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Herencia Hannover

Quién fue la Alexandra de Hannover a la que Carolina de Mónaco homenajeó al bautizar a su hija: la relación con la reina Sofía

La princesa Alexandra de Hannover más conocida en este momento es, sin duda, la hija de Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover. Pero, ¿a quién intentaron rendir homenaje escogiendo este nombre para su única hija? ¿A la poderosa política o a la discreta noble?

Carolina de Mónaco junto a una pequeña Alexandra de Hannover. GTRES

Cuando nació Alexandra de Hannover, la única hija de Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover, la decisión de cómo se llamaría la criatura fue más rápida de tomar que la boda relámpago de sus propios padres. De una forma muy salomónica, Alexandra Carlota Ulrica Maryam Virginia fue bautizada en la Iglesia Evangélica Luterana de Hannover con el nombre de todas sus madrinas.

En aquel momento se interpretó que llamando Alexandra a su hija Ernesto de Hannover rendía tributo a su hermana pequeña, la también princesa Alexandra, que era y es un buen ejemplo para su sobrina: noble, discreta, millonaria y Hannover hasta la médula.

Aunque, en honor a la verdad, para cuando se celebró aquel bautizo la hermana de Ernesto, tía de la criatura y prima de nuestra reina Sofía, ya había sustituido su título de princesa de Hannover por el aún más vistoso de princesa de Leiningen. En 1981 había protagonizado junto al príncipe Andrés de Leiningen una boda de bastante mayor nivel que la que el propio Ernesto con Carolina.

Valga de muestra que sobre su velo de novia Alexandra de Leiningen lució la corona nupcial de la reina Carlota, la misma pequeña corona que era la debilidad de la reina Victoria de Inglaterra y que usó la reina Federica, madre de la reina Sofía, en su boda con Pablo I de Grecia en 1938.

El uso en aquella boda ochentera de una joya familiar con tanto bagaje royal tenía sentido ya que con ese matrimonio se unían dos linajes reales: el de una princesa Hannover, descendiente de la reina Victoria, con un descendiente del rey Cristian IX de Dinamarca.

¿Era quizá este el ejemplo que Ernesto de Hannover quería para su hija? ¿Una buena boda y una buena vida? ¿O quizá habría que mirar hacia otra princesa Alexandra de Hannover para encontrar a la mujer que inspiraría a la pequeña de Carolina de Mónaco?

Alexandra de Hannover, política y princesa

No todas las princesas Alexandra de Hannover son iguales ni aspiran a una vida tranquila y anónima. En 2015 se despidió del mundo otra Alexandra de Hannover, pero esta vez la princesa consiguió su título gracias a su boda con un familiar del marido de Carolina de Mónaco. Y no es que ella misma no tuviera su propio pedigrí royal: Alexandra era de nacimiento princesa de Ysenburg-Büdingen.

Nacida en Frankfurt, esta princesa Alexandra se crió en Büdingen con sus cuatro hermanos. Era la única hija del príncipe Otto Friedrich III de Ysenburg-Büdingen zu Wächtersbach y de la princesa Felicitas Anna Reuss de Köstritz y tataranieta de la princesa Marie de Sajonia-Weimar la mujer que inspiró el cuento de Hans Christian Andersen «La princesa y el guisante».

Tras un periodo en el que no sabía muy bien qué camino tomar (hasta barajó la posibilidad de estudiar medicina o enfermería) finalmente la princesa se decantó por la historia del arte y la literatura, estudios que cursó en Frankfurt, París y Bonn. Pero fue en 1960 cuando cumplió su destino principesco y a los 23 años se casó con el royal que la convirtió en Hannover, el abogado Welf Heinrich, más conocido por ser el cuarto hijo del Duque de Brunswick y de la Princesa Victoria Luisa de Prusia.

En virtud de esta boda la recién estrenada princesa Alexandra de Hannover se convirtió en cuñada de la reina Federica de Grecia y, de carambola, en tía del Constantino II de Grecia y de la reina Sofía de España. Gracias a estas conexiones es posible ver a la princesa Alexandra de Hannover con tiara de diamantes posando con el resto de invitados ilustres que acudieron al baile de boda de la reina Sofía y el rey Juan Carlos (por aquel entonces sólo príncipes).

Alexandra de Hannover, junto a su madre, Carolina de Mónaco. GTRES

Pero lejos de los bailes pomposos el destino le tenía reservada otra función a esta princesa: acabó metida en política. En 1997 enviudó y para entonces ya era más conocida por sus actividades en el ayuntamiento de Frankfort que por sus títulos nobiliarios. Los medios alemanes la definían como una «política local con los pies en la tierra» que había alcanzado el apoyo de sus convecinos gracias, precisamente, a que no se daba aires.

En 1977 fue elegida concejal del distrito de Niederrad y tres años más tarde, en 1980, dio el salto y se convirtió por primera vez en concejal de Francfort. Durante bastante tiempo se la consideró una de las mejores bazas del partido al que estaba adscrita, la CDU. En 2001, incluso obtuvo el mayor número de votos de todos los candidatos, y en las elecciones municipales de 2006, los votantes la «auparon» del tercer al segundo puesto.

La princesa compaginaba su actividad como concejal con otros cargos, como el que ostentaba en la comisión de cultura y asuntos sociales, y también era la cabeza visible de múltiples acciones sociales y solidarias. Cuando falleció en 2015, todo el mundo alabó su naturalidad, cordialidad, sencillez y sentido del humor. Jamás sabremos si fue por ella por quien Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover bautizaron como Alexandra a su hija, pero sin duda es un buen ejemplo para las princesas Hannover del futuro.