Los marichalar borbón

Cómo fue la complicada infancia de Froilán y Victoria Federica: timidez, malas notas y unos padres enfrentados

Los dos hijos de la infanta Elena y de Jaime de Marichalar son hoy adultos y hacen su vida. Pero, hubo un tiempo, cuando se separaron sus padres, en que vivieron tiempos tristes y convulsos.

Felipe Juan Froilán y Victoria Federica de Marichalar, junto a la infanta Elena. GTRES
Así fue la complicada infancia de Felipe Juan Froilán y Victoria Federica de Marichalar
Elena Castelló

Los hijos de la Infanta Elena y de Jaime de Marichalar son ya dos jóvenes que tratan de descubrir su camino en la vida. Felipe Juan Froilán, de 26 años, reside en Abu Dabi, con su abuelo, el rey Juan Carlos, y Victoria Federica, de 24, se ha lanzado a una carrera como influencer de moda. Les hemos visto ante los medios desde que nacieron, un factor que se convirtió en una difícil relación con la prensa y les ocasionó muchos problemas.

La separación de sus padres también les afectó profundamente y ambos respondieron ante las circunstancias con rebeldía, en el caso de Felipe Juan Froilán, y con retraimiento, en el de Victoria Federica. Cuando la Casa Real anunció, en 2007, «el cese temporal de la convivencia» de la infanta Elena y su esposo, los dos hermanos tenían nueve y siete años y la presión de los medios sobre ellos aumentó de forma exponencial.

La relación entre la infanta Elena y Jaime de Marichalar fue muy tensa después de la separación. Parece que solo se veían cuando uno u otro iba a recoger o a dejar a los niños. Se culpaban mutuamente del fracaso de su matrimonio. Apenas se hablaban o mantenían breves conversaciones telefónicas cuando surgía algún problema con los niños.

Ambos tenían, además, grandes diferencias sobre la educación. De sus hijos. De muy pequeños, Jaime era el más estricto, mientras la infanta Elena era más laxa. Pero al crecer, todo cambió: para la infanta Elena, la disciplina se convirtió en esencial, y era Jaime quien ponía pocos límites. Por eso, Felipe Juan Froilán y Victoria Federica se revolvían contra su madre, mientras mostraban una actitud más dócil con su padre, sabiendo que era más fácil obtener de él lo que querían.

Ambos se daban cuenta de todo lo que sucedía entre sus padres y no les era fácil admitir su mala relación. El matrimonio tenía graves dificultades desde poco después de nacer Victoria Federica, aunque el ictus que sufrió Jaime de Marichalar, en 2001, retrasó todo el proceso de la separación, a pesar de que la Infanta estaba decidida.

La relación de Froilán y Victoria Federica con la reina Sofía

En esos primeros años de la separación, la reina Sofía se centró especialmente en sus dos nietos y pasaba mucho tiempo con ellos. Su relación con Victoria Federica fue especialmente cercana. Los dos niños la visitaban con frecuencia en el Palacio de la Zarzuela. Era la época en la que Froilán se enfrentaba a los fotógrafos y les hacía «peinetas» y Victoria transmitía una honda timidez.

Victoria se refugiaba en el piano y compartía esta afición con su abuela Sofía. Parece que fueron ésta y su tía abuela la princesa Irene quienes la animaron a tocar. También se dedicó al ballet. Tanto ella como su hermano asistían al mismo colegio, el exclusivo San Patricio de Madrid, bilingüe y católico.

Victoria Federica de Marichalar junto a su madre, la infanta Elena. gtres

Con la separación, Felipe Juan Froilán y Victoria Federica tuvieron que abandonar la casa que la familia compartía en el barrio de Salamanca, un tríplex lleno de obras de arte, con piscina privada. Allí se quedó su padre y ellos se instalaron con su madre en el madrileño barrio del Niño Jesús, cerca de El Retiro. Cada cierto tiempo se turnaban con su padre y su madre y pasaban algunos días en La Zarzuela. Victoria tenía también una relación muy cercana con sus primas Ana, Cecilia, Mónica y María, hijas de su tía Ana de Marichalar.

Victoria Federica, a la sombra de su hermano

Mientras que Froilán tuvo una adolescencia y primera juventud complicadas, Victoria era todo lo contrario. Era una niña tranquila, muy apegada a sus dos abuelas, la materna y la paterna. La condesa viuda de Ripalda, igual que doña Sofía, estuvo muy pendiente. «Él era un terremoto. Se subía a los árboles, le gustaba jugar a las espadas... Era un chico inquieto y noble. Si estaba jugando con unas pistolas, enseguida se las regalaba a los amigos».

Así recordaba la periodista Pilar Urbano, biógrafa de la reina Sofía, y autora de La reina muy de cerca, a Felipe Juan Froilán en una entrevista con la revista Vanity Fair. El momento más tenso llegó cuando Froilán sufrió un accidente al dispararse con una escopeta en un pie, en la finca familiar de los Marichalar. Froilán tenía 13 años.

Felipe Juan Froilán y Victoria Federica de Marichalar, en unas vacaciones de su infancia. gtres

A partir de entonces no dejó de aparecer en la prensa por sus dificultades escolares, por sus malas notas y sus gestos de desprecio a los fotógrafos. Al cumplir los 12, Victoria Federica pasó dos años en un internado británico, el Mayfield St. Leonard's, donde su hermano había pasado un año, sin adaptarse. Pero lejos de madurar, la niña volvió convertida en una adolescente rebelde que solo quería estar con sus amigos. Victoria Federica se daba cuenta de que el centro de atención era su hermano. Era travieso, pero gracioso, y Federica, que no era nada amiga de los medios, sentía que él le hacía sombra.

Nada presagiaba entonces que la joven se convertiría en una influencer de moda, mientras su hermano se alejaba de los fotógrafos, instalándose en Abu Dabi con su abuelo Juan Carlos. A sus 26 y 24 años, siguen, sin embargo, dando quebraderos de cabeza a su madre.

A la infanta Elena no le hace mucha gracia la profesión escogida por su hija y su exposición mediática, que tampoco gusta en La Zarzuela. Por su parte, Felipe Juan Froilán ha tenido varios trabajos en el emirato, pero no parece haber consolidado una carrera y es su abuelo quien paga todos sus gastos.

HORÓSCOPO

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Sagitario

Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.