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EL NOVIO PERDIÓ LOS NERVIOS

Lo que no se vio de la boda de Bárbara Mirjan: la bronca del sacerdote a Cayetano Martínez de Irujo, el enfado del novio recién casado y las reacciones de sus hermanos

Aunque apenas hubo espacio para la curiosidad ajena, hubo algunos momentos en la boda de Bárbara Mirjan y Cayetano Martínez de Irujo que pudimos entrever. Todos muy reveladores.

Bárbara Mirjan y Cayetano Martínez de Irujo, a la salida dela Iglesia de los Gitanos de Sevilla, GTRES

Mucho en esta boda fue excepcional. Pese a ser la más importante del año en Sevilla y Cayetano Martínez de Irujo pertenece a la familia más aristocrática del país, nada se hizo de cara a la galería. Hubo quien pensó que los novios, al salir de la Iglesia de los Gitanos, posarían durante unos minutos ante los periodistas que acudieron al templo. No fue así. Quien quisiera consolarse pensando que podría contemplar con detalle el vestido de Bárbara Mirjan en una exclusiva, se vio también decepcionado. No habrá tal.

Se vio desde el principio: Cayetano Martínez de Irujo y Bárbara Mirjan se casaron como si no hubiera medio centenar de objetivos enfocándoles. Todo estaba pensado para que sucediera limpiamente en el exterior de la iglesia, pero los novios no se privaron de detalles clave que lo complicaron todo. Por ejemplo, la llegada en carruaje tirado por dos caballos de la novia y el padrino, su padre. Visto lo sucedido, quizá hubiera sido mejor que se fueran, rápidamente, en coche.

La llegada del carruaje en cuestión, llamado la Duquesita, y la marcha de los novios a Las Arroyuelas, la finca donde se celebró el convite tras la ceremonia, fue complicada. Tanto, que el abordaje al tradicional transporte del recién casado Cayetano Martínez de Irujo precipitó el momento más desagradable de la mañana. Pero antes, Bárbara Mirjan también tuvo unos instantes comprometidos allí subida. Se descontroló un poco la situación.

Al llegar Bárbara y Javier Mirjan, su padre y padrino de boda, se mantuvieron unos minutos sentados para que los fotógrafos pudieran tomar algunas fotos. Era una imagen importante, pues se veía por primera vez a la novia y, seguramente, se buscaba que el diseño pudieran circular lo más posible. De hecho, no se vio a personal de seguridad alrededor de la Duquesita, hasta que la gente comenzó a rodearla.

Los novios, Cayetano Martínez de Irujo y Bárbara Mirjan, recién casados. GTRES

Fue cuestión de un minuto, pero de repente la novia se vio rodeada de señoras que la fotografiaban con sus móviles y hasta trataban de tocarle el bajo del vestido mientras le preguntaban cosas o la llamaban guapa. Fue un minuto eterno hasta que algunas personas de seguridad y la profesional que ordenaba la entrada en la Iglesia de los Gitanos acudieron a socorrerla. Fue entonces cuando ella y su padre bajaron del carruaje, ordenaron sus atuendos y caminaron hacia el interior del templo.

Cayetano llegó acompañado de su hija, Amina

Hasta entonces, el tono de la reunión había sido francamente agradable y amistoso. Cayetano Martínez de Irujo estaba de buen humor, también porque acudía con su hija Amina del brazo. Sabemos que a la joven, que ejerció de madrina, no le gustan nada de nada las cámaras, con lo que se refugió enseguida en el atrio. Sí sonrió y dio los buenos días su hermano Luis, guapísimo, que siguió sus pasos. En general, los invitados se comportaron como los novios: como si las cámaras no estuvieran.

Hubo excepciones, claro, como las guapísimas Tana Rivera y Eugenia Martínez de Irujo, despampanantes con sendos diseños de Roberto Diz. Y llamó mucho la atención que posaran, hasta con cierto detenimiento, el duque de Alba y los duques de Huéscar. Sea como fuere, al llegar al Atrio donde se refugió parte de la familia vimos abrazos sinceros entre el novio y su hermano mayor Carlos y besos entre los primos.

El duque de Alba con los duques de Huéscar. GTRES

Si hay tiranteces entre hermanos, quedaron aparte en un día ciertamente especial. Hubo constancia gráfica, insistimos, al respecto del duque de Alba y su hijo mayor. No vimos, aunque también asistieron, a los condes de Osorno. No sucedió lo mismo con Alfonso Martínez de Irujo, duque de Híjar. Acudió solo, entró de los primeros en la Iglesia de los Gitanos y no participó en el banquete en las Arroyuelas. Fernando y Eugenia, mucho más alegres y expansivos, ejercieron de testigos. Parece que por este flanco la relación fraternal fluye.

Bárbara y Cayetano se besaron dos veces

Se filtraron algunas imágenes del interior de la Iglesia de los Gitanos y gracias a eso pudimos observar un rarísimo gesto de complicidad entre Cayetano Martínez de Irujo y Bárbara Mirjan, cuando la novia llegó al altar y el novio, muy paternal, la abrazó y besó en una mejilla, por encima del velo. Hubo beso, esta vez más íntimo, antes del 'sí quiero'. Les hemos visto en infinidad de ocasiones juntos, pero jamás exhibiendo ningún gesto de afecto sentimental. Nótese que el duque de Arjona siempre se ha dolido de la falta de afecto que sufrió en su infancia, debido al desapego aristocrático de su madre.

Fernando y Eugenia Martínez de Irujo. GTRES

Estas y otras confesiones a la prensa de Cayetano Martínez de Irujo podrían explicar la pequeña bronca al novio del sacerdote, Ignacio Sánchez-Dalt, que ofició la ceremonia de la boda. Fue, precisamente, el confesor de la duquesa Cayetana, además del oficiante de la mayoría de las bodas de la alta sociedad sevillana. Algunas de sus palabras, las más emocionantes y llamativas, se filtraron al exterior de la iglesia.

«Que no haya un cuarto oscuro en el corazón de Barbara al que no pueda acceder Cayetano, que no haya ninguna esquina reservada en el corazón de Cayetano en el que no entre Barbara», pidió el sacerdote Sánchez-Dalt. Sin embargo, quedará como anécdota la pequeña bronca que le echó la novio: «Tú con tus cosas, con todo lo que tú montas», le espetó. Hubo risas, menos mal. Por desgracia, al novio se le agrió el carácter enseguida. Nada más salir de la Iglesia de los Gitanos.

Alfonso Martínez de Irujo Fitz-James Stuart. GTRES

No quedó muy claro qué sucedió, pero al duque de Arjona se le nubló la mirada al ver que las cámaras se arremolinaban alrededor del carruaje que debía llevarle de la iglesia a las Arroyuelas. Se contuvo mientras Bárbara, súper cariñosa y sonriente con los reporteros, subió a la Duquesita. Un recién casado Cayetano, sin embargo, no se pudo controlar. Con un gesto de ira, muy muy enfadado, dijo a las cámaras: «Dejadnos en paz. Por un día os pido respeto».

No se entendió este mal gesto final, en un momento además de felicidad máxima para Bárbara. Era muy fácil conseguir esa privacidad anhelada, casándose en su finca y no en una iglesia pública. Sabemos el significado profundo que tiene la Iglesia de los Gitanos para la familia, por su vínculo con la duquesa Cayetana, cuyas cenizas allí descansan. ¿Pretendía que los reporteros se quedaran mudos ante su aristocrática presencia? Genio y figura.