La infanta Cristina al rescate de su hijo Juan Urdangarin: por qué tantos desmentidos sobre dónde y con quién vive

No es ningún secreto: de los cuatro hijos de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin, Juan fue el más afectado por el escándalo que desató el caso Nóos que terminó con el ex duque de Palma encarcelado y la familia exiliada en Ginebra. Conocemos su sufrimiento por relatos coincidentes de fuentes cercanas a la hermana del rey Felipe: por su edad (tenía 12 años) fue el más consciente de la triste situación y del rechazo social que motivó. Parece que sufrió acoso en el colegio y su actitud ante las cámaras es, aún hoy, huidiza y abiertamente molesta.

Con los años, la percepción de que Juan Urdangarin puede ser el más vulnerable de los hijos de la infanta Cristina ha ido calando. Sin pistas, en realidad, más allá de contemplar cómo discurre la vida de sus hermanos en comparación con la suya. Sobre todo la de Pablo, con una carrera deportiva en ascenso, una gran capacidad para responder en circunstancias adversas (recordemos su cortesía con la prensa al publicarse las fotos de su padre Iñaki con Ainhoa Armentia) y una vida sentimental estable.

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Probablemente por haber vivido casi toda su vida bajo sospecha, excepto Pablo todos los hijos de la infanta Cristina prefieren vivir anónimamente. Lo van a tener difícil, pues el hecho de pertenecer a la tercera generación de la familia del Rey coloca sobre ellos una atención difícilmente evitable. Lo vemos en Irene Urdangarin, cuyo noviazgo con Juan Urquijo se sigue al minuto y esta´destinada a integrarse en el relevo de protagonistas de la alta sociedad española. Miguel es, con Juan, el más esquivo. También rechaza todo tipo de escrutinio.

¿Es factible o, mejor, conveniente mantener en la más absoluta oscuridad las vidas de estos jóvenes? Digámoslo abiertamente: tienen todo el derecho a que no se sepa nada de sus existencias, pues ni forman parte de la familia real ni pueden considerarse personalidades de interés público, como sí lo es su madre. Sin embargo, la realidad es que su existencia interesa y la prueba de ello son las noticias, casi siempre falsas, sobre sus idas y venidas que alimentan un relato, casi siempre de ficción. Un relato que la infanta Cristina, cada cierto tiempo, ha de desmentir.

Lo hemos visto en estos días, pero no es la primera vez. Fuentes cercanas a la infanta Cristina han vuelto a desmentir noticias que tienen que ver con Juan Urdangarin. En concreto, que aquejado de algún tipo de malestar emocional dejaba el trabajo y volvía a España, más en concreto al palacio de la Zarzuela, donde viviría con la reina Sofía. Sorprende la insistencia en situar a los hijos de la hermana del Rey en el palacio madrileño, en el que han residido Irene y Miguel, aunque jamás hubo confirmación oficial de ello.

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Una vez más, ha sido la periodista catalana Silvia Taulés la que se ha encargado de desmentir esta vuelta de Juan Urdangarin a España y de manera taxativa: su vida está en Londres y no piensa volver, escribe en Vanitatis. El hijo de la infanta Cristina estudió allí Relaciones Internacionales y, tras conseguir trabajo en 2022, está más que asentado en la capital británica. Trabaja en la Fórmula E, el campeonato deportivo de monoplazas eléctrico impulsado por Alejandro Agag, en labores que tienen que ver con el impacto social y la cooperación.

Además de su vuelta a España, otro aspecto más íntimo de la actual vida de Juan Urdangarin ha saltado al ciclo de noticias: su vida amorosa. En este sentido, Taulés se limita a aclarar que comparte piso con un amigo, igual que su primo Froilán en Abu Dabi. Sin embargo, en otros medios de comunicación ya no menores se alude al «misterio de su vida sentimental», basado en el hecho de que es el único de los Urdangarin que no tiene pareja o, al menos, que no acudió acompañado a celebrar el último cumpleaños del rey Juan Carlos.

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Este es, verdaderamente, el peor peligro que se cierne sobre la infanta Cristina y su hijo Juan: que su figura se envuelva en el morbo que conlleva «un misterio» y se disparen elucubraciones y persecuciones incómodas para toda la familia. Algo que, probablemente, poco puede importarle al joven desde la distancia, pero que sí va a tocar un poco más de cerca a sus hermanos con residencia en España y a su propia madre, muy atenta a lo que ocurre aquí. Recordemos: nada estimula más la curiosidad que la actitud de quien se esconde.

Así las cosas, cabe preguntarse si esta política de total cerrazón al respecto de la vida de Juan Urdangarin beneficiará al joven o se queda en una defensa reactiva y contraproducente. Quizá convendría darle un poco de normalidad a su presencia mediática y, asumiendo ventajas e inconvenientes de llevar el apellido Borbón, hacer un poco de luz sobre su figura. No es ninguna rareza ni conlleva ningún misterio no tener novia a los 25 años.

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