tuvo un momento para pararse a reivindicar el papel, aun insuficiente, de las féminas en el cine: "Sigo sin entender por qué hay tan pocas mujeres en nuestro cine". Y añadía: "Si no hicieran falta mujeres para los personajes de mujeres, no estaríamos ni las que estamos".
Por supuesto, su compañero de vida estuvo presente durante la dedicatoria. Porque no se entendería a Ana Belén sin Víctor Manuel. Y de eso ella también es consciente. "La vida sin Víctor hubiese sido infinitamente peor", reconocía mientras él se emocionaba, junto a su hija y, pos supuesto a Joan Manuel Serrat, que es uno más de la familia, en el patio de butacas.
"Salud y trabajo para esta prefesión, que no se merece tanto desprecio de sus gobernantes", era el deseo con el que terminaba la actriz y cantante su intervención en la noche madrileña. La misma ciudad que la vio nacer hace 65 años.
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