NO TE PIERDAS

Los hermanos Urdangarin marcan una línea roja a su padre, Iñaki: el miedo de Juan, Pablo, Miguel e Irene

Un barco rodeado de leyendas

La maldición del Creole, el legendario velero de los Gucci: sobredosis, exorcismos y la traición definitiva

La lujosa (y quizá embrujada) embarcación que perteneciera a Maurizio Gucci puede alquilarse ahora para surcar las aguas del Mediterráneo.

El Creole, el barco maldito de la familia Gucci. YACHT CHARTER

Sumándose a otros barcos de leyenda como el Christina O. de Aristóteles Onassis, el Creole de la familia Gucci acumula por igual un cúmulo de infortunios y una belleza de la que pueden presumir pocos barcos en la actualidad. Esta goleta de tres mástiles está considerada como el velero de madera más grande del mundo y su majestuosidad es incuestionable. Pero la historia del Creole está entrelazada con el suicidio, los celos y el asesinato, entre otras catastróficas desdichas.

Algunos marineros tienden a ser supersticiosos y la maldición del Creole, que este verano surca las aguas de Ibiza y Formentera y puede ser alquilado por unos 200.000 euros a la semana, no es deconocida en el mundo de la navegación. Los presagios ya no eran buenos cuando se necesitaron tres intentos para romper el magnum de champán de la proa de la gran goleta, que fue bautizada como Vira en los astilleros Camper & Nicholsons de Gosport, en Hampshire.

Corría el año 1927 y el barco era considerado una obra maestra de su época. Pero los problemas empezaron pronto. Cuando su propietario, el millonario fabricante de alfombras estadounidense Alexander Smith Cochran, vio el imponente barco, se echó a temblar. Sería inmanejable, dijo. Tras una serie de frustradas reformas, un disgustado Cochran enfermó de tuberculosis y murió un año después, a los 55 años.

Entonces el Vira fue vendido al navegante Maurice Pope, que lo rebautizó como Creole, al parecer en honor de un postre especialmente delicioso creado por su chef. En 1937 fue comprado por el financiero sir Connop Guthrie, que acababa de ser nombrado baronet. Guthrie lo hizo navegar con éxito hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939. Entonces se lo prestó al Almirantazgo británico y se convirtió en el cazaminas Magic Circle.

La maldición del Creole: de los Niarchos a los Gucci

Guthrie murió a los 63 años en 1945, el año en que el Magic Circle fue devuelto a su familia. Volvió a recuperar su nombre, pero estaba casi irreconocible después de su servicio en la guerra. Tras pasar varios años en un estado lamentable, fue adquirido por el magnate naviero griego Stavros Niarchos.

Niarchos, al igual que su gran rival Aristóteles Onassis, se estaba haciendo muy rico gracias al auge del transporte marítimo de posguerra. Fue él quien convirtió al Creole en el bello y veloz velero que conocemos ahora. En sus camarotes colgó valiosas obras de arte y se convirtió en su hogar flotante durante largas temporadas. Pero también en testigo mudo de una tragedia y un gran misterio.

El lujoso interior del Creole. YACHT CHARTER

En mayo de 1970, durante unas vacaciones en la isla privada de Niarchos, Spetsopoula, murió su joven esposa, Eugenia. La versión oficial es que Eugenia se suicidó a bordo del Creole con una sobredosis de barbitúricos. Pero en la autopsia realizada en tierra firme, se informó de graves hematomas en el cuerpo de la mujer y Niarchos se convirtió en sospechoso, aunque posteriormente fue exonerado.

La muerte de Eugenia puso fin a la historia de amor de Niarchos con el Creole. En 1977 vendió el yate al gobierno danés para que lo utilizara como velero de entrenamiento y en 1982 llegó a manos de su propietario más famoso: Maurizio Gucci. Poco sospechaba el italiano que el barco le traería también desgracias a él.

El velero que traicionó a los Gucci

Cuando Maurizio compró el Creole tenía 35 años y ya era un empresario de éxito. Estaba casado con Patrizia Reggiani, hija de un empresario milanés y madre de Allegra y Alessandra. Muy supersticiosa, las historias sobre la maldición del criollo la inquietaban y convenció a su esposo para que contratara a Frida, médium y vidente, para que exorcizara a los espíritus malignos del barco.

En el libro de Sara Gay Forden, The House of Gucci, se detalla cómo Frida señaló un lugar donde supuestamente se había encontrado el cuerpo de Eugenia Niarchos. Entonces salió de su trance, dijo: «Todo ha terminado» y declaró a Creole «libre de espíritus malignos». Pero la propia familia Gucci estaba pasando por sus peores momentos, entre celos y resentimientos. Maurizio fue acusado de comprar el barco desviando fondos a través de una empresa en Panamá. «El Creole traicionó a Maurizio Gucci» se leía en la portada del Corriere della Sera.

Adam Driver y Lady Gaga son los Gucci en la película The house of Gucci. UNITED ARTISTS

Tras enviar el velero a aguas mallorquinas para ponerlo a salvo, el empresario superó numerosas tormentas legales y finalmente regresó a Italia, donde vendió sus acciones de Gucci por más de 120 millones de euros. Para entonces, ya estaba separado de Patrizia y ocupado en gastar su fortuna, gran parte de la cual derrochó en Creole con piezas artesanales talladas en ébano macizo y mármol.

Pero el 27 de marzo de 1995, cuando Maurizio llegaba a su oficina de Milán, fue asesinado de cuatro disparos. Dos años después, la policía detuvo a Patrizia, acusándola de contratar a un sicario para matar a su ex. Fue condenada a 16 años de cárcel. Sus hijas, Allegra y Alessandra, heredaron a Creole y afirman que mantiene vivo el recuerdo de su fallecido padre.

Temas

Gucci