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El pasado 14 de mayo, Ana Obregón, que ya prepara un funeral para cuando acabe el estado de alarma (aquí, los detalles) escribía tan solo cuatro palabras al lado de una imagen junto a su hijo, Álex Lequio, fallecido la mañana anterior: "Se apagó mi vida". Al día siguiente, sacaba fuerzas de flaqueza para acercarse a dar las gracias a la prensa: la relación de esta con la actriz, ha sido siempre estrecha y respetuosa, y así lo demostraba este gesto de generosidad de Ana en el peor momento de su vida.
Después de eso, silencio. Hasta el pasado jueves. Ana realizó un pequeño movimiento en su descripción de Instagram que no pasaba inadvertido. Porque las señales que ha dado desde que la vida le golpeara quitándole la de lo que más quería, han sido tan escasos como significativos.
Mmamá de Aless". Tres palabras que acompaña con un corazón roto que es el suyo. Así es como se describe desde hace días una Ana que llora esta desgracia en compañía de sus hermanos, quienes ya han dejado claro de cara a la opinión pública que no le van a soltar la mano.
Según se ha informado en los últimos días, se habría ido a vivir a casa de su hermanaAmalia para que los recuerdos de la suya, que compartía con su hijo, no se le hagan demasiado pesados. Su propia hermana aseguraba hace un par de días que, lo importante, es estar todos unidos para que ella sienta el calor de esa familia que siempre ha sido una piña.
Alessandro Lequio también forma parte de ese círculo íntimo que pasa el luto. Padre de Álex, está tan roto como una Ana a la que visita cada día, algunas de las veces en compañía de su mujer, María Palacios. Ambos han entendido que, a pesar de que su relación sentimental no llegó a buen puerto, debe quedarles ese lazo que hizo entre ellos ese hijo cuya pérdida ahora lloran.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.