MATRIMONIO DISCRETO
MATRIMONIO DISCRETO
Alexia de Grecia, hija primogénita de los reyes Constantino y Ana María, y su marido, Carlos Morales, siempre han querido vivir lejos de la exposición pública. Los medios se fijaron en ellos, a finales de la década de los noventa, cuando empezaron a salir juntos y después contrajeron matrimonio. Conocieron la persecución de los fotógrafos y los inconvenientes de la curiosidad popular.
Así que, una vez casados, decidieron dejar su residencia de Barcelona, la ciudad donde se habían enamorado y tuvieron a sus dos primeras hijas, Arrieta y Ana María, e instalarse en Lanzarote, la isla de la que es originario Carlos Morales. «Era un poco agobiante el acoso en Barcelona.», confesaba tiempo después Alexia, en una de sus escasas entrevistas a un canal de televisión canario. «Había incluso periodistas removiendo el contenedor de basura de nuestra casa».
Pero, si algo distingue a Alexia de Grecia y a su marido, es su discreción, con lo que aquella decisión fue providencial para la familia. Alexia pasó su juventud en Barcelona junto a su prima la Infanta Cristina. Siendo todavía un bebé, dejó Grecia con sus padres, los reyes Constantino y Ana María, y conoció varias residencias, desde Dinamarca a Roma y finalmente Londres. Fue educada por profesores privados griegos.
A los 18 años, decidió estudiar Historia y al terminar inició un posgrado en Pedagogía. Tras varias visitas a Barcelona, en 1992 se instaló en la Ciudad Condal, donde estudió Educación Infantil y comenzó a trabajar con niños en la Asociación Síndrome de Down. Fue en estos años durante los cuales trabó una profunda amistad con su prima, la infanta Cristina.
Juntas disfrutaban de la noche barcelonesa y trataban de pasar desapercibidas. «No llegamos a vivir juntas, porque no surgió, no porque no hubiéramos querido. Ella residía con una amiga y yo con otra, pero nos veíamos muchísimo. Fue una muy buena época», contaba Alexia. Pero, además de vivir allí años emocionantes, Barcelona es también el lugar en el que conoció al que más tarde sería su marido, el arquitecto canario Carlos Morales, seis años menor que ella. Fue en el año 1994. Morales era un experimentado regatista y estudiaba Arquitectura. Serio, trabajador y leal, Carlos pertenecía a una familia de clase media sin ninguna conexión con la aristocracia.
Una vez que la relación entre Alexia y Carlos se formalizó, el joven arquitecto acudió al palacio de Marivent a conocer a sus futuros suegros. Los reyes de Grecia quisieron, a su vez, conocer a su familia. Su padre, Miguel Morales, era funcionario, su madre, María Teresa Quintana, ama de casa. «Mis padres quisieron venir a Lanzarote a conocerlos antes de que nos casáramos», explicaba en la misma entrevista Alexia. «Estuvo muy divertido, lo único complicado fue la lengua, porque Carlos y yo teníamos que estar todo el rato traduciendo», explicaba.
Lejos del trono, que Constantino había perdido en 1974, cuando se abolió la monarquía en Grecia, no parecía tan importante que su hija mayor escogiera como marido a un joven español totalmente alejado de la nobleza. Carlos Morales ha demostrado, desde entonces, que ha sido un marido y un padre ejemplar. Si tenían alguna duda, los reyes Constantino y Ana María se tranquilizaron al comprobar la seriedad de su futuro yerno y el amor que sentía Alexia por el. La princesa siempre había sido una joven tranquila y sensata y había hecho su elección.
La primogénita de Constantino y Ana María se casó con Carlos Morales el 9 de julio de 1999 en la catedral ortodoxa de Santa Sofía en Londres. Fue una de las bodas del año que reunió a destacados miembros de la realeza europea y contó con la presencia de Isabel II, por tratarse de un familiar próximo, ya que Constantino y ella eran primos en tercer grado. La reina fue acompañada por el duque de Edimburgo y por el príncipe Carlos.
Más de 23.000 flores adornaron la catedral. La novia llegó en un Rolls Royce luciendo un vestido blanco de satén diseñado por la costurera austriaca Inge Sprawson. Llevó la tiara Jedive de diamantes que perteneció a su bisabuela, Margarita de Connaught, reina de Suecia. El enlace se celebró por el rito ortodoxo.
Allí estuvieron las familias reales de España, Dinamarca, Noruega, Suecia, Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Jordania. Los padrinos fueron el rey Constantino y Miguel Ángel, hermano del novio, y actuaron como testigos los duques de Lugo y los de Palma. Después se celebró una recepción para los 300 invitados en Kenwood House, un palacete a las afueras de Londres. Fruto de aquel matrimonio nacieron cuatro hijos que siempre se han mantenido alejados de la curiosidad pública.
En febrero de 2002 nacía su hija Arrietta en Barcelona y en su bautizo, la niña contó con su tía Teodora de Grecia y Dinamarca y la infanta Cristina como madrinas. La segunda hija del matrimonio, Ana María, llegaba el 15 de mayo de 2003 y también nacía en la Ciudad Condal. Luego nacían Carlos, en 2005, cuya madrina es la infanta Elena, y Amelia, en 2007
Carlos Morales supo siempre relacionarse con discreción con la realeza sin sentirse intimidado. Alexia era la mujer con la que quería casarse y su familia una parte importante de su vida, como ocurre en cualquier matrimonio, aunque se tratase de la familia real griega, una de las mejor conectadas de Europa. Pero, siempre sacó adelante a su familia por sí mismo
La pareja se instaló en Barcelona, pero dejaron la ciudad en 2003 para vivir más tranquilos en Lanzarote. Allí Carlos Morales abrió su propio estudio de arquitectura. Ha firmado en estos años trabajos importantes como el Palacio de Congresos o la ampliación de un puerto deportivo. El arquitecto pasó un tiempo difícil con la pandemia y cuando se le acusó de irregularidades en la construcción de la vivienda familiar en la que residen él y su familia en la isla. Finalmente, la justicia dictaminó que no había delito urbanístico.