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Bajo los techos dorados del Salón de los Espejos del Palacio del Príncipe, los Grimaldi se reunían para una ceremonia muy especial. Las princesas Carolina y Estefanía de Mónaco recibían sendas e importantes condecoraciones por parte de Francia. La primera fue elevada al rango de Gran Cruz de la Orden Nacional del Mérito, y la segunda fue nombrada oficial de la Legión de Honor, en reconocimiento a su compromiso cultural y humanitario.
Fue el embajador de Francia en Mónaco, Jean d'Haussonville, el encargado de entregar a ambas hermanas estas prestigiosas distinciones en un ambiente íntimo y familiar. Junto a unas princesas visiblemente emocionadas, sus hijos —Andrea y Pierre Casiraghi por parte de Carolina, y Louis Ducruet y Camille Gottlieb por parte de Estefanía— quisieron estar presentes en este día tan emotivo. El príncipe Alberto tampoco quiso perderse este homenaje a dos mujeres galardonadas por sus acciones caritativas y su contribución al prestigio del Principado.
No es la primera vez que Carolina de Hannover recibe una distinción de este tipo. En 2014 fue nombrada Comendadora de la Orden de las Artes y las Letras y de la Orden del Mérito Agrícola. Ahora ve recompensadas sus décadas de compromiso, en particular a través de la Fundación Princesa Grace y otras instituciones. Por su parte, la princesa Estefanía, fundadora de la asociación Fight Aids Monaco, recibe la distinción francesa más prestigiosa por su incansable lucha contra el sida y su dedicación a las causas humanitarias.
En un bonito momento que se producía curiosamente pocas horas después de que viéramos también reunidas un año y medio después a las infantas Elena y Cristina en un acto oficial, la ceremonia ponía de manifiesto que algo ha cambiado entre ellas tras su turbulento pasado en común. Mientras Estefanía sigue volcada en su faceta más humanitaria, su hermana mayor es ahora el faro guía del Principado frente a un príncipe Alberto al que asedian los escándalos financieros y los habituales rumores de crisis matrimonial.
Carolina y Estefanía de Mónaco han sido dos mujeres diametralmente opuestas, lo que ha redundado en que su relación no haya sido particularmente estrecha. Tampoco lo es la de sus respectivos hijos. La mayor de los Grimaldi ha gestionado su intimidad de manera mucho más estricta y también su carácter es mucho más regio y aparentemente más distante.
Aunque es lógico que ellas no se hayan pronunciado al respecto, los royals nunca lo hacen, sí tenemos el testimonio un poco pretérito de Daniel Ducruet, ex marido de la menor de los Grimaldi, quien en una entrevista en el programa Salsa Rosa de Telecinco hizo un relato nada edificante de Carolina. Aun así, están acostumbradas a convivir en los actos oficiales y, salvo cierta distancia, nunca han alimentado de cara a la galería la posibilidad de una mala relación.
Más allá de que ambas hermanas hayan relatado su infancia en palacio de una forma distinta, fue la muerte de su madre el dramático hecho que marcó el principio del fin de la relación entre Estefanía y Carolina y su distanciamiento durante buena parte de su vida adulta. Mientras la mayor tenía que afrontar el luto y el duelo, la pequeña tuvo vía libre para convertirse en la princesa rebelde.
La falta de sintonía entre hermanas resultó evidente especialmente en la boda de Carolina de Mónaco con Stefano Casiraghi a la que Estefanía no acudió. Pero tras aquellos años enfrentados, las vidas sentimentales paralelas de ambas hermanas, con sucesivos desengaños amorosos, las volvieron a acercar.
Pero si hay algo que de verdad las ha unido es la maternidad. Ambas suelen ser alabadas por sus respectivos hijos como madres dedicadas y les gusta ejercer de tías de sus sobrinos. El pasado las hemos visto cuidar con mimo a Jacques y Gabriella, los hijos del príncipe Alberto y Charlène, un cariño que han hecho extensivo a los hijos de ambas. Y eventos familiares como el que acababan de vivir juntas refuerzan la impresión de que están más unidas que nunca.
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.