Francisca Sánchez Ordóñez: la increíble vida de Paquita Marsan la casera de los famosos que dejó su empresa por una mujer, se hizo millonaria en Ibiza y acabó en la cárcel

El nombre de Paquita Marsan (Francisca Sánchez Ordoñez) volvió a sonar a raíz de la boda anulada de María Juncadella Hohenlohe en una de las propiedades que aún conserva a su nombre: Casa Rocío. La edificación es tan famosa como los anteriores inquilinos que la han ocupado. Por allí han desfilado actores, cantantes y políticos de fama internacional, la familia Aznar al completo incluida. No es para menos, Casa Rocío es una villa de inspiración balinesa con 13 suites, multitud de baños, zona chill out, jardín, piscina exterior climatizada y decoración exquisita situada en una zona de las más discretas del sur de la isla de Ibiza en la zona de Sa Caleta. Lo tiene todo, encanto, lujo y privacidad. ¿Pero quién es la propietaria e ideológa de este paraíso ibicenco? Conozcamos un poco más la historia de la promotora más polémica de las islas Pitiusas.

La historia de Francisca Sánchez Ordoñez comienza en Málaga. Una joven de 20 años, experimentada vendedora puerta a puerta, se casa con un abogado y entra a trabajar en una inmobiliaria. A fuerza de comisiones a los porteros Paquita se entera de todo antes que los demás: es capaz de vender 100 pisos en un mes. Y llegados a este punto decidió que no necesitaba más trofeos y reconocimientos ajenos y que era mejor montarse el negocio inmobiliario por su cuenta: de crear su propia inmobiliaria y vender casas pasó a ser ella misma quien las construyera.

Combina el apellido de su entonces marido, José Martín, con el suyo propio, Sánchez, y nace Marsan, la promotora que edificó a todo lo largo y ancho de Andalucía. Pero a la joven de 20 años que empezó en el mundo del boom inmobiliario le esperaba toda una sorpresa a los 45: se enamoró de una mujer, y ahí se acabó el matrimonio, la empresa y todo lo demás, menos el dinero. Después de vender su parte del negocio y liquidar las promociones pendientes, las montañas de billetes llegaban al techo de su casa: era el momento de cambiar de aires.

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Desde que la empresaria malagueña decidió establecerse en Ibiza se ha hecho muy popular por ser una habitual tanto de los titulares de los periódicos en la sección de tribunales como por sus amigos VIPS. Parece como si cada aventura urbanística puesta en marcha por Francisca Sánchez Ordoñez viniera acompañada de una polémica y eso es así desde su primera promoción urbanística, hasta la última.

En lo más alto del top de problemas se encuentra Casa Lola, cuyo derribo por haberse construido bajo todo tipo de irregularidades ha sido confirmado por todos los tribunales por los que ha pasado la demanda del Ayuntamiento de Sant Josep. Desde 2011 hay orden de que el macrocomplejo de 21 suites, dos piscinas y una parcela de 2000 metros cuadrados que se alquila por 60.000 euros la semana se derribe. En 2020 fue la última vez que el asunto llegó a los tribunales: el Tribunal Superior de Justicia de Baleares ratificó de nuevo la condena.

Pero podemos apostar a que la villa sigue estando tal y como Francisca la proyectó: ya en 2018 la empresaria y sus abogados evitaron tener que efectuar la sentencia porque estaba redactada en catalán (tras 19 años haciendo negocios en las islas Paquita y sus dos abogados cataloparlantes aún no se manejan en este idioma). Y en el verano de 2020 seguía entera y alquilada.

La empresaria ha sido acusada de todo tipo de delitos, desde el de hacer obras ilegales en todos los terrenos que ha adquirido hasta el de realizar contratos irregulares a personas sin papeles. Pero fue un delito fiscal, concretamente el de defraudar a Hacienda 867.469 euros, el que la envió a la cárcel en 2013. Como todo en la vida de Paquita su detención fue de película: mientras estaba en la fiesta VIP flower power del Pachá Ibiza.

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De la cárcel ibicenca Paquita salió 10 meses después gracias a un tercer grado, pero por trastear con la pulsera telemática que le ponen a los presos de tercer grado al final acabó ingresada en Alhaurín de la Torre para completar la condena y de paso impregnar las paredes de su celda con Chanel.

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Casi dos años después de empezar este periplo carcelario Paquita volvió al ruedo de los negocios con las mismas ganas de construir pero poco propósito de enmienda: en 2018 fue condenada junto a su hija (y copropietaria de una de sus empresas) a seis meses de cárcel por tener trabajadores ilegales trabajando en unas obras. No fueron a prisión porque ambas prefirieron pagar 12 una cuantiosa multa.

2020 y 2021 tampoco han sido años tranquilos para la promotora inmobiliaria: las obras que comenzó a realizar en la conocida macrodiscoteca Km 5 fueron paralizadas y precintadas por ilegales; las macrofiestas ilegales que se organizaron en Casa Lola durante las restricciones por la pandemia acabaron el verano pasado en intervención policial y los ocho edificios destinados al agroturismo construidos en el terreno de la familia de su pareja han sido denunciados por el ayuntamiento de la localidad de Sant Josep que pide su derribo por no tener licencia.

Poco parece importarle a la vendedora de cosméticos puerta a puerta reconvertida en millonaria: su nuevo objetivo es construir 80 apartamentos en otra de las calas de la isla. Todo de calidad, porque como ella misma afirmó a El periódico de Ibiza, «la grandiosidad trae grandiosidad, la mierda trae mierda», y ella quiere seguir siendo la anfitriona de los más VIPS entre los VIPS.