Empático, fiel a Camilla de Cornualles y ¿buen padre e hijo? Las incógnitas que rodean al reinado de Carlos de Gales, que acaba de cumplir 73 años sin haber llegado a sustituir a su madre, Isabel II, en el trono

El heredero de Victoria, Eduardo VII (amantede Alice Keppel), fue príncipe heredero 59 años, dos meses y trece días y muchos perdieron la fe en él como rey. Fue excluido de cualquier poder político por su madre y se convirtió en una personificación de la ociosidad aristocrática. Sin embargo, la época eduardiana que coincide con su reinado fue una época de cambios y de modernización y de buena relaciones con los países europeos. Fue recordado como un buen rey, a pesar de su edad y del larguísimo tiempo de espera.

Carlos, príncipe de Gales como Eduardo, ha superado a éste. Lleva esperando acceder al trono más de 69 años y es el heredero más longevo de la historia británica. La desconfianza en Carlos vino no solo por su larga espera, sino también por el acerado comentario de su exesposa Diana, cuando aseguró, en la entrevista televisada en la que reveló las infidelidades de Carlos con Camila, que, en su opinión, Carlos no sería nunca rey. Fue la puñalada más cruel que podía recibir Carlos, que se había preparado durante toda su vida para ese destino. Y fue el momento más bajo en la popularidad de Carlos, al que la opinión pública británica veía como un desalmado y adúltero maltratador de la Princesa de Gales.

Sin embargo, el tiempo ha acabado jugando a favor de Carlos, como jugó a favor de su antepasado. En los 25 años transcurridos desde aquella pelea pública que enfrentó a los Príncipes de Gales, Carlos ha podido demostrar que fue un buen padre, que Camilla era el amor de su vida y que la fidelidad entre ambos era real y la piedra de toque de su felicidad, y que es un hombre de su tiempo, preocupado por el medioambiente y por los emprendedores sociales, además de las tradiciones británicas, que representa la Corona. Carlos ha ganado, en los últimos años, prestigio como futuro Rey y es muy posible que deje una profunda huella, lo que no es fácil tras el reinado de su madre, Isabel II. Repasamos las razones que pueden hacer que el reinado de Carlos III sea uno de los más recordados.

Carlos ha mostrado que es una persona empática, a pesar de la mala relación con Diana, que le marcó como un hombre frío y egoísta. Su matrimonio con Camilla, que ha conseguido convertirse en uno de los activos más importantes de la Familia Real, le dio la oportunidad de compartir su lado más afectivo. Además, sus hijos, Guillermo y Enrique, siempre mostraron que Carlos era un buen padre, que supo ayudarles a vencer el duelo por la muerte de su madre, a pesar de las dificultades que cada uno tuvo que enfrentar.

Camilla es la compañera que él necesitaba. No era solo una amante, una aventura extramatrimonial, era la persona que buscaba a su lado. Su matrimonio es la muestra de que la lealtad existe. Camilla no será reina, solo consorte, y llevará el título de Duquesa de Cornualles o quizá el de Princesa consorte, cuando Carlos suba a trono, pero ha sabido capitalizar el potencial de la Corona para ocuparse de los problemas que realmente preocupan a la gente: entre sus ocupaciones resalta, por ejemplo, la lucha contra la violencia contra las mujeres, el fomento de la lectura, el cuidado de los animales, la investigación contra el cáncer de mama o la Cruz Roja.

La biógrafa Penny Junor cree que Camilla ha conseguido imprimir un cambio positivo en su marido. Llevan 17 años casados. Su primera aparición oficial como pareja fue en enero de 1999, delante del Hotel Ritz y se casaron seis años después, en 2005, un paso muy medido, teniendo en cuenta el recuerdo de Diana siempre presente. Junor afirma que algo que ha aportado la Duquesa a su marido ha sido sentido del humor y la capacidad de disfrutar de la vida. Le ha hecho, sin duda más feliz, pero también más seguro de sí mismo y de cuál es su futuro. Hoy es fácil verle reír, algo que antes no era tan común.

Un planeta sostenible es uno de los objetivos que Carlos ha hecho suyos y que marcan más profundamente a la generación joven. Carlos, a diferencia de su madre, que siempre se quedó al margen, tiene talento para movilizar a la gente. Quizá cuando sea rey no lo hará de la misma manera que hoy como príncipe de Gales, pero es difícil que ese talento caiga en el olvido. Carlos ha abanderado numerosas causas desde joven. Desde el cambio climático a la introducción de las medicinas alternativas en el Sistema Nacional de Salud. No podrá ser un rey activista, pero no es probable que deje de lado sus causas de estos años. «Mi trabajo se llama deber», explicó en una ocasión. «Hay un montón de cosas por hacer. Hay mucha gente que necesita ayuda y yo soy una de esas personas a las que les importa».

Cuando alcanzaron la adolescencia, Guillermo y Enrique empezaron a acompañar a su padre a algunos actos oficiales. El príncipe fue el primero en pedir a los medios de comunicación que trataran con respeto a los dos jóvenes y les dejaran seguir con tranquilidad sus estudios. Esto mejoró sensiblemente la imagen de Carlos. También ha sido crucial la renovación de su papel como hijo. A pesar de la difícil relación que Carlos tuvo en su juventud con su padre, el Duque de Edimburgo, su conexión mejoró con el tiempo. En un documental realizado en memoria de Felipe Mountbatten, Carlos cuenta cuál fue su última conversación con su padre. «¿Cómo quieres que celebremos tus cien años? ¡Tus cien años, tu cumpleaños!», le dijo Carlos a su padre. Y este respondió: «¿Tengo que estar vivo para celebrarlo, ¿no?» El duque murió unas pocas horas después. El hecho de compartir esta íntima conversación muestra cómo Carlos se ha abierto y se ha convertido en una persona más dispuesta a hablar de sus sentimientos. En una época en la que ya no hay trabas para ser quien se es, este mensaje es esencial para conectar con sus futuros súbditos.