POR CELOS E INSEGURIDAD
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Seguramente hubo millones de personas siguiendo, en vivo y en directo, el recibimiento en Windsor a Donald y Melania Trump, por parte del príncipe Guillermo y una radiante Kate Middleton. El streaming para todo el mundo de los medios de comunicación británicos así lo permitió, gracias a una concesión de la Corona británica llamada a convertir la segunda visita del presidente estadounidense en un acontecimiento de calado global. ¿Fue una decisión acertada? Conforme pasan los días, la balanza parece inclinarse hacia el 'no'.
La enumeración de momentos incómodos, extraños y hasta tensos protagoniza las crónicas que desgranan el paso de los Trump por Windsor, un matrimonio presidencial que tuvo que optar por el desplazamiento aéreo (en helicóptero) para sortear los peligros (o sea, manifestaciones y boicoteos) de viajar sobre ruedas. Algunos de esos momentos fueron apreciaciones equivocadas, como acusar a Donald Trump de romper el protocolo al caminar por delante del rey Carlos en la inspección de tropas. Estaba así previsto.
Tampoco se le exige al presidente de los Estados Unidos ni a su esposa que guarden ningún protocolo especial a la hora de saludar a los reyes Carlos y Camilla ni al príncipe Guillermo y Kate Middleton: tampoco es un fallo que Melania no haga reverencia o que Trump toque el brazo del príncipe de Gales y de su padre al estrecharle la mano. En realidad, las escenas realmente problemáticas de esta visita de Estado tienen más que ver con los Windsor que con los Trump.
Vayamos al grano: una escena de máxima tensión que, además, han glosado medios de comunicación de todo el mundo. En España, dos cronistas reales de distintas generaciones se han fijado en ella. La veterana Pilar Eyre no ha dudado en calificar lo que se ve en ella como un ejemplo de «bullying de la reina Camilla hacia Kate Middleton». La cronista reciente Nuria Marín bajó un poco la intensidad de la apreciación y habla de un «feo» de la Reina hacia la princesa de Gales.
Lo que sucedió fue lo siguiente: los príncipes de Gales acudieron a pie de escalerilla del helicóptero para recibir a los Trump y acompañarles hasta una de las entradas al castillo de Windsor donde esperaban los reyes Carlos y Camilla. Allí, las tres parejas se reagruparon para saludarse y charlar unos minutos, mientras llegaban los carruajes que les llevarían a través de la finca y hasta la carpa donde presenciarían el desfile militar.
Allí, de pie, charlaban Donald Trump y el rey Carlos, Kate y Guillermo y Camilla y Melania. Sin embargo, en un determinado momento la princesa de Gales quiso hacerle algún comentario a Melania y se unió a la conversación con Camilla. Por poco tiempo, pues como se vio perfectamente en la retransmisión, la Reina le hizo un gesto feo con la mano y le indicó que las dejara solas y volviera con su marido.
Una experta en lectura de labios convocada por el diario Express aseguró que la reina Camilla le había dicho a Kate Middleton lo siguiente: «Go now, you need to go to your carriage». O sea, «márchate, tienes que colocarte donde te recogerá tu carruaje». Para algunos, se trata de una frase sin más trascendencia, que solo pretende que la princesa de Gales no se despiste. Para Pilar Eyre, sin embargo, Kate está «sufriendo bullying en su propia familia».
«No les gustaba que Trump estuviera tan simpático con Middleton ni que el clima fuera como si fueran compañeros y coetáneos. A los reyes no les gustó nada», ha explicado Eyre en su canal de YouTube, añadiendo que es algo que ha pasado en otras visitas de familias extranjeras. «Al monarca y su mujer no les gusta que les quiten ni un ápice de atención», ha añadido. Y justifica su duro diagnóstico de bullying: todo es por la inseguridad de Carlos III.
«Es un rey mayor que no ha ilusionado demasiado a la gente por su edad, por su cansancio y porque también está enfermo. Además, ha hecho todo por cambiar la imagen de Camila. Lo ha dado todo por ella. Pero después de haber luchado por este momento, es Kate la que se lleva el protagonismo. Ve a su hijo y a su mujer como rivales y le gustaría que figuraran y actuaran menos», sostiene Pilar Eyre.
Lo cierto es que algunas escenas muy glosadas en prensa internacional sobre esta visita de Estado de los Trump a Windsor van en esta dirección. No debieron caer demasiado bien los halagos del presidente de los Estados Unidos a Kate Middleton, a la que llamó «bellísima» nada más aterrizar en los jardines de la residencia real. Al príncipe Guillermo, además, le denominó «amigo». Pero eso no fue lo peor.
En su discurso y brindis en el banquete, Donald Trump volvió a referirse a una deslumbrarse Kate Middleton, sentada a su derecha. Dijo de ella que le parecía «so radiant and so healthy, it's so beautiful» («tan radiante, tan saludable, tan bella»). Pasaremos por alto la desafortunada referencia a su estado de salud, porque el presidente de los Estados Unidos metió aún más la pata.
En la parte final de su brindis, denominó a la princesa de Gales «Queen» («Reina»), a pesar de que la reina Camilla estaba justo en frente. «Tenía que estar subiéndose por las paredes», comentó Nuria Marín. También el rey Carlos, pues vuelve a confirmarse la manera en la que la presencia de Kate Middleton eclipsa a cualquier miembro senior de la familia real. Pero qué culpa tiene la princesa de Gales de ser tan increíblemente perfecta.