¿SUFRE EL SÍNDROME CARMEN BORREGO?
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Aunque su silueta sea menguante, la sombra de Vicky Martín Berrocal (52 años) es inabarcable. Famosa desde una boda que la situó en todas las portadas del corazón cuando aún fabricaban estrellas, ha triunfado en todo lo que se ha propuesto: televisión, moda, redes sociales, podcasts… En todo, menos en el amor. Su madre, Victoria (78), y su hermana, Rocío (43), han corrido la misma suerte en este departamento. Lo supimos en 'Las Berrocal', el 'docu-reality' en el que se confesó este peculiar clan.
Contra todo pronóstico, la curiosidad por saber algo más de la hermana pequeña de Vicky Martín Berrocal, la «hermana invisible», se vio satisfecha. A lo largo de los cuatro capítulos en los que Las Berrocal desnudan sus emociones y contradicciones, Rocío realiza alguna de las confesiones más sangrantes del metraje: «Viví tres años con los guardeses de la finca. Sentí que mi madre me abandonó», confiesa. «Yo me quedaba en su casa porque en la mía estaba sola y tenía miedo. Me afectó como un abandono. Yo me sentí abandonada por mi madre en cierta manera».
Si Vicky posee el ordeno y mando, Rocío es la reina del drama. No queda más que suscribir la genialidad que escribió de ella nuestra compañera Ángeles Castillo: «Es la más lorquiana de todas, por solemne y contenida. O por su voz antigua y profunda». Rocío Martín Berrocal dijo en todas las entrevistas que pudo que el docu-reality había sido una terapia para ella, porque le había permitido quitarse miedos. Miedos, se entiende, a mostrarse ante las cámaras. Pero, mostrarse, ¿para qué?
Quien crea que es fácil mantenerse relevante en el universo de las famosas es que no conoce absolutamente nada sobre su funcionamiento. De hecho, puede que Isabel Preysler sea la última celebrity que haya sido capaz de ser famosa solo porque es famosa. Ni siquiera Vicky Martín Berrocal, con todo su arte, logró vivir de su cara más que bonita. Se subió al frívolo tren de las celebrities, pero supo aprovechar la velocidad para acelerar una carrera en la moda que, a la postre, es lo que salvó su personaje.
Rocío Martín Berrocal, fiel escudera de su famosa hermana, ha de conocer todos estos intríngulis y más. Por eso cabe preguntarse con qué objetivo desea subirse al tren en el que Vicky viaja en primera clase, si esa era su aspiración a la hora de protagonizar Las Berrocal. Hubo mucha expectación hace tres meses, cuando se estrenó a bombo y platillo en Movistar Plus. Sin embargo, el suelo del streaming no se movió bajo los pies de los telespectadores. Alba (25), la tercera generación influencer, no ha llegado a los 500K en Instagram. Ni siquiera se rumorea la preparación de una segunda temporada.
Efectivamente: Las Berrocal no ha sido, finalmente, la gran revelación de unas Kardashians andaluzas dispuestas a comerse el mundo con sus ideas de negocio. Según las puntuaciones del catálogo crítico de confianza Filmaffinity, el docu-reality merece un 3. Eso dí, queda por delante de Pombo (2,5) o 'Isabel Preysler: mi Navidad' (2,3), pero por detrás de 'Soy Georgina' (3,1), 'Tamara Falcó: la marquesa' (3,2) o los pioneros 'Alaska & Mario' (4,8).
Un crítico de televisión ciertamente despiadado (Óscar Rus, de 'El Independiente') escribió sobre Vicky Martín Berrocal: «No es una Kardashian, pero bien podría ser una secundaria anodina de 'And Just Like That'». Con Rocío no se quedó corto: «Tiene el síndrome de Carmen Borrego».
Traducimos: Carmen Borrego es la hermana mayor de Terelu Campus y, hasta el estreno en 2016 del docu-reality Las Campos, la «hermana invisible» que trabajó siempre tras las cámaras, como directora de los programas de la matriarca, María Teresa Campos. El síndrome que lleva su nombre tiene que ver con su irrefrenable deseo de colocarse bajo los focos y ser tan o más protagonista que su famosísima hermana. Desde entonces ha protagonizado exclusivas, tertulias y realities, casi siempre tirando del hilo de su rivalidad. Y se ha operado por eso de la telegenia dos veces, que sepamos.
Rocío Martín Berrocal no tiene que operarse nada de nada, porque su primer plano es puro Julio Romero de Torres. Pero tampoco la vemos equipada como para sobrevivir en el mundo de la televisión como polemista itinerante de programa en programa, al estilo Borrego. ¿Por qué querrá saltar a la fama como una personalidad de la televisión más? Esa es la sospecha, pues su nombre suena como posible concursante del programa similar a Pekín Express que prepara Televisión Española. Se trata de una carrera de seis parejas de famosos sin mapas ni recursos por América Latina. Otro rumor: su pareja podría ser Jedet, personalidad de internet y actriz en Veneno.
¿Será que Rocío prepara lanzamiento o relanzamiento de su marca de moda, Vanseray? Complicado competir con el éxito de Victoria, la marca de Vicky Martin Berrocal que ha convencido hasta a Isabel Díaz Ayuso. ¿Será, entonces, cierto eso del síndrome de Carmen Borrego? Decimos no, pues la misma Rocío confesó lo siguiente en el podcast de su hermana: «He tenido oportunidades de hacerme famosa antiguamente. Nunca lo he querido». Y también: «Yo jamás me he sentido mal por ser la sombra tuya. De hecho, lo he querido así».
Por suerte, la larguísima entrevista que Berrocal (Vicky) le hizo a Berrocal (Rocío) en Podium Podcast despeja nuestra duda. La que era «la hermana invisible» no persigue fama ni una oportunidad de negocio a los 40. Busca, después de años difíciles lidiando con miedo, tristeza y quién sabe si con intensidad vital.
«Tengo la necesidad de que pasen cosas», confesó refiriéndose al amor, pero probablemente más allá de este. «Me da igual si después es una ruina y lo paso mal y tengo que estar seis meses tirada en un alfombra fumando, pero por lo menos saber que he vivido cosas espectaculares y que he tenido emociones y que han surgido cosas y tengo cicatrices. Que he vivido».
HORÓSCOPO
Como signo de Fuego, los Sagitario son honestos, optimistas, ingeniosos, independientes y muy avetureros. Disfrutan al máximo de los viajes y de la vida al aire libre. Son deportistas por naturaleza y no les falla nunca la energía. Aunque a veces llevan su autonomía demasiado lejos y acaban resultando incosistentes, incrontrolables y un poco egoístas.