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Matrimonio efímero

Así fue la doble boda de Carlota Casiraghi y Dimitri Rassam: collar de diamantes, móviles en la entrada y el novio en la piscina

La boda de Carlota Casiraghi y Dimitri Rassam constó de dos ceremonias y reunió a la familia y amigos más íntimos. Fue un derroche de romanticismo: el ambiente de la antigua Costa Azul, y el de una abadía románica provenzal. Nadie habría pensado que su matrimonio sería tan efímero.

Carlota Casiraghi y Dimitri Rassam en la alfombra roja del Festival de Cannes, en 2022. GTRES

Carlota Casiraghi y Dimitri Rassam celebraron dos ceremonias de matrimonio. La religiosa tuvo lugar el 29 de junio de 2019, cuatro semanas después de su unión civil en el Palacio de Mónaco. Las dos fueron profundamente románticas. La unión civil, celebrada el 1 de junio, tuvo todo el encanto del viejo Hollywood y fue un homenaje a la princesa Grace.

Junto al cielo de atardecer, Carlota y Dimitri posaron frente al Mediterráneo y es la foto que distribuyeron los medios. La pareja está radiante, ella lleva una creación de Chanel en raso de seda blanca y él un esmoquin crema. Carlota luce el admirable collar de diamantes, creado por Cartier, que Rainiero III regaló a la princesa Grace por su boda, en 1956. Una joya que también ha llevado Carolina en varias ocasiones.

En un rincón de la fotografía se divisa el barco de Carolina, el Pacha III, donde siempre pasa sus vacaciones con sus hijos. El día anterior la pareja bautizó a su hijo Balthazar, que había nacido el 23 de octubre, en la capilla de Palacio. Por la mañana, para el «sí, quiero», Carlota escogió un vestido de tweed de Yves Saint Laurent, adornado con grandes lazos.

La fiesta de celebración con el novio en la piscina

Después hubo una celebración en los jardines de Palacio con un suntuoso bufé. La decoración evocaba el encanto de La Riviera. Se dice que Dimitri fue arrojado completamente vestido a la piscina, por sus nuevos cuñados, Pierre y Andrea, siguiendo una tradición familiar. Al anochecer, los invitados se dirigieron hacia Roquebrune-Cap-Martin, a la soberbia villa de La Vigie, con vistas a la bahía. Fue aquí, hace unos años, donde Carlota celebró su decimoctavo cumpleaños.

El lugar estuvo ocupado durante mucho tiempo por Karl Lagerfeld, un íntimo amigo de la familia. La villa se decoró con toldos de rayas blancas y grises y una profusión de flores blancas, hortensias, campanillas, rosas y boca de dragón. Las mesas ocupaban las amplias terrazas frente al mar. Pierre, Andrea y Dimitri cambiaron sus elegantes trajes azules por chaquetas de esmoquin, negra para el primero y crema para los otros dos. La fiesta terminó a las cinco y media de la madrugada. Al día siguiente, los invitados se reunieron en un «brunch» en el Yacht Club.

Un mes después, casi en secreto, tuvo lugar, en el corazón de La Provenza, ante un grupo reducido de amigos y familiares, la boda religiosa. Para la hija mayor de la Princesa Carolina, La Provenza significa Saint-Rémy-de-Provence y éste evoca la infancia, cuando ella y sus hermanos se mudaron con su madre al Mas de la Source, un caserón del siglo XVII, justo después de la trágica muerte de su padre, Stefano Casiraghi.

Retrato oficial de Carlota Casiraghi y Dimitri Rassam el día de su boda civil. Cortesía de Félix Dol-Jersey

Para la ceremonia y la celebración, los novios eligieron la Abadía de Pierredon, una finca vitivinícola y oleícola de 600 hectáreas aislada en el corazón de la región de los Alpilles, y a la que se accede por un largo camino sin salida. Los novios se vistieron en Saint Rémy , a unos 20 kilómetros, y llegaron a la finca, sobre las siete, con sus invitados.

Estos últimos tuvieron que dejar sus móviles a la entrada. Todos se dirigen entonces a la capilla, el único vestigio de la antigua abadía románica de Chalais, ahora en ruinas. Tras la boda, Carlota y Dimitri aparecieron en la explanada de la iglesia, rodeados por varias jóvenes vestidas de arlesianas. Les recibe una lluvia de lavanda, que simboliza la felicidad sencilla.

Un broche de Carolina de Mónaco

La lavanda también forma parte del ramo de la novia junto con espigas de trigo. Carlota, deslumbrante, lleva un vestido de gasa de seda bordado con capullos y guirnaldas de hojas. Una creación de alta costura diseñada por su amigo, el estilista italiano Giambattista Valli. En su cabello, recogido en un moño, el velo se sostiene con otra guirnalda de flores y hojas, perro esta vez de diamantes, un fragmento de un regalo de Karl Lagerfeld a la princesa Carolina, un broche diseñado por Boucheron a finales del siglo XIX. Lo llevó también Charlène el día de su boda con Alberto de Mónaco.

Al final del día, cientos de velas se encienden en el parque y luminarias blancas resplandecen suspendidas en el aire. En el centro de las mesas, se han colocado ramos bajos de rosas, hierbas y peonías, sobre manteles antiguos bordados, adornados con platos desiguales. El menú es provenzal. Carlota y Rassam presiden una larga mesa. Y, cuando termina la cena, el encargado del discurso nupcial es el príncipe Alberto, que emocionó a todos. Después llegó el DJ y comenzó el baile., que duró hasta la madrugada.