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La escapada sorpresa de Carolina de Mónaco a Cuba con su hija Alexandra de Hannover y su novio: baile, premios y un autorretrato

La princesa Carolina de Mónaco ha ejercido de embajadora cultural de su país al visitar la isla caribeña junto al Ballet de Montecarlo.

La princesa Carolina de Mónaco, embajadora de la cultura monegasca. gtres

Mientras a miles de kilómetros su hermano Alberto y su cuñada Charlène participaban en la misa inaugural del papa León XIV, la princesa Carolina de Mónaco se convertía en la mejor embajadora de la cultura monegasca en Cuba. La hija de Grace Kelly acompañó al Ballet de Montecarlo durante sus tres actuaciones en el Teatro Nacional con motivo del Festival Cubadisco.

Carolina de Mónaco, que fue recibida por el presidente Miguel Díaz-Canel el pasado sábado, aprovechó la visita para estrechar lazos con el país caribeño, que había visitado anteriormente en 2015. En esta ocasión no viajó sola, ya que estuvo acompañada de su hija, Alexandra de Hannover, y del novio de esta, Ben-Sylvester Strautmann.

La todavía esposa de Ernesto de Hannover, recibió el calor del público cubano al subir al escenario del Teatro Nacional de La Habana junto a los bailarines que representaron la obra Core Meo. Allí fue la encargada de entregar el premio de honor del festival otorgado al músico Antonio Castrignano.

Por su parte, Alexandra y Ben-Sylvester, que ya habían llamado la atención durante el tradicional Baile de la Rosa del pasado 29 de marzo, compartieron varias imágenes de esta escapada en sus redes sociales.

Carolina de Mónaco posando junto a su cuadro en La Habana. @alex.hannover

En una de ellas aparecía Carolina de Mónaco posando junto a un cuadro muy especial. La royal había sido la musa del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, que había regalado uno de sus retratos al príncipe Rainiero III. Durante este viaje, la princesa donó el retrato al museo del artista en La Habana, rindiendo así homenaje a su carrera.

Carolina de Mónaco, mecenas de la cultura

Desde la creación de este prestigioso ballet, hasta la presidencia de instituciones emblemáticas como la Orquesta Filarmónica de Montecarlo, la princesa Carolina ha encabezado numerosas iniciativas para promover el arte, la música y la literatura en el Principado.

El Ballet de Montecarlo nació por iniciativa suya en 1985, haciendo realidad un antiguo sueño de la princesa Grace y volviendo a conectar con el legado de los ballets rusos, muy populares en Mónaco a principios del siglo XX. Antigua alumna de Marika Besobrasova, Carolina practicó esta disciplina durante su infancia y adolescencia. Y aunque no llegara a ser una estrella de la danza, sí convirtió su pasión en un compromiso duradero.

La princesa Carolina en el Teatro Nacional de Cuba. @lesballetsdemontecarlo

Antes de viajar a Cuba para apoyar a los bailarines monegascos, Carolina de Mónaco estuvo hace una semana en Estonia para honrar la carrera del músico Arvo Pärt en nombre de la Fundación Príncipe Pierre. Y poco antes, la vimos junto a su hermano Alberto en la Ópera Garnier para asistir al preestreno de un documental que repasa la historia de este teatro desde su inauguración en 1879.

Alexandra de Hannover, muy unida a su madre

La hija menor de Carolina de Mónaco ha demostrado con este viaje a Cuba la estrecha relación que sigue manteniendo con su madre y de la que recientemente hablaba con la edición española de la revista Elle. La joven de 25 años se sinceró sobre su herencia familiar, su relación con su actual pareja, de sus estudios y su pasión por el patinaje y la moda.

La princesa de Hannover reveló durante la conversación las cualidades que más admira de su progenitora: «Su resistencia y la forma en que nunca deja que nada la desanime. Es muy valiente y nunca se asusta, es increíblemente fuerte, pero también tranquila en distintas situaciones».

Alexandra también dejó claro que siempre puede contar con su ayuda en cualquier situación, destacando que «siempre supe que podía acudir a ella con cualquier problema y que lo abordaríamos juntas, con calma y sin dramatismos». Desde la admiración añadía que «realmente es un pilar para todos nosotros».