Con los pies en la tierra
Con los pies en la tierra
Entre los recientes festejos celebrados en Luxemburgo por el histórico relevo en el trono de los nuevos Grandes Duques, ha pasado casi desapercibido un joven royal que acaba de cumplir los 18 años. Noah Etienne Guillaume Gabriel Matthias Xavier, Noah tan solo para los amigos, es el segundo hijo del príncipe Luis de Luxemburgo y de la que fuera su esposa hasta 2019, Tessy Antony. Después de su boda con la militar, el hijo de Enrique y María Teresa renunció a su derecho de sucesión, por lo tanto, Noah y su hermano mayor, Gabriel, no se incluyen en la línea de sucesión al trono del pequeño país europeo.
Luis y Tessy se conocieron en Kosovo, se enamoraron y ella se quedó embarazada al poco tiempo. Su primer hijo nació en 2006 y la boda llegó seis meses después en la iglesia de Gilsdorf, cerrando el capítulo de un romance adolescente y precipitado. Su segundo hijo nació en septiembre de 2007. Pero los ahora ya jubilados Grandes Duques solo accedieron a concederle el título de Princesa a Tessy dos años después, a pesar de que la pareja era la más querida en su país por su juventud y su historia de amor fuera de los cánones de la nobleza.
Tan rubio él como moreno es su hermano, los Zipi y Zape de la familia gran ducal han destacado siempre por su discreción. Pero con motivo de su mayoría de edad, el príncipe Noah ha decidido emerger por unos instantes de su perfil bajo habitual y conceder una entrevista en la que habla con sinceridad sobre su familia y lo que significa para él ser miembro de la realeza.
El joven príncipe ha elegido la web especializada en realeza Royal News Organisation para conceder su primera entrevista en profundidad. El sobrino del gran duque Guillermo de Luxemburgo empieza la conversación confesando cómo celebró sus 18 años. «Quería que fuera algo bastante íntimo. Cené con mi familia y mis amigos más cercanos. Hicimos una sesión de escape room y nos lo pasamos muy bien», asegura sobre la modesta fiesta.
Aunque aún no sabe qué camino tomará en sus estudios, el joven explica que en el instituto le han gustado especialmente la historia y la psicología, y que, al igual que han hecho otros royals de su edad, no le importaría tomarse un año sabático para reflexionar sobre su futuro. Hijo de padres divorciados, se convirtió en hermano mayor cuando su madre dio a luz al pequeño Theodor en 2021 con su nuevo marido, el empresario suizo Franck Floessel.
«Theodor saca a relucir un lado protector que no conocía. Construimos ciudades muy complejas con Lego, ¡y él siempre quiere añadir dragones! Me ayuda a mantener los pies en la tierra, tenemos un vínculo muy fuerte como hermanos«, dice de forma emotiva sobre el benjamín de una familia que considera muy unida. »La familia no es solo una cuestión de sangre, es lo que hacemos de ella. Todos tenemos puntos de vista diferentes y eso nos hace más fuertes«, comenta con una sabiduría impropia de su edad.
Enamorado de su país en el que conviven varias comunidades y se hablan diferentes idiomas, el príncipe explica que Luxemburgo es mucho más que sus bancos y sus edificios administrativos. Noah de Nassau también es un deportista consumado: el culturismo y el esquí son sus aficiones favoritas. Y, al igual que los príncipes de Bélgica, él es también un músico talentoso que toca la batería y el violín.
Sobre su condición de sobrino del actual ocupante del trono luxemburgués, Noah es consciente de sus privilegios, pero se muestra convencido de que sus padres le inculcaron los valores correctos. «No es un título lo que te hace especial, sino tus acciones. Mi madre siempre dice: 'El privilegio es una responsabilidad'. Y mi padre me enseñó que saber escuchar es más importante que saber hablar. Y también que es normal cometer errores, siempre y cuando se aprendan lecciones y se intente reparar el daño causado».
Perteneciente a una monarquía que ha generado pocos titulares por las razones equivocadas, el príncipe Noah de Nassau parece tener los pies en la tierra. «Creo que la gente imagina que vivo en una burbuja, pero, sinceramente, utilizo el transporte público. He hecho prácticas, veo a mis amigos y me estreso por los exámenes como todo el mundo». Demostrando madurez a sus 18 años recién cumplidos, termina la entrevista reconociendo que «aunque la idea preconcebida sobre mí es que todo me viene dado, aun así tengo que trabajar para conseguir lo que quiero».