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Carlota Casiraghi cumple 39 años cada vez más lejos de su madre, Carolina de Mónaco: a esa misma edad, su madre se quedó calva por amor

Carlota Casiraghi ha heredado el factor fascinación que aún tiene su madre, Carolina de Mónaco, pero no su apuesta total por el amor. A sus 39 años, la heredera del glamour Grimaldi es más cerebral que pasional.

Carlota Casiraghi, en una foto reciente. GTRES

Carlota Casiraghi cumple 39 años sin librarse del todo de la etiqueta de heredera del glamour Grimaldi, un privilegio que además lleva con la misma soltura que su madre, la princesa Carolina. Desde este punto de vista, la continuidad entre la una y la otra es total: solo hay que observar la fidelidad que guardan a la firma francesa Chanel y el relevante papel que ambas juegan en la imagen de marca de la 'maison'. O el esfuerzo de elegancia que siempre ponen al servicio del Principado de Mónaco en los días clave de su agenda oficial.

El mismo tipo de continuidad puede observarse entre Pierre Casiraghi, hermano menor de Carlota, y su padre, Stefano, fallecido trágicamente en 1990 en una carrera náutica de velocidad: el Campeonato Mundial de 'off-shore'. Aquel no ha heredado el temperamento expansivo y extrovertido de este, pero sí su fascinación por la navegación y el riesgo, y ahí está su territorio de continuidad. Esta misma semana ganó como co-patrón del 'Carkeek 42 Jolt 6' la Admiral's Cup, una de las competiciones de vela oceánica más exigentes y peligrosas del mundo.

Tiene su lógica que los hijos hereden talentos y aficiones de sus padres, pero tras las similitudes suelen aparecer las diferencias, sustanciales, que atestiguan el inevitable proceso de construcción de la propia identidad. Carolina de Mónaco es, por ejemplo, una de las 'royals' más opacas: apenas concede entrevistas y lo que ocurre en su intimidad es imposible de escrutar. Carlota Casiraghi, sin embargo, tiene más necesidad de explicarse: el goteo de sus conversaciones con periodistas es constante. Y casi siempre realiza declaraciones personales e interesantes.

Si Carolina de Mónaco quiso, desde el dramático fallecimiento de su madre, la princesa Grace, encarnar a la perfección el papel de primera dama del Principado, Carlota Casiraghi no puede tener menos interés en tal rol. «Trato de distanciarme del estatus de la realeza», confesó en 2024 al diario británico 'The Telegraph'. «Leer a muchas autoras me ha ayudado a no vivir según las expectativas y juicios de los demás. Para mí es importante la liberación de ciertos convencionalismos».

Carlota y Carolina solo se parecen físicamente

Observemos, por ejemplo, en qué punto está Carlota Casiraghi ahora que cumple 39 años, y dónde estaba su madre, Carolina, con la misma edad. En qué punto sentimental, claro, que es el que finalmente salta a los medios de comunicación. Si seguimos lo publicado por la crónica social veremos que la distancia entre madre e hija no ha hecho más que ensancharse. Paradójicamente, la distancia que los años ha puesto entre el temperamento de ambas, no se produce en lo físico: cada vez se parecen más.

Hasta sus 39 años, Carlota Casiraghi ha protagonizado una vida sentimental que delata a una mujer ciertamente entregada al amor pero, a decir de sus rupturas, más templada que pasional. Tuvo multitud de romances de juventud, pero siempre dentro del ámbito que le correspondía como una de las 'royals' más deseadas de su generación: el aristócrata austriaco Hubertus Arenque Frankensdorf, el belga Feliz Winckler (hijo de un acaudalado abogado y una galerista) y el heredero Alex Dellal , que sepamos.

Carolina de Mónaco, en un evento reciente de la agenda oficial del Principado. INSTAGRAM (@PALAISPRINCIER)

Con 25 años conoció al actor canadiense-marroquí Gad Elmaleh, quince años mayor. Podría pensarse que hizo el papel que Philipe Junot cumplió en la biografía de su madre: un perfil incómodo para el linaje y con una edad, también, inesperada. Pero Carolina de Mónaco conoció a Junot con 17 años y el matrimonio fue un desastre: la princesa se dejó llevar por un apasionamiento incontrolable. Carlota Casiraghi, sin embargo, construyó con Elmaleh una relación seriamente madura, hasta el punto de que fue madre de Raphaël. El divorcio llegó cuando este tenía dos años, por razones que no trascendieron.

El temperamento cerebral de Carlota Casiraghi quedó patente en sus dos siguientes relaciones: de dos años con el director de cine Lamberto Sanfelice y de ocho con Dimitri Rassam, con el que se casó y tuvo su segundo hijo, Baltazar. Rassam era hijo de la actriz Carole Bouquet, íntima amiga de Carolina de Mónaco. Compartió con ellos el estímulo creativo y ambas rupturas fueron silenciosas. Los 39 años cogen a la heredera Grimaldi de nuevo enamorada, esta vez del novelista francés Nicolas Mathieu. Y, otra vez, encontramos que lo que les une es en gran parte intelectual: Carlota, reconocida mecenas de la filosofía, no se cansa de decir que es «adicta a los libros».

A los 39, Carolina sufrió una calvicie delatora

Con 39, la situación de Carolina de Mónaco era bien distinta. La hija mayor de Rainiero y Grace llevaba ya algunos años viuda, aunque quizá no del todo recuperada de la trágica pérdida de Stefano Casiraghi, que la llevó a recluirse durante dos años en una granja de la Provenza francesa. De hecho, en estas fechas comenzamos a ver a la princesa con la cabeza cubierta por un pañuelo, una circunstancia que testimonió lo impensable: se estaba quedando calva. La preocupación llegó a tal punto, que el príncipe Alberto tuvo que dar explicaciones.

«Es un problema de piel, un asunto dermatológico, nada serio. Su pelo volverá a crecer. Más allá de eso, está perfecta», explicó a la revista estadounidense 'People'. En realidad, Carolina de Mónaco sufrió una alopecia areata, que suele sobrevenir por problemas graves de estrés y déficits nutricionales. Pero con medicación y paciencia, el pelo, efectivamente, se recupera. Y, en la crónica social de la época, se achacó a la tristeza que aún sentía por el fallecimiento de Stefano Casiraghi. Hubo, sin embargo, una explicación alternativa, pero igualmente romántica.

Sea como fuere, Carolina de Mónaco se quedó casi calva por amor. O por la pérdida del mismo, en un accidente náutico que, además, presenció en directo, o por la polémica historia de amor que vivió a continuación, con Ernesto de Hannover. Con 39 años, Carolina ya había iniciado su relación secreta con el príncipe alemán, por entonces aún casado con su gran amiga Chantal Hochuli, con la que tenía dos hijos. Dicen que el estrés que sufrió por engañar durante más de un año a su amiga provocó su calvicie. Como en su romance juvenil con Junot, Carolina siempre estuvo dispuesta a arriesgarlo todo por amor.